Sancho |
El inicio de la primavera
es un inmenso barrial.
Ese era mi
pensamiento al intentar esquivar pozos de agua, hielo y fango, mientras Sancho me
jalaba desesperadamente, moviendo su alegre cola como un largo plumero.
No hay
nada más feliz que la cola de Sancho, aunque tenga reputación de perro gruñón.
Lo entiendo, por
fin, algún olor interesante, después de este largo invierno.
Pasto húmedo, tierra,
raíces, hojas, semillas, excrementos de coyote, de oso, o de venado, todo esto
confundido con la tierra mojada y espesa que se metía en mis botas, no tan
impermeables como pensaba.
Entre charco y
charco, y haciendo proezas por no caerme, me invadió de repente un sentimiento expansivo.
Me extasié ante el rumor
de las aguas subterráneas, abriéndose camino.
El crujir de los
glaciares cuando se quiebran y se funden en el zafiro líquido de las aguas del
río.
El verde rubor,
apenas perceptible, en algunos árboles.
Las sombras violetas
sobre la nieve acuosa.
El incesante taladro
del pájaro carpintero, nuestro entrañable Toc Toc (Chispita)
En el medio de mi
ensoñación, me distraje y sucedió.
Sancho me jaló
durísimo y caí redonda, de culo, sobre un gran pozo de barro. Sancho me lamía la
cara, como pidiendo perdón.
Entonces, después de
exclamar algunas profanidades, tuve una especie de epifanía.
Este barrial que
anuncia nuevas armonías no es sólo agua con tierra. Es un lodo activado, fértil,
que contiene todos los nutrientes y las semillas para la regeneración de la
vida cada primavera.
Hice una sencilla analogía
con ese otro charco donde a veces caigo, por más que trate de esquivarlo: la
tristeza.
También en esa otra sustancia
densa y oscura que a veces amenaza con ahogarme, debe habitar la promesa de renacimiento.
Me propuse mirar a mi marea negra con otros ojos, como si fuera un lodo húmedo y fértil, donde una flor muy bella, un lirio blanco tal vez, volverá a renacer.
Me provocó chapotear
en el charco. Pero no hizo falta porque Sancho se sacudió y me llenó la cara con
el barro rejuvenecedor.
Regresé a casa contenta
y energizada.
Para celebrar, me di
un baño, largo, cálido, perfumado, renovador.
Bienvenida la primavera.
PD: Creo que la primavera
llegó primero a mi corazón que, a Calgary, pues aquí sigue nevando. Otro
detalle curioso es que el título “Lodo Activado” salió de mi cerebro reptil. Un
recuerdo fugaz de la ingenierita que habita en mí, de mis nunca bien ponderadas
clases de Ingeniería Sanitaria, por allá en los 80’s en la universidad. El Lodo
Activado es un método para potabilizar el agua (nada poético), si mal no recuerdo, pero me pareció,
en este caso, un adjetivo muy descriptivo para describir el barro de primavera.