miércoles, 27 de febrero de 2013

LA PUNTUACION


Dicen que en el rostro está escrita nuestra historia.
Lo malo son los signos de puntuación: la boca entre paréntesis, los ojos entre comillas,  acentos graves, agudos y circunflejos en el ceño y la frente; y sobre todo la ~ con exclamaciones  que acompaña el paso de los años.
Este post  es un ataque de frivolidad,  disculpen, es terapia, como leer el Hola.
Es que últimamente he estado muy seria. (Al final les dejo un chiste)
Por ser mi cumpleaños pronto ( en Abril), y con un dinerito extra que entró este mes, pues le dije a mi esposo que me iba a hacer un tratamiento de belleza.
Si he de contar una historia con mi rostro, ¿por qué no refrescarlo?
La verdad, me gusta verme y sentirme bien, pero nunca he sido muy disciplinada ni con la dieta, ni el ejercicio, ni las cremas.  
Mi cuerpo y piel han sido nobles ante mi descuido, pero los años, los excesos, las indulgencias no perdonan y la gravedad tampoco.
No digo “de esta agua no beberé” y he visto contados casos muy exitosos,  pero, aparte que me da miedo y que mi esposo me mataría (él tiene sus pink glasses y cree que soy Miss Universe y yo no lo contradigo),  creo que si uno exagera y entra en el túnel sin retorno del Botox y la cirugía, pues como que, no solamente se distorsiona la historia que nuestro rostro cuenta, sino que se produce una incoherencia imposible de disimular, tan notoria y más terrible incluso que verse vieja, una desconexión energética entre piel, cuerpo, tono, aliento, voz;  una desarmonía, que no admite resolución musical.  
Como una página  escrita, no solamente sin signos de puntuación (tendencia muy vanguardista y que me desconcierta, pues no sé si es que mientras menos entiendo mejor es el escritor  o yo más bruta), sino sin sustantivo, ni complemento, sin verbo, sin acción, ni emoción.
Como si la cara se quedara sin palabras.
Bueno, pero igual, voy a hacer mi cita para mi facial. 
Algo relajante, nada aterrador (por ahora).
Probablemente pierda la plata y salga igual que como entré: con mis acentos y paréntesis, mis signos de puntuación intactos.
El prometido chiste (porque últimamente he estado muy seria y grave)
En la consulta, el cirujano plástico le pregunta a la paciente que se ha hecho cirugía en todas partes del cuerpo.

-¿Hay algo más que quisiera hacerse?
La paciente le responde:
-Si doctor, me gustaría tener los ojos más grandes y expresivos!
-No hay problema – respondió el doctor.
-Enfermera, por favor pásele la factura!
 

viernes, 22 de febrero de 2013

HOT TODDY




Tengo gripe.

Y esta noche, mi esposo, en nuestro usual intercambio de “small kindness”, que dicho sea de paso, es la clave de un matrimonio feliz, se ofreció a prepararme un Hot Toddy.

En Venezuela creerán que es nuestra tradicional bebida achocolatada. Pero mi esposo ingles me enseñó que un Hot Toddy es:

 “a warming blend of spices and sweet honey aroma, the perfect comforter that will soothe any aches, pains or winter snuffles”
(al final les dejo la receta)

Así, me preparo para una muy placentera noche de viernes, con chimenea, Sancho, Toddy,  gestos amables y kleenex.

Tengo mucha suerte.

Mi esposo es hombre de pocas palabras. Él solo habla, como diría Jorge Luis Borges, si “puede mejorar el silencio”.

Pero de repente, out of the blue, cuando termina una partida de Sudoku, suelta  frases como : You are the love of my life, did you know that?

Y yo, como buena venezolana, en vez de  responder: Me too, I love you, etc, etc, contesto : Really?

Nosotras las latinas necesitamos reafirmación constante. ¿Tú me quieres? o ¿Me veo gorda? o ¿Estoy fea?... si, todavía…  a estas alturas de mi vida.

Soy insegura y celosa  a ultranza.

