lunes, 30 de diciembre de 2019

PRESENCIA




Puede ser callada o elocuente.

Tímida o expresiva.

Alegre o taciturna.

Cercana o en la distancia.

Mística o terrenal.

Las reglas de la física no aplican.

Es la cualidad de estar, cuando el momento lo requiere.

Es la presencia.

Un gesto, la palabra precisa en el instante justo.

El comentario gentil.

La llamada cariñosa.

El abrazo tangible.

O el invisible.

El sutil arte de la compañía.

¡Qué sería de mí sin quienes me la han brindado, sobre todo en mis días tristes y melancólicos, como estos, en que termina otro año sin ti!

Gracias por sus presencias en mi blog y en mi vida.

Feliz Año 2020!

martes, 24 de diciembre de 2019

UN SUAVE RESPLANDOR


Hay en mi hogar, una extraña luminosidad.

Un suave resplandor de lumbre y olor a madera.

Es la Navidad.

La vida, o bueno, al menos la mía, ha transcurrido entre ruinas y milagros.

Ya lo dijo el poeta: Qué hermosa es la vida! Cómo nos despoja todos los días, como nos arruina implacablemente, cómo nos enriquece sin cesar!(Jaime Sabines, mi poeta de cabecera)

Pero también concluyo que son más los milagros que las ruinas, como he citado muchas veces en este blog, “Hay dos clases de personas, las que no creen en los milagros y las que creen que todo es un milagro.”

Me cuento entre las segundas.

En mis agónicas últimas navidades, esa época en que parece decretarse la alegría, he hecho como se dice en mi tierra, “de tripas corazones”.

Y es que la alegría obligada, no alegra…

Pero este año, vinieron los duendes y me ayudaron a que mis cachivaches viejos de Navidad, brillaran con otro resplandor.

Con la leve llama de la gratitud, por lo que tengo, y no por lo que he perdido.

Recibo en mi corazón la luz del inmenso mensaje de bondad y humildad que nos ofrece el Niño Jesús.

Sólo eso reconforta.

“Niño Lindo, ante ti me rindo…”, como dice la canción.

¡Feliz Navidad, desde la Calle del Eco!

martes, 10 de diciembre de 2019

TRABAJO NUEVO



Dicen que empezar un trabajo nuevo es una situación de alto estrés, comparable con un divorcio (check), o la pérdida de un ser querido (check).

Exageran.

No es comparable, pero sí tienen en común, que de alguna manera es un tránsito por un territorio desconocido, y todo lo inexplorado siempre tiene algo de aterrador.

Caras nuevas, espacios nuevos, procesos nuevos, café nuevo, sistemas nuevos, jefe nuevo.

Lo he vivido muchas veces en mi vida profesional y la verdad, siempre es una circunstancia llena de temores, miedo a no dar la talla, horror al fracaso, en fin.

Diríase que ya uno tiene experiencia y debería resultar más fácil, pero no.  

Comenzar un trabajo nuevo genera cierta, o más bien bastante, ansiedad.

Es una conquista, como quien descubre otro planeta y poco a poco, aprende uno primero a respirar.

Después a moverse, con cautela, para no alterar ánimos u ofender egos.

A mostrar seguridad sin arrogancia, lo más difícil. Casi siempre la seguridad en uno mismo viene con arrogancia.

A golpes he aprendido que, como dijo James Barrie, autor de Peter Pan, "La vida es una larga lección de humildad."

Hoy, en mi afán de intentar ser “agradable”, en mi elocuencia latina (mover demasiado las manos cuando hablo) le derramé, a uno de mis compañeros, el termo de agua sobre todos sus papeles importante.

Ayer, borré un archivo, accidentalmente. Gracias a Dios existe eso que llaman “retrieve versions”, y no hubo daños colaterales, y nadie se dio cuenta.

En fin, la conquista de este nuevo planeta es lenta y accidentada, pero sostenida e inquebrantable, cautelosa pero firme.

Y sobre todo, infinitamente interesante.

Más que la experiencia laboral, la experiencia humana.

Hay obstáculos, pero como leí una vez, “…los obstáculos en la vida, son la vida.”

Ya cumplí un mes en mi nuevo trabajo y voy bien.

Creo.

Mañana le llevo chocolates al que le mojé todos sus papeles.