martes, 29 de octubre de 2013

DIFERENCIAS


“Always remember that when a man goes out of the room, he leaves everything in it behind... When a woman goes out she carries everything that happened in the room along with her.”

 

"Recuerda, cuando un hombre sale de una habitación, deja atrás todo lo que pasó en ella... Cuando una mujer sale de una habitación, carga con todo lo que  allí paso consigo"
ALice Munro "Too Much Happiness"
Según Alice Munro nuestra nueva Premio Nobel de Literatura (y digo nuestra porque ya me siento un poco de aquí)  nosotras las mujeres andamos por la vida arrastrando un largo tren de habitaciones.

Nupciales, conyugales, de hotel, motel, sala, comedor, oficina, baño; todo lo que ocurre entre cuatro paredes,  se queda en nuestro morral de angustias  por el resto de la vida.

Para mi es una frase magistral que ilustra elocuentemente la diferencia entre los hombres y las mujeres.

Mucho se ha escrito sobre el tema y  yo no voy a elaborar en ello, por ser un tema álgido y este blog, no tiene tal profundidad ni pretensión.

Yo siempre recuerdo lo que dice Víctor Hugo, aquello de que, el hombre es poderoso por la razón y la mujer es invencible por las lágrimas.  (a veces funciona)

Creo que me quedé  anclada en el tema de las diferencias entre nosotras y el sexo opuesto y esta mañana, mientras me arreglaba para ir al trabajo, se me presentó  una con sobrecogedora sencillez.

Antes de continuar con la lectura de " Too much Happiness" de Alice Munro, orgullo de mi país adoptivo, les dejo el testimonio gráfico de mi epifanía y  para compensarlos por  el trauma del hiper-realismo (cosa de la cual huyo generalmente), les regalo el Idioma de Mujeres. (lo rescaté de mi carpeta de chistes)
Y disculpen otra vez, es que estoy de ánimo alegre, como el maravilloso  libro de Alice Munro.
 
ELLA ( El laboratorio)
EL


 IDIOMA DE LAS MUJERES
  • Sí = No
  • No = Sí
  • Puede ser = No
  • Lo lamento = Me importa un bledo lo que pienses
  • Necesitamos = Quiero
  • Es tu decisión = Lo vas a lamentar
  • Hacemos lo que tu quieras = No te lo crees ni tú, haremos lo que yo quiera
  • Haz lo que quieras = Me las pagarás
  • Tenemos que hablar = Tengo que hablar
 
 
 


 

sábado, 26 de octubre de 2013

GELATINA


Todas las mañanas me emborracho.

Pero no con alcohol. (en la noche ya es otro cantar)

Me emborracho con los colores del amanecer, con  los árboles que lloran hojitas amarillas; con los vapores del río que, en esta época del año se vuelve vidrio y con las gaviotas que pasan por mi ventana (si, en Calgary hay gaviotas extraviadas, creo que recuerdan que, Alberta,  antiguamente, era un mar)

Una feliz embriaguez que me da la ensoñación necesaria para empezar el día.


Una entrañable amiga, en un reciente viaje, me recordó una frase que le dije hace años, en una etapa muy plácida de mi existencia; esas pequeñas treguas que la vida me ha concedido, y que claro, no duran.

En aquel entonces mis días navegaban en una balsa de bambú, donde sólo se escuchaba el ruido de los remos cortando el agua.

-      ¿Cómo estás? – me preguntó mi amiga B.

-      Si estuviera más relajada me convertiría en fluido – le contesté.

(risas) (¡qué tiempos aquellos!)

Hoy en día no podría contestar eso.

De fluido, he pasado a ser más bien gelatina (mi hija diría que por la falta de gimnasio y tiene  razón)

Un estado consistente, con suficiente tensión capilar como para no desparramarme; pero tampoco tan rígido como para andar por la vida con el alma almidonada.

La extrema fluidez lo satura a uno de descanso.

La extrema rigidez es sólo buena para una cosa (y eso me recordó una caricatura que intentaré describirles al final)

Ayer fui al mercado, y compré gelatina de varios sabores y colores.

Y me quedé mirando sus jardines colgantes de luz danzarina.