Pero anoche, y es hoy, cuando caigo en cuenta, entre esas frases sueltas, que surgen espontáneamente, de nuestros silencios tan elocuentes, fui yo la que soltó una declaración muy importante.

No otra validación de mis propios complejos , y que si no obtengo la respuesta que quiero (Yes I love you, you are beautiful, you are not fat at all), provocaría la tercera guerra mundial.

Así sucedió: (disculpen, y yo que quiero escribir súbito)

Todos saben que mi esposo colecciona mundos ( Ver post Coleccionista de Mundos)  y mi hija, para su cumpleaños ( Feb 14)  (oh sorpresa), le regaló un globo en blanco, con un marcador en su eje.

Una especie de libreta esférica.  Muy original.

A mi esposo le encantó y en una de sus disertaciones, donde “improves the silence” entre Sudoku y Sudoku,  me dijo que iba a pintar el mapa de su propio mundo. Tres países grandotes, Venezuela, Inglaterra y Canadá.

Y aquí fue cuando, tuve mi momento de inspiración y respondí:

Si yo tuviera que pintar mi mundoI will paint you …‘cause you are my love,  and love is my continent…

Algo así,divinamente cursi, que más da, después de algunos vinos, no sé cómo fue la entrega.

Tampoco recuerdo qué me respondió Meen y la verdad no importa (no fue Really?).

Volvió a su Sudoku y yo a mi periódico.

Así son nuestras veladas. Tranquilas, silenciosas. Amables.

Donde el amor, sin esfuerzo, se escapa del pecho, en dos o tres palabras, que quedan en nuestras almas, como un pañuelo de seda.

La noche de hoy será especial, con gripe, un nuevo bebe en la familia, (Catalán por cierto), Sancho y Hot Toddy antes de dormir.

La verdad, que gripe tan buena.

A continuación la receta del Toddy (Sancho de testigo asoma'o):

5 clavos de olor

2 rodajas de limón

2 onzas de whiskey

1 onza de jugo de limón

 2 cucharadas de miel

 Media taza de agua hirviendo

miércoles, 20 de febrero de 2013

SOLDADURA DE ORO


Fue una explosión inesperada.

La taza se volvió añicos.

Entonces encontré lo que buscaba, al menos en estos días de silencio: el número 42, el sentido de la vida.

Será que tengo en el pensamiento a una amiga, una princesa, que pasa por una gran pena.

Recordé al poeta Cesar Vallejo,,, hay golpes en la vida...

Recordé un  libro que leí hace poco y que no me gustó tanto, a excepción de una frase muy elocuente que dice, que pareciera que,  el éxito en la vida es la manera como uno sobrelleva la pérdida.

 Y es que, la vida  ¿como que es una larga historia de pérdidas?

Desconcertada, por el súbito estruendo, miré mi taza vuelta pedazos en el piso.

Dicen que lo que se rompe ya no se puede arreglar, o ya nunca es igual.

Decidí que... depende…

Tomé los pedacitos de mi taza  y me afané en rescatarla.

En el intento me astillé un dedo y sangré, pero seguí en la tarea.

Porque si la vida le quiebra a uno la taza, así, inesperadamente, como puede pasarle a cualquiera, de un resbalón, en un momento de descuido, pues, pareciera que,  lo mejor que uno puede hacer, después de pasado el golpe, el desconcierto, el desconsuelo,  la noche oscura, la tristeza infinita, pues,  lo mejor es dedicarse a pegar  lo que queda.

Y así lo hice mientras pensaba en mis propias pérdidas, mis cicatrices. Se va la niñez, la juventud, la salud, a veces, el vigor, los padres, la mesa concurrida, los amores, hasta la memoria se va...

Las tazas rotas traen lágrimas.

Cuando vi los trozos de porcelana en mi mano, me di cuenta que una goma ordinaria no lograría ningún resultado.

Y fue allí donde encontré, el número 42,  el sentido de la vida.

Y allí quedó: un recipiente único, una taza de lujo.

Como si la pega, el número 42, le hubiese dado una condición áurea a la losa rescatada; como una soldadura de oro.

