viernes, 27 de enero de 2012

MAGIA BLANDA

Hoy viví un breve, pero monumental, episodio de vergüenza, digno de un sketch de comedia. Desde el mediodía no he dejado de pensar en esos infinitos cinco, ridículos y denigrantes, minutos. Los he reconstruido mil veces en mi cabeza. Mi esposo se ríe y me dice: “Let it go…” y después vuelve a reírse. Y yo vuelvo a repetir el instante en mi mente, lo actúo en el espejo, y el trata disimuladamente de contener la risa y poner su británica cara de “cup of tea”.

Mi propio hijo, cuando se lo conté por mensaje, me respondió con un “jajajajajajajajajajajajajaaa……” kilométrico.

Pero no lo voy a contar.

Así es,  se quedarán con la curiosidad, porque este blog es de momentos mágicos, no de situaciones embarazosas  y mucho menos como ésta, de dimensiones colosales.

Esta semana había sido gris; buscando afanosamente algún momento digno de ser reportado, sin conseguir ninguno; y eso que ya pasó el frío y hacen unos -5 grados de lo más placenteros.

Desalentada, me decía a mi misma esta mañana, que ya he escrito sobre los esplendores del cielo, sobre la música con olor a naranja, sobre las hadas que a veces me visitan, sobre desmenuzar la lluvia,  sobre amar a la luminosa nieve, sobre libros que flotan, marionetas que toman vino, bolsillos misteriosos, hombrecitos que corren en los bosques… En fin, sentí que me estaba poniendo blanda, repetitiva, new age trasnochada,  horroroso libro de autoayuda, cliché, poco original, obvia, tediosa, aburrida, fastidiosa.

Entonces deseé con toda mi alma un momento intenso. Algo  radiante y novedoso, que me removiera, y así poder compartirlo.

Mi deseo se cumplió. Y de la peor manera. Tenia tiempo que no me sentía tan “intensamente” humillada.  Tan “intensamente” y eficazmente golpeada en lo más profundo de mi ego.  Y mi esposo sigue riéndose……

Debo reconocer que mi deseo de intensidad se hizo realidad, mágicamente…

Entonces tomé una humilde decisión. Como dijo James Barrie,  autor de Peter Pan, perseguidor del aire con una red de atrapar mariposas, en una de mis citas favoritas:

“La vida es una larga lección de humildad”

Después de que mi ego quedó, hecho trizas y devastado en solo cinco minutos, mi simple decisión es que vuelvo a mi magia blanda; a los colores que se despiertan en mi  cielo cada mañana; a una íngrima estrellita, como yo a veces,  que me acompaña en el camino a mi casa; a un poema que un duende de la oficina dejó en mi silla;  a una caminata hacia el río con dos buenas amigas; a la espera de Sancho; al jajajajajaja infinito de mi hijo y la risa disimulada de mi esposo. Mi magia es tenerlos cerca…

Todas estas pequeñas cosas pasaron por mi corazón esta semana, y yo deseando más….

Le declaro la paz a mis divinas blanduras.

martes, 17 de enero de 2012

GRACIAS A LAS HADAS

Un poeta serbio- americano,  Charles Simic,  dijo que el frío concentra la mente. Al momento que se sale a la calle a -30 grados centígrados, se va directo a lo que se tiene que hacer y más nada. No como en los Trópicos donde puede uno darse el lujo de conversar con quien se atraviese y contarle la historia de nuestras vidas desde que teníamos tres años, tomarse un cafecito a la sombra de una mata de mango, perderse en las exuberancias de la cotidianidad. En otras palabras, sentirse humano, vivo, rodeado de existencias, plenitudes y “momentos mágicos”. Esos que se me congelaron desde que comenzó esta ola de frío ártico.

Estoy de acuerdo con el poeta, y quizás eso explica mucho sobre el temperamento y el desarrollo de las personas y  de los pueblos. Pero lo que no explica es mi desgano, (yo soy subdesarrollada), mi falta de “magic moments” Por más que he buscado en estos días algo de qué escribir en mi blog, no encuentro. Comenzó el año “magic-less” pues…

Todo me parece feo. Los árboles decrépitos, las pocas personas que andan por la calle parecen almas  en pena, con las cabezas bajas, arrastrando sus soledades, sin redención posible.   La oficina se me hace como una especie de estepa helada y desierta que tengo que atravesar. Esta mañana me preguntaba: ¿Qué hago yo aquí?