La gelatina baila.

Y hay algo de infancia, festiva y colorida,  atrapada en ella.

A veces extraño ser fluido, pero ahora que la vida cuajó, es tiempo de gelatina.
Fotografía cortesía de Leo Pérez ( mi hija)

Mi personal toque de humor, disculpen:

La viejita ante la urna de su esposo piensa:

“Al fin rígido”

martes, 22 de octubre de 2013

YES


-      No.

Un “No” sencillo y rotundo.

Inobjetable.

Esa fue la respuesta de mi esposo, después de unos cuantos segundos cavilando,  cuando le pregunté si  recordaba algún olor que lo remontara a su infancia.

Por supuesto yo insistí.    

-      Pero, por ejemplo, algo que tu mama cocinara, o la grama de la campiña inglesa, o el olor de las casas de piedra, o de los pinos...

-      No.

Otro “No” irredimible y absoluto.

 Es que yo cuando me pongo sensible, como en este mes (recuerden el mes de mis melancolías, por esas ausencias que nos hacen sentir tan vulnerables) se me desanudan los olores del pasado, como si se deshilaran de una madeja infinita.

La humedad de las paredes.

El jarabe para la tos.

Los libros viejos que hacen estornudar.

La lavanda del pañuelo de mi papa.

La felicidad que huele a canela.

El cobijo  tiene el olor de la levadura.

El consuelo  es mentolado.

La muerte huele a metal fundido.

La compañía  a jalea de mango.

En fin… me pierdo en los olores y me regocijo en ello.

No puedo entender que mi  flemático e inglés esposo, a quien amo profundamente,  no pueda recordar ningún olor de su infancia.

No me atrevo a volver a inquirir, lo conozco demasiado.

Así que cambié el tema.

Le pregunté:

-      Are you happy?

Y me contestó:

-      Yes.

Un “Yes” sencillo y rotundo.

Inobjetable.

miércoles, 16 de octubre de 2013

EN UN BAUL TENGO


Es un ejercicio para la memoria.

Neurobics, lo llaman, o aerobics para las neuronas.

Como he dicho otras veces, hay tres signos de envejecimiento. El primero es la pérdida de la memoria, y los otros dos se me olvidaron.  ( es uno de mis chistes favoritos, disculpen si ya lo he repetido otras veces, por razones obvias)

O como las amigas que se reúnen cada veinte años  para ir al restaurant Vista al Mar.  A los veinte porque los mesoneros son bellos y usan franelitas pegadas. A los cuarenta porque la comida es sana y la vista es linda. A los sesenta porque el restaurant tiene ascensor y acceso de minusválidos. Y a los ochenta, porque nunca han ido y lo quieren conocer. (me encanta ese chiste en versión resumida)

Pues bien, como un ejercicio de memoria,  quise hacer un recuento de algunas cosas que tengo en mi baúl.

En un baúl tengo:

Un país lleno de gracia llamado Venezuela.

Algún día ha de volver.

Unos cuantos amores contrariados.

Almuerzos prolongados con niños y viejitos.

Muchos errores, empezando con la ingeniería.  No es lo mío, pero me alimenta.

Algún que otro acierto.

Maternidad.

Placidez que huele a bebe y a talco.

Borrasca.

Más errores.

Una duda. Un diagnóstico. Una operación. Una rosa.

Una pena, que mi mama quería intercambiar conmigo.

La vida que sigue su curso inexpugnable.

Una pelota que se eleva y marca mi retorno.

Los amores ardientes. ( el cuento que escribió mi hija en tercer grado, todavía nos reímos)

Llorar con llanto. Guerra a puños.

Amor.

Amor de hombre.

“Te quiero, porque quiere quererte el corazón…”
Mas nada.

Tierras exóticas.  Elefantes, bazares, sedas, perfumes.

Océanos.

Sábanas hechas de poesía.

En un baúl tengo muchas cosas.

Gracias a Dios todavía me acuerdo.

Toco madera.

 - Toc toc…

-¿Hay alguien en casa?- pregunta el osito

-No – contestó el conejo.

