Dependiendo del color, los
vientos, la latitud, la agitación o algarabía.
Los apacibles, casi siempre esconden su furia por debajo de
un espejo inescrutable.
Los lentos y transparentes dan vida a su alrededor;
Otros son tan generosos
que convierten todo lo que tocan a su paso, en lugar encantado.
A veces se enfurecen y arrasan con todo.
Son cambiantes y camaleónicos
Confunden.
Pero son casi siempre anchos, mansos y sentimentales
Son los ánimos del rio.
Y es que, de temperamento Caribeño, pasé a tener temperamento fluvial.
De sardina pasé a ser
trucha.
Y es que a falta de playa,
buenos son ríos.
El mío, es presencia mística
cotidiana.
Verde esmeralda, botella, turquesa, zafiro, gris o azul hielo.
Mi rio corre.
Sin prisa.
Creo que el temperamento fluvial es
viajero: un gran viaje.
En eso estamos todos.
Viajando parsimoniosos, agitados,
embravecidos o dóciles.
Disolviéndonos.
Como dice Machado:
“La vida baja como un ancho
río”
Mi rio |