lunes, 25 de junio de 2012

EL AGUA LOCA



Haciendo un recuento de la semana en busca de un algún momento sobresaliente, un instante de intensidad, algo memorable, pues lo único que me vino a la cabeza con esas características fue anoche,  cuando se me pasó la mano echándole picante a unas pastas y estuve viendo al diablo como por media hora.  

Es un picante trinitario, delicioso, que me trajo de su pais uno de mis “Reyes Majos”( ver post de Enero), Laurence, dos metros de bondad ambulante. Este es un picante de esos que mi hermano llamaría, “Picante Campana”, porque pica y repica. (mi hermano Rafael, Q.E.P.D, ya es presencia cotidiana de este blog, y en verdad creo que hubiese sido mi más asiduo lector si estuviera vivo)

Volviendo a mi vida, francamente, si haberme convertido en dragón por diez minutos, fue lo más mágico que pude hallar en la semana, es como para reflexionar un poco.  ¿Será que es hora de remodelar la casa; o de hacerme el botox; o meterme en un curso de grafología precámbrica; o de planificar una excursión al Kilimanjaro; o irme en misión humanitaria a Kenia; o ir a fotografiar orquídeas en Borneo; o estudiar cocina contemporánea, mención fusión molecular (la misma que decía mi hermano, se llama así porque te sirven una molécula de cada cosa en el plato)? ¿Será la pre menopausia?

 En fin, ¿será el momento en que necesito introducir algo de interés en mi existencia, una salsa picante pero para la vida?

Entonces, como esa lista de cosas por hacer me pareció muy complicada, sin pensarlo mucho, decidí no hacer nada y quedarme con mi vida actual donde no pasa gran cosa, a Dios gracias.

Decidí sacarle provecho a  mi trivial “magic moment” de la semana, disfrutando del fogonazo que sentí en el paladar con el picante trinitario y que intenté neutralizar con un trago de Whisky de Malta, que mi esposo colecciona, un Macallan, que me propinó un nocaut técnico y  que me hizo olvidar si lo que se me estaba quemando era la boca o el dedo gordo del pie. Fuego mezclado con  “Uisge Beatha”, agua de la vida en gaélico. Agua loca,  en venezolano.

Al  final con todo esto del picante y el Whisky, sentí dolor, placer, lloré y me reí. ¿Qué más intenso se puede estar? –me pregunto.



lunes, 18 de junio de 2012

EL BUZO


La semana pasada hice un curso de H2S, un gas que puede encontrarse en las refinerías y áreas de trabajo, que si lo respiras, te mueres en el acto.

En el curso tuvimos que hacer una demostración de cómo ponernos un tanque, parecido a uno de buceo pero más grande (dejo para el final otro chiste de mi hermano, sobre los buzos) y practicar técnicas de rescate y resucitación. Aunque estuve todo el curso tratando de esconderme para no hacer la demostración, el instructor me obligó, pues sino no pasaba.

En fin, a duras penas me puse el tanque que pesaba como 30 kilos; la máscara que me quedaba gigante (con la cual no hubiera sobrevivido, pues no hacía presión negativa), y me tocó arrastrar por el cuello del overall a un señor que pesaba como 100 kilos y darle masaje cardíaco.  Espero no verme en una situación como esta en la vida real jamás.

En momentos como esos me pregunto:
-¿Que hago yo aquí?

Al final pasé el curso y la verdad fue de lo más interesante, aunque terminé con dolor de espalda y al señor que arrastré le rompí los pantalones. También me reí bastante.

Toda esta introducción porque hace poco, me cruzó por la mente un pensamiento fugaz muy extraño.

Pensé:

-Creo que me está gustando mi trabajo.

Y esa frase peregrina, forzosamente tiene que ser mi momento mágico de esta semana.

Desde que llegué a Canadá, hace seis años he pintado tres autorretratos (arte mamarracho, que es mi corriente artística).