Cuando esto me sucede, respiro hondo e invoco a las hadas. Ellas siempre me escuchan cuando las necesito.

Y así de pronto, me metí en el silencio que produce la nieve al caer. Me sumergí en esa melodía durmiente, casi inmóvil. Me convertí  en la sustancia vaga de los sueños. Así, sumida en esas transparencias, me arroparon de nuevo las paredes de mi casa solariega, maternalmente…

Sí…las hadas se aparecieron para consentirme mucho y decirme….”pero si aquí se está muy rico….”

Y fue como deshacer el lazo de un regalo, rasgar el papel y volver a un lugar húmedo y cálido, donde uno se siente más amado que nadie.  Como descubrir la delicadeza de estar vivo, otra vez…; como una danza suave, envuelta en tules; como acariciar las teclas de un piano con una pluma y descubrir la música; como descifrar el misterio de una obra de arte frágil y delicada; como si se prendiera un faro; como si regresara un viejo amor…

Mi mundo  volvió a ser tranquilo y cálido. Concluí, que mientras mas frío hace más calientica me siento.

Se me descongeló la magia. No importa que estemos a -30.

Gracias a las hadas. Lo dije una vez: Existen…

"In the depth of winter, I finally learned that within me there lay an invincible summer" Albert Camus ( 1913-60)

viernes, 6 de enero de 2012

Los Reyes "Majos"

Así los bauticé cuando, un día como hoy, hace tiempo, mi esposo recibió, junto a sus zapatos, un regalo firmado por “Los Reyes Magos”. Él se emocionó demasiado, porque nunca antes lo habían visitado; no es parte de su cultura. Él llegó como un niñito  diciéndome: Look what Los Reyes “Majos” brought to me! Confundió el sonido de la G con la J.(les recuerdo que mi esposo es inglés)

Me encantan esos juegos de palabras y me río mucho. Mi esposo pregunta serio: ¿Por qué risas? Yo contesto que es porque me parece adorable, como cuando mis hijos decían, el “altobus”, en vez del autobús, la leche “comensada”, en vez de leche condensada, y el insuperable “me rasca lo frío: en vez de “me da escalofrío”. Como estos ejemplos miles, pero a mi esposo no le hace mucha gracia.

Esta es la historia de cómo hoy 6 de enero de 2012, encontré a mis tres Reyes Majos en Canadá. Así sucedió.

Este año, por circunstancias de la vida, estuve un poco falta de abrazos físicos en el Año Nuevo, muchísimos en mi corazón.  El primero, a cinco para las doce fue a Josh, el mesonero que nos atendió durante nuestra esplendorosa cena, y por supuesto, a las doce en punto, el abrazo más fuerte, largo y sentido. El que me arropa todos los días de mi vida: el que nos dimos mi esposo y yo. Con él a mi lado, no me siento triste ni un minuto (un regalo de Dios y de la vida), pero debo admitir que me hicieron demasiada falta los abrazos intensos, apretados y sinceros de mis hijos, de mis hermanos y hermanas, sobrinos, sobrinas y por supuesto los abrazos  perdidos de mis padres,  aunque esos los llevo puestos.

Creo que esta escasez de abrazos fue la razón por la cual ayer, día que me reincorporé a la oficina, hice un recorrido, cubículo por cubículo, oficina por oficina, con una caja de chocolates venezolanos, dándole el Feliz Año a todos mis compañeros. Así pude tantear diversos tipos de abrazos.

Los canadienses, ante cualquier amago de que uno los va a abrazar, sacan la pistola. Así llamo al gesto de extender la mano para dar un “handshake”.  Sin embargo, yo lo ignoro por completo y me les abalanzo encima, con lo cual se quedan petrificados, sin saber qué hacer.  Eso sí, al final te sonríen y te abrazan  en el aire dejando  una distancia segura de como treinta centímetros entre los cuerpos, algunos se sonrojan de la vergüenza.

Hubo uno que, sencillamente, cuando vio que mi humanidad avanzaba, me dijo aterrorizado: I have a cold.

Otro, si es verdad que  al ver mi gesto, ni se inmutó, así que tuve que retroceder y sucumbir al “handshake”.

