Mi hermano (q.e.p.d., hace tiempo
que no lo citaba) decía que: "del cuello para arriba, él era feo, y del cuello
para abajo era feo con bolas". La primera
vez que me lo dijo creo que me dio un ataque de risa que me duró como media
hora. Y todavía me rio.
Y esto sobre la fealdad o
la belleza, es porque en estos días,
hice un test de gerencia, para reconocer
la personalidad narcisista. Afortunadamente pasé y salí normal (saqué 14, y de 12
a 16 es normal; las celebridades, aparentemente sacan de 18 a 21)
Me alegré, la verdad,
porque en verdad, no sé, a veces creo que soy insoportable. Es de familia y también
parte del gentilicio venezolano: Somos… soy competitiva, contestataria, me
gusta tener la última palabra, segura de mi misma, a veces ( y la seguridad en
uno mismo, casi siempre viene acompañada de arrogancia)…en fin, un horror, pero
al menos no tengo personalidad narcisista, según los psicólogos.
Yo digo que la mujer
venezolana, me incluyo por supuesto, está descrita perfectamente en la canción llamada
“La Bikina”, que canta magistralmente Gualberto Ibarreto…. “Orgullosa, altanera
y pretenciosa”. Yo agregaría otros mil adjetivos para la mujer venezolana…
echada pa’lante, bella, competente, talentosa, glamorosa, íntegra en su femineidad
que jamás compromete ni siquiera cuando tiene que ejercer roles de hombre. Yo
digo que las mujeres venezolanas lo tienen todo, pero, ¿una perita en dulce?
..no creo.
Mi esposo, la persona más inteligente que conozco en el mundo, me ha temperado el carácter, sobre todo desde que me compró la franela (o T
shirt): “You can agree with me or be wrong”. Entonces comprendí lo “annoying”
que es una persona que se las sabe todas.
Un monólogo tóxico.
Ya no tengo urgencia en tener
la razón todo el tiempo ( es rico pero, ni modo), ni sostener la ultima palabra, más
bien trato de reírme de mi misma lo más posible, intento disculparme al
instante si “meto la pata” con alguna chocancia, pero al final, qué difícil….
Volviendo al test, una de
las preguntas era, que si me gustaba mucho verme en el espejo. Contesté que no
sin titubear.
Y es que creo que, así
como existen hoy en día televisores de alta resolución, pues pareciera que también
inventaron los espejos “high definition”.
Cada día es un
descubrimiento, detalles de mi cara y cuerpo que no estaban ayer, y de pronto,
aparecen “tecnologicamente”.
Así que, al espejo, lo respeto, pero lo
confronto tangencialmente y a media luz si es posible. Por algo siempre me he
considerado anti-tecnología.
Una de mis escritoras
favoritas, Rosa Montero, dice que llega
un momento en la vida en que uno se vuelve invisible…
No estoy de acuerdo.
Como una vez leí por ahí…
nadie envejece si conserva el deseo de gustar.
No soy narcisista gracias
a Dios, pero el glamour es lo último que se pierde y como decía mi hermano
Rafael (q.e.p.d.), experto en reírse de si mismo:
“Es que yo tengo cara de ángel
caído del cielo…pero... caí de cara…”
(Risas)