Fue
un encuentro con mi pasado. Gracias a Salvador Dalí.
La
historia es más surrealista que el manifiesto de Lautremont, considerado uno de
los precursores de este movimiento, que define el Surrealismo como: “…el
encuentro casual de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de
operaciones”.
Creo
que Lautremont se quedó corto y hasta el
mismo Dalí estaría muy complacido de esta historia.
Echaré
el cuento en pocas palabras, si puedo y perdonen otra vez, lo anecdótico que se ha vuelto este blog.
Caracas, no recuerdo bien el año, finales
de los setenta. Yo era un bebe casi ( jajaja).
A
mi mama, le llegaron unas entradas para una “vinada” de una
obra de caridad muy famosa (AVEPANE). Para la época las entradas eran caras,
me acuerdo, ochocientos bolívares cada
una (el dólar estaba a Bs. 4.30 por $, calculen)
Mi mama, Carmencita, por ser una buena causa, aunque
costosas, decidió comprar una entrada y devolver la segunda.
Como no iría con mi papa (Joffre), pues
le dio la entrada a mi padrino (Alfredo, “Cucucho”), vecino solterón. Pero, mi mama, siempre pragmática (no la heredé
en eso), tomó la precaución de escribir su nombre por detrás al ticket, por si
acaso se ganaba alguno de los premios.
Adivinen ¿Cuál era el primer premio? Sí,
una escultura original de Salvador Dalí.
Recuerdo esa noche de sapitos caraqueños, el silencio perfecto, como si hubiese sido ayer.
Como a las doce de la noche sonó el teléfono.
Como siempre, todos en la casa atendimos
al unísono, en esa época creo que mi mama, mi hermano Rafael ( Q.E.P.D) y yo, que
éramos los que vivíamos aún allí.
Se escuchaba un escándalo. Yo pensé que
se había muerto alguien.
-Carmencita…Carmencita… - se escuchaba la
voz de mi Cucucho - El Dalí… te ganaste
el Dalí...
Pues
así fue. Mi mama se ganó el Dalí, “Homenaje a Newton”, un bronce de
aproximadamente un metro y medio.
La
solariega casa de Altamira lo acogió cálidamente.
Allí
vivió por años, sobre un pedestal, en un rincón polvoriento y mágico de la sala
de mi casa. Era parte de la familia.
En
diciembre le poníamos un gorro de San Nicolás.
Y la
bolita de Newton, desatornillable por cierto, la llamábamos, EL Yoyo de Dalí.
Muchos
años después, creo que a mediados o finales de los ochenta. Mi mama decidió
venderla.
Nos
despedimos de Dalí y su yoyo.
El
Dalí se subastó en Sotheby’s en Nueva York, lo cual les trajo un
resquicio de abundancia y bienestar a mis padres.
Mi
encuentro mágico sucedió la semana pasada. Caminando con mi esposo, por el barrio gótico de Barcelona,
cerca de la Catedral, de repente quedé en shock catatónico.
Allí
estaba nuestro Dalí con su yoyo.
Casi
me da algo.
La
coincidencia de un paraguas y una máquina de coser en una mesa de operación, es
un detalle, comparado con la belleza de este encuentro.
A
las pruebas me remito.
Hola
ResponderBorrarSoy de argentina y vengo del blog de Rafael.
Es cierto que ganaron un Dalí? No lo puedo creer, lástima que luego lo vendieron. Un Dalí es una maravilla.
Me quedo por acá.
Un beso
lujanfraix.blogspot.com
Mi blog principal por si quieres visitarme.
Ohhhh gracias por tu visita y por quedarte. Lo aprecio mucho. Ya visite tu blog y es magníficamente bello! No encontré como suscribirme pero lo averiguare para quedarme también.
BorrarDalí,oh, nostalgia, todavía, siento su piel en mis manos! Inolvidable.
Un abrazo desde Canada
Te cuento, primero tu historia merece ser contada, luego te cuento en Madrid existe, en una plaza publica y regalo de Dali a la ciudad una estatua como esa, dicen que es Gala y que tu yoyo es la Tierra. Un abrazo
ResponderBorrarHola Ester, si de esta estatua se vaciaron algunas copias originales, se que hay una en el pueblo natal de Dali, Figueres, no sabia que en Madrid también, gracias por el dato, si un día vuelvo a Madrid, la buscare.
BorrarUn abrazo
Interesante la historia de esta obra de Dalí que pasó por tus manos.
ResponderBorrarUn abrazo.
Que se iba a imaginar Dali donde iba a estar su escultura jajaja
BorrarAbrazos Rafael
Natalia, confieso que se me puso la piel de gallina al leer esto. Es que me imagino tu emocion al toparte con esa escultura, que fue parte de tu casa (de tu casa solariega en Altamira,es que me la imagino). Que maravilla. Que sorpresa tan inmensa!
ResponderBorrarVersion chiquitica de lo que te paso: Una vez me tope con un cuadro de mi papa en casa de una amiga del colegio. Nunca supimos como llego alli. Igual que tu, casi me desmaye.
Hola mc, que gusto verte por aquí. Si la verdad que como dicen aquí "spooky", igual que el cuadro de tu papa,
BorrarAbrazos
HOLA NATALIA
ResponderBorrarGRACIAS POR VENIR A MI BLOG AMIGA, LO VALORO MUCHO. NO HAS ENCONTRADO COMO SUSCRIBIRTE PUES ARRIBA DONDE ESTÁN LOS SEGUIDORES O NO SE PUEDE? AHHHHH ME HA QUEDADO LA DUDA. AVISAME SINO FUNCIONA.
UN BESITO AMIGA
NOS SEGUIMOS LEYENDO.
CARIÑOS
Ya mismo intento de nuevo! Nos seguimos viendo en la blogosfera
BorrarAbrazos
Es asombroso, como todo lo de Dalí.
ResponderBorrarY no cabe duda que el mundo es muy pequeño, sino para nosotros, sí para un genio como el Dalí. Me alegra que te hayas reencontrado con él.
Un abrazo.
Fue un encuentro verdaderamente emocionante, como si me encontrara por la calle a un familiar. Casi que tuve ganas de abrazar la estatua jajaja
BorrarUn beso Beatriz
HOLA NATALIA
ResponderBorrarME ALEGRO QUE HAYAS PODIDO SEGUIRME, ME ESTABA ALARMANDO PORQUE BLOGGER SIEMPRE DA SORPRESAS. VUELVE CUANDO QUIERAS QUERIDA AMIGA, UN PLACER RECIBIRTE SIEMPRE.
BESOS
OHHHHH OTRA VEZ YO.
ResponderBorrarFELIZ FIN DE SEMANA QUERIDA AMIGA.
GRACIAS POR TUS PRECIOSOS MENSAJES.
UN BESO GRANDE.
Me remitiste aquí y aquí me tienes jaja
ResponderBorrarVaya, vaya, que suerte la suya haber podido disfrutar de una obra así en tu casa :) Es una anécdota genial, quizás el Dalí no llegó a ti por casualidad ;)
P.D: Creo que me voy a pasar por todas tus entradas, desde el inicio (con tu permiso jeje) Si pongo comentarios no es necesario que respondas, yo estoy un poco loco, no hace falta que lo estés tú jajaja