Al final, casi todos,  quedaban sonriendo, con su chocolate en la mano, y el signo de interrogación en la cara. Pero hubo tres abrazos inesperados, que me sorprendieron, por su candidez y sinceridad. Tres abrazos entregados y genuinos que me transmitieron cariño puro. Tres abrazos de mis Reyes “Majos”.

Melchor, un ingeniero bastante mayor, pero con espíritu joven y alegre, que le pone buena cara al mal tiempo, en todas las circunstancias. Toda una inspiración y una fuente de sosiego cuando me provoca salir corriendo de la oficina y no regresar jamás. Abrazo de Oro.

Baltazar, mi querido amigo trinitario, que para abrazarlo hay que subirse a una escalera. Tinto como la noche y con un corazón que no le cabe adentro. Abrazo de Mirra.

Y por último Gaspar, mi pequeñito amigo tailandés. Un muchacho introvertido,  brillante y humilde, que sonríe con los ojos. Un gigante de bondad. Abrazo de incienso.

Fueron tan bonitos estos abrazos y me hacían tanta falta, que hoy, 6 de enero,  decidí ser yo quien les diera a ellos las ofrendas.  Así que les dejé a cada uno de ellos, un regalito de reyes sobre sus escritorios.  Premios a los mejores abrazos.

Me imagino que todavía se estarán preguntando quien se los envío.

Si me preguntan diré que fueron Los Reyes Majos.

miércoles, 4 de enero de 2012

Sentir Sereno

Ordenar closets, en mi caso, es más bien un movimiento migratorio: de la despensa al closet de servicio, del closet de servicio al garaje, del garaje  al maletero, del maletero otra vez a la despensa (lugar donde se consigue todo en abundancia menos alimentos). Y así un ciclo eterno, en que las cosas se van rotando de lugar pero nunca desaparecen del todo. Pareciera que el  perrrolerrro” como dice mi esposo en su lengua enredada, se resiste a encontrar su lugar de quietud: la basura.

Este año, decidí practicar la eutanasia del closet y bypasear  la infinita ruta migratoria y conducir el perolero, como se dice en cristiano, directo el basurero.  Ayer saqué varias bolsas  y ¡qué sensación de ligereza tan divina! La casa se ensanchó,  respiró,  hasta me  agradeció. Al fin, mis objetos errantes consiguieron su serenidad, sin saber que también estaban contribuyendo con la mía.

Ya con la casa limpia literalmente y energéticamente, con todos los rituales que practiqué el fin de año (yerbas, incienso, cuarzos y padrenuestros, por si las moscas), a pesar de que mi esposo me amenazó con llevarme a la hoguera, pues le llegó el turno a una limpieza más compleja: mi perolero mental, en otras palabras, mis pensamientos. Esos que en esta época se inquietan ante la incertidumbre de un nuevo año.

Así, con la misma determinación con que comencé a vaciar los closets de mi casa, saqué fuerza para confrontar mis compartimientos mentales.  Cuando abrí el primer closet me cayó encima una avalancha de cajones de miedos, bolsas de incertidumbres, sacos de dudas y recipientes rebosantes de cualquier otra tribulación posible. Mi esposo dice que yo soy fatalista. En verdad siempre pienso primero, lo peor posible y segundo, lo peor imposible. La verdad me gusta preocuparme por todo.  Me consuela saber que dicen que las cosas por las cuales uno se preocupa, nunca pasan (pasan otras). Entonces me preocupo por todo y más, ad infinitum…

Abrumada, pensé que mi limpieza mental había fracasado. Como pude, cerré la puerta de mi  garaje mental,  y me fui a leer. En la lectura siempre encuentro la calma.

Ya después de leer unas cuantas líneas hermosas de Rabindranaz Tagore, que fue el libro que cayó en mis manos esta vez, decidí súbitamente que, mi mañana tendrá el tono de mis pensamientos y deseos de hoy: azul y dorado en este caso y asi sucesivamente, día tra día,  ad infinitum...

Son los colores cambiantes de mi sentir sereno.

Con esta decisión errabunda y azarosa, sentí la misma liviandad que experimenté cuando me deshice de mi perolero.

Mi limpieza mental como que no fracasó del todo.