La tacita es ahora un recipiente delicado y fuerte, una pieza  de interés irresistible, capaz de contener nuevamente, una bebida dulce, caliente y reconfortante.

Como dijo mi poeta favorito Jaime Sabines, palabras más o menos…qué hermosa es la vida, como nos arruina a cada instante, como nos enriquece…
Ánimo, querida amiga…
 
Con mi taza reconstruida en la mano, te recuerdo...

P.D.: Para entender lo del 42, hay que leerse el libro "The Hitchhiker Guide to the Galaxy", es una larga  e interesante historia.

miércoles, 13 de febrero de 2013

CANCHUNCHU


Después de que termino de vestirme y maquillarme para ir a la oficina,  cada día, algo en mi permanece desnudo y desabrido.

No importa cuántas capas de ropa me ponga o cuántos centímetros de friso (maquillaje) me unte.

Por dentro sigue el gris y el frío.

A esa hora, solo el café  me ayuda a persistir, a no insultar a quien se me atraviese y salir a trabajar.

Pero hace pocos días, llegué a la oficina con un aire barroco y teatral encima ( o debajo) de mi smart casual ( el dressing code de lunes a jueves, el viernes es sarrapastroso chic)

Y es que mi ser fantasmagórico y gris, ese que a duras penas se levanta para  ir a la oficina todos los días, se terminó de vestir  gloriosamente en el carro.

Llegué a la oficina trajeada de ``Canchunchu florido``, cubierta de amaneceres dorados, montañas de plata, vapores de ríos, lunas colgantes.

Nadie lo notó.

El ambiente de la oficina es capaz de neutralizarlo todo.

Sin embargo, en mi propio reflejo proveniente de la computadora, pude ver, aparte de mis ojeras negras, mis rayas torcidas, mi pelo desordenado, mi rostro cansado…. un guiño, un misterio, un bronce triste, una nota brillante,  un querer intenso, una canción, una luna delgadita, como una grieta en el cielo,  un espejo, un loco, un niño,  un brevísimo relámpago de poesía, un canchunchu.

Mi doblegado ser, vestido de verdades y sin maquillaje,  se asomó.

Respiré aliviada.

Todavía estoy aquí.
Nota: "Canchunchu Florido" es una cancion venezolana, que estaba escuchando en mi carro una de estas mananas gloriosas de Febrero. Aqui el link con la letra, se consigue en you tube por Gualberto Ibarreto
http://www.venezuela.ch/cancionero/canchunchuflorido.html
 

jueves, 7 de febrero de 2013

TRADUCCIONES


Todos los días tengo que hacer un viaje tortuoso y agotador.

Un viaje sin distancia.

Y esto me hizo recordar una anécdota (disculpen).

Niña de cinco años:

-      Mami, tengo que hacer una “sentence”  con la palabra  “home” ¿qué “finifica” “home”?

La mama, (yo hace veinte años) (impaciente ):

-¡Hogar! ¡Cuántas veces te lo he repetido!, ¿cómo es posible que no sepas que “home” es hogar, hogar, ¿entendiste?, ¡Hogar! ( si ya sé, child abuse)

Al rato:

-      Mami revísame las “sentences”.

La mama (yo) revisando el cuaderno:

-      Oración# 1: Help! Help me! I home! I home!

La mama (yo) sorprendida:

-      Nene, ¿qué clase de oración es esta?. I home I home! No te dije que “home” es hogar?

-      Bueno mami, hogar de “hogarse” ( ahogarse)

(risas)

Mi hija, hoy en día, habla un precioso inglés, igual que mi hijo.

Pero a veces a todos nos pasa: vivir en inglés nos agota.

Vivir en inglés es mucho más que cambiar de idioma.

No es un asunto de palabras, que ya dominamos.

Es la voz, los gestos, la entonación, la sonrisa (no sé por qué, mi sonrisa en inglés es bobalicona), hasta mi nombre es el de otra persona.

Es ausentarse a un lugar lejano.  Todos los días.

Es el viaje sin distancia.

Como si lo sacaran a uno de su “home”.