(Dsculpen, hoy tuve un día horrible en el trabajo. Esta es mi particular manera de olvidar)

jueves, 10 de octubre de 2013

AS DE TRÉBOL


Todas las  penas y  todas las alegrías del mundo  se consiguen en un mazo de barajas.

La suerte, Dios o el destino, barajea.

Uno pica.

La vida reparte.

Se traza la estrategia, se reúnen tréboles o corazones, diamantes o piques.

De pronto viene la carta de la suerte.

Y uno se frota las manos, creyendo que va a durar la racha.

Entonces viene la baraja de la adversidad.

Nadie se escapa.

La de la suerte resuelve todo, como la nota musical precisa, que  define una  alegre melodía.

La de la adversidad se lo lleva todo al traste.

Pero lo pone a uno a pensar, a cavar hondo y profundo.
Sin descanso.

La adversidad es movimiento.

Se cambia la estrategia. Se presta más atención.

Siempre hay esperanza de que la suerte cambie o el contendor se descuide.

La esperanza no se pierde jamás, ni siquiera cuando finaliza la partida.

Como que la vida se parece a un juego de cartas, donde se barajea la gloria y la adversidad, la pena y alegría.
La esperanza.

Todas las combinaciones  y sus transformaciones alquímicas,  con igual probabilidad.

Mi esposo me dijo, ya con tono de irritación ( odia jugar cartas, pero lo obligué):

-      Will you give me all your Queens or not?

Yo salí bruscamente de mi reflexión y le dije, con inconfesable gozo:

Go fishing!

En español: Péscalo!

Refunfuñando,  pescó una carta del mazo y botó justamente la baraja que tanto necesitaba.

El As de Trébol

La carta de la felicidad, la esperanza y la alegría inesperada!

Gané!

Si, como que la vida se parece a un  juego de cartas, y si se barajea despacio, mejor!

 

Todas estas cosas pasaron por mi cabeza jugando una partida de cartas. (en honor al calendario de Octubre para recordar a mi mama, ver post anterior)

lunes, 7 de octubre de 2013

BUENA INVERSION


 
El hombre salió de la oficina del registro satisfecho de la excelente inversión que acababa de concretar.

Ahora sí que era un hombre exitoso.

La propiedad que había adquirido era un palacio de dimensiones grandiosas.

Pisos de mármol, columnas de alabastro, paredes tapizadas en seda,  arañas de cristal colgando de los techos, patios internos con fuentes cantarinas, jardines  con laberintos, rosales y aves exóticas.

En aquel palacio sería inmortal, sería feliz.

Presuroso, se dirigió a inspeccionar su nueva  propiedad.

La fachada era imponente.

Complacido, abrió la inmensa y pesada puerta de madera tallada.

Pero no más traspasó el umbral se sintió estafado.

Apenas dio unos pasos sobre el mármol helado, le resonó en los oídos su propio miedo.

De pronto, trastabilló y cayó por las escaleras.

En balde quiso aferrarse a las columnas alabastrinas.

Con sus uñas rasgó las paredes de seda.

Los cristales de las lámparas estallaron en añicos sobre su cabeza.

Había sido víctima de un fraude.

En esa casa sólo habitaba la miseria. Había sido una pésima inversión.

El hombre caía, por la escalera infinita,  mientras blasfemaba y maldecía a quien lo había engañado.

El abismo, en una incontenible nausea,  devolvió el eco de ese grito:
 
Era su propio nombre.


“El rey preguntó a sus astrólogos cuanto viviría, para ver si su inversión en un palacio era buena. Los astrólogos le dijeron que viviría 1000 años, y desistió del palacio, diciendo que, para ese tiempo, una choza bastaría.”
Baltazar Grazián “El Criticón
 
P.D: Bueno, disculpen,  me salió este cuento después de un viaje maravilloso, desde el punto de vista de la amistad y el afecto, pero donde escuché tantas inverosímiles historias de la vida real, cosa inusual en el aislamiento donde transcurre mi vida, que estoy esperando a que todo encuentre finalmente su estado de reposo. Lo que me gusta es que escribí un cuento, bueno o malo y no una aburrida anécdota personal como suelo hacer. La frase final la encontré en uno de mis cuadernos viejos y me pareció absolutamente genial!