miércoles, 21 de octubre de 2020

PALABRAS DE MI HIJA A SU ABUELA

 Palabras de mi hija, hace 11 años, en homenaje a su abuela Carmen. Las reproduzco para que queden aquí guardadas. Octubre 21, 2020.



Mi Abu Bella,

 

                Ya me siento prepara para hablarte. Me tomó  un poco más de un mes para perder el miedo y enfrentar la realidad. Ya no estás. El miedo de que ya no estas físicamente, pero si espiritual. Ese miedo maduró y llegó a ser puras risas y memorias, y por fin me atrevo a recordar. 

 

                Todo empezó cuando se robaban tus chocolates y yo siempre era la primera sospechosa. Así te lo negara hasta el fin, siempre tuviste razón abuela. Lo admito. Comerme esos chocolates a escondidas era los mejor del día!

 

                Cuando íbamos a Playa Azul y contabas las etapas para llegar. Primera etapa Altamira, segunda etapa la autopista, tercera etapa Carmen de Uria. Al llegar me perdía durante el día, y en la nochecita te encontraba jugando cartas con tus amigas, tú eras la más bella por supuesto, y siempre te ganabas tu menudito.  Pero la vez que más nos pudimos reír fue cuando te sentías mareada en la misa, pero resulto ser que te pusiste una "Chola" sin tacón. Y como olvidar el carnaval que llovió, llovió y llovió y nos tocó regresarnos en la famosa "Fragata". Yo llorando y tu riendo con una bolsa de basura en la cabeza por la lluvia. Conclusión, eras la abuela más aventurera y divertida del mundo.

 

                Hace poco hice polvorosas y me recordé que fuiste tú la que me enseñaste. No me enseñaste las medidas, pero si me enseñaste al ojo como queda la textura de la masa, y que el secreto está en darle golpes hasta que me canse. Gracias a ti Ana y yo pudimos abrir nuestro negocio de polvorosas. Tú nos ayudabas a hacer las "bolitas" pero te confieso algo, las que tu hacías, yo las volvía a hacer porque a ti te quedaban choretas. Perdón por ser tan ridícula Abu.

 

                Cuando trabajabas en la Compañía Creole Corporation con Mr. Skim, aprendiste a usar la maquina de escribir y eras tan buena que te subieron de rango. Pero te casaste con mi abuelo y el te preguntó que cuanto ganabas, y te pidió que renunciaras y que el te ponía el mismo dinero en la mesa. Yo ni había nacido, pero lo imagino como si lo hubiera vivido.

 

                Como olvidar los días que te acompañaba a dormir. Me prestabas tu pijama larga y rosada, pero suavecita con olor a talco. Antes de dormir me hacías una sesión de cariñitos (los mejores de todos), pero sólo duraban 5 minutos porque te cansabas y tenías que terminar tu crucigrama. La última vez que dormimos juntas me acuerdo que me dijiste "No te muevas tanto perrito".

 

                En los almuerzos llegaban los comensales. Después de pelear contigo para que te sentaras en vez de ayudar en la cocina, comíamos los almuerzos preparados por Betty, Ledy, Tedy, como es que se llama? Bleidis abuela! Y lo que nunca faltó en la casa fueron los plátanos con azúcar, aunque al final la azúcar estaba en escasez.

 

                Tus frases siempre las escucho:

                                 Mi amor querido; las cuatro "C's", cama, casa, comida y compañía (yo las completaba con chocolate, cariño y carro). O cuando me decías: estas muy desnudita niñita, te vas a enfermar, quieres una lechita; o "Janet" estate quita, deja el fastidio; y recuérdame de darte un menudito antes de irte y cuando te quejabas de mis uñas rojas. Todas estas frases siguen presente en mi mente.

 

                El último capitulo, que fue tu partida también lo recuerdo. Me cuesta tanto creer que te fuiste, pero me consuela saber que no sufriste. Esta va a ser la primera Navidad sin ti, pero te prometo que todos vamos a estar felices por ti.