Lo más absurdo es que estoy casada con un británico. Pero en ese caso nada de esto aplica.  

El amor es poliglota y la piel se expresa mejor en el silencio.

Mi esposo británico, insiste que nuestro inglés  criollo es mejor que el de muchos canadienses.

Por supuesto, como  dicen,  dos pueblos separados por el mismo idioma. (Ingleses y norteamericanos, incluido Canadá)

Pero igual nos agota.

Cuando llego a mi casa todas las tardes.  

Llego a mi “home”.

Mi hogar de adentro.

Mi hogar de “hogarse".

Después de veinte años, es que me estoy dando cuenta de que traducir la palabra “home” no es tan elemental como parece.

Es una palabra cambiante y fluida, como el agua. Un lugar donde suceden todas nuestras transformaciones.

Hoy en día mi  “home” es mi regreso.

A la sonrisa franca, a la entonación honesta, al gesto suave, a mi nombre castizo. A mis amores, mi silla,  mi periódico, mi vino, mis espíritus, mis nostalgias,   al español, a mi perro.

Home de hogar .  “Hogarse” de Hogar. Hogar de “hogarse”.

Que más da. Yo solo quiero descansar.

domingo, 3 de febrero de 2013

MAUVE


La palabra paciencia es  de color malva.
(mi esposo dice mauve, que suena más glamoroso)
Aquí estoy, estambre y agujas en mano.  
Decidí cultivar la virtud de la paciencia, cosa que me hace mucha falta.
Para no parecer tan abuelita (aún no estoy en la edad del “Ah bueno…” como decía mi mama, al final les explico), puse música de Pink Floyd  a todo volumen y me serví un vino.
Con esta atmósfera, monté los puntos en mi estambre maravilloso, color  mauve y comencé a tejer mi suéter.
Julio Cortázar  en su magistral cuento, “Casa Tomada”, dice que tejer es el gran pretexto  que encuentran las mujeres para no hacer nada.
Siempre me impactó esa frase, y quizás por eso, aunque soy pésima, me encanta tejer.
Sin embargo, yo digo que tejer es uno de los actos más creativos y nobles de la humanidad.
Un ejercicio de la paciencia, donde cada punto, coherente y pausado, al derecho, al revés, va creando,  un patrón intrincado, texturas lujuriosas, ricas, sedosas, peludas, que al final completan una historia, un destino creativo. No existe tal cosa como un error cuando uno teje, si uno se equivoca, encuentra uno su propio arte, como en la vida.
Con todo y este ánimo tan loable, mi ejercicio de paciencia  de tonos morados, comenzó a dar al traste.
En breve, unos cuantos “shit” o “mierda”, hicieron que mi esposo dijera:
“Oops things are not going so well”.
Efectivamente.
Los puntos me quedaron muy apretados, así que los tuve que desbaratar.
Después, claro, conté mal y el “moss stitch”, muy fácil pero que requiere algo de atención,  me quedó torcido.
Así que a desbaratar otra vez.
Con las manos engarrotadas, el hilo de mi paciencia se desvanecía.
Respiré hondo y volví  a empezar.
Al rato, otra vez, los c#ñ*! y otros improperios, junto a la guitarra Dave Gilmour.
Si tejer es la historia de un destino, pensé,  el mío es bastante profano.
Desbaraté.
No iba a renunciar a mi  proyecto, mi historia, mi obra, mi suéter color paciencia.
Persistiré.
Si algún día  logro domesticar esa virtud, así mi tejido quede amorfo y poblado de imperfecciones, será una prenda de vestir noble y llena de grandeza.
Un suéter color malva o mauve,  que llevaré puesto mientras viva.

La explicación prometida:
Mi mama, pasados los ochenta largos, decía que ella ya estaba en la edad del 
 “Ah bueno…” , porque cuando se muriera  y preguntaran:
-¿Qué edad tenia?
- Ochenta y siete.
La gente diría:
- Ah bueno…
Me falta bastante, pero espero, junto a mi paciente esposo, llegar a esa interesante edad.