jueves, 23 de julio de 2015

LA TEMPESTAD

Calgary July 22, 2015

Truenos

      Relámpagos

               Granizo

                       Tornado

                                Lluvia

                                        Arcoíris

                                                   Cielo  azul

Del ventarrón que arrecia,  a la quietud que repara.

Fenómenos atmosféricos recientes en Calgary, en el mes de Julio.

Se parece mucho al clima en mi vida personal, en este particular momento de mi vida.

Aterrador

                Iluminante

                               Asombroso

                                         Escalofriante

                                                      Abundante

                                                              Esperanzador

                                                                       Cielo Azul          

Lo bueno es que al final todo termina con Arcoiris y Cielo Azul.

 


PD: Con esto de la proximidad del matrimonio de mi hija, trabajo nuevo (a Dios gracias, un mal (o bien)  necesario para nosotros los que tenemos un destino de trabajo), galería de arte en proceso, lento pero seguro; visitantes que pronto llegan, familia que tanta falta me hace, celebraciones en puertas, llenas de lluvias de abundancia y arcoíris de bendiciones… Y el buen Sancho,  en suma: una divina tempestad.
Sancho

domingo, 12 de julio de 2015

CALYPSO

Metí todo en el morral.

Mi equipo de supervivencia no ocupa mucho espacio: agua, una navaja, una cuerda, una muda de ropa, un mapa y todos mis miedos.

Estos últimos sobre todo, son de lo más compactos, pero pesan bastante.

Nunca salgo sin ellos.

Del miedo dicen, que lo más peligroso es no tenerlo.

Pero el exceso ahoga.

Revisé por última vez el equipo.

La ansiedad financiera estaba intacta y en su sitio.

El terror a la enfermedad, a los accidentes y a la muerte, cada uno en su compartimiento.  

En un bolsillo especial, la incertidumbre a eso que llaman futuro.

El mío, el de los demás.

Junto a mi crema protectora solar, puse ese otro temor que después de cierta edad, se instala en nuestro morral: miedo a perder la juventud, a la vejez.

Deseché  al menos por un rato, estoy de vacaciones,  esa otra pesada y antipática piedra en el morral: la ansiedad alimenticia, esa que ahora todo el mundo lleva  y es sumamente infecciosa; todo es malo, todo da alergia, o intolerancia, o inflamación, o da cáncer, o tapa las arterias.  

Y  por último, una de los más compactos y densos; quisiera uno ignorarlo, pero es irrompible, indestructible y térmico: el miedo a la soledad.

En fin, con mi morral listo, me fui en busca de aventuras.

Caminé hasta el río, me ajusté el chaleco salvavidas, eché la canoa al agua y coloqué mi morral de angustias, en un compartimiento impermeable.

La corriente me fue llevando.

Con los remos, intenté darle rumbo al bote, pero algo andaba mal.

El bote comenzó a dar vueltas en círculos.

El cauce se puso muy pequeño y las aguas aumentaron su velocidad.

Había muchas piedras a los lados y en el fondo.

Remé y remé, pero me era imposible mantener el barco  a flote.

Sentí mucho miedo.

Entonces me di cuenta, de que tenía que deshacerme de mi morral de supervivencia, a costa de hundirme en las aguas tumultuosas.

Tiré por la borda todas mis ansiedades.

Las vi desaparecer en un remolino que se tragó el rio.

Me dejé llevar por el silencio.

Me sentí parte de un torrente de vida.

Melódico y gentil.

Al cabo de unas horas, el rio me dejó en una bella playa de piedritas  multicolores.
 

PD: Mi esposo y yo, acatando a un llamado del rio nos compramos un bote, a quien llamamos Calypso. A los diez minutos de tenerlo, sentí terror y le dije a mi esposo que lo iba a vender.  Al final, a regañadientes y con todos mis miedos, nos fuimos de aventura y navegamos por el manso rio. Disfruté mucho el relajante y maravilloso paseo. Fue un arranque casi infantil, pero a veces hay que escuchar la voz de nuestro niño o de nuestro loco interior. No me arrepiento. Este breve relato es una pequena metafora de cuan inutil es el miedo a veces ( otras veces es mas peligroso no tenerlo, insisto). Pero, por supuesto, cada quien anda con su particular morral de angustias, de inseguridades e incertidumbres. Yo las deje en el rio, al menos por un rato.
CALYPSO