El primero era un cielo enorme y unas casitas, todas idénticas, hechas de propagandas de periódico (simbolizando lo material) con un pájaro recortado en el lienzo, un hueco, y lo titulé: “¿Dónde esta el alma?”. No me hallaba en este país.

El segundo fue un árbol siniestro, sin hojas, decrépito y sin raíces que titulé simplemente “Autorretrato”. Era el invierno y seguía sin hallarme.

El tercero, un sketch en mi diario, fue hace como año y medio, producto del estrés de trabajo. Era una especie de mujer atormentada, una mujer erizo, llena de espinas, engrinchada,  creo que lo llamé: “Atrapada en el ruido”.  En aquel entonces me iba a dar un infarto con un jefe que me torturaba.

Para nadie es secreto, que, en lo que respecta al mundo laboral, me he pasado toda la vida nadando contracorrientes y sin tanque de oxigeno, porque de algo tiene que vivir uno.

Pero hace poco, será porque tengo unas lindas personas a mi cargo y quiero que disfruten de lo que hacen.

Será que el jefe horrible que tenía renunció y el actual es un encanto.

Será que el proyecto pareciera que va a ser exitoso y últimamente me han dado algunas palmaditas en la espalda.

O será que he descubierto, lo que siempre he sospechado, que el antídoto para el aburrimiento en la oficina es inventar, trabajar y vivir creativamente, eso es y ha sido mi oxígeno. Lo utilizo todos los días con mi muchachas.

“Creo que me esta gustando mi trabajo”. Pensamiento mágico.

Si pintara mi Autorretrato ahora, lo haría como una divertida caricatura, disfrazada con el tanque, los tubos, la máscara y sentada en mi escritorio.  Así me he sentido toda la vida en la oficina, en un ambiente enrarecido, pero lo curioso es que todavía no me he ahogado. Será por el "oxígeno".

Como estoy contenta, termino con el prometido chiste de mi hermano.  Más bien un acertijo.

-¿Por qué los buzos siempre se tiran al agua de espalda?
-Porque si se tiraran pa’lante cayeran dentro del bote.

“Es aplicándote constantemente a tu trabajo como amas la vida. 
Y amar la vida a través del trabajo es abrazar con ésta,
su más secreta naturaleza.”
Gibran Khalil Gibran




lunes, 11 de junio de 2012

AIRE VERDE

Hoy corté la grama por primera vez en mi vida.
Con el asunto de la convalecencia de mi esposo, y que todavía no debe hacer muchos esfuerzos, pues no me quedó más remedio que ofrecerme de voluntaria, y convencerme de que podría ser un ejercicio perfecto para esto de “vivir mágicamente”. Al final, cortar el césped, es una de esas tareas sencillas y llenas de encanto, supuestamente; atávicas casi,  como buscar la leña, hacer un fuego u hornear un pan.

Así  pues, decidí que cortar el pasto seria mi “magic moment” y hasta le dije a mi esposo que me tomara una foto, para dejar constancia.  

Como siempre, me dio los “safety tips” y toda clase de indicaciones técnicas, que si empieza por aquí, sigue por allá, etc., que por supuesto ignoré por completo. Le dije que cortaría la grama, “my way”.  Al final, uno es el dueño de su propia magia.

Y bueno, entre el ruido insoportable, la vibración que me sacudía todo el cuerpo y el esfuerzo enorme de empujar la cortadora, pues la grama ya tenia como medio metro, me fui convenciendo de que aquello no había sido tan buena idea y como que tampoco era muy mágico que digamos.

En un momento de descanso en que tuve que vaciar la bolsa de la cortadora, que ya estaba  llena, mi esposo me preguntó cínicamente desde la terraza donde disfrutaba ya de su sundowner (el gin&tonic de cuando el sol se va ocultando):

-Are you still loving it? - conste que el sarcasmo es un insulto con una sonrisa.

Yo jalé la palanca con un movimiento brusco  y le grité un insulto en Español que se confundió con el ruido del motor. Justamente después de esta descarga tan sabrosa, respiré muy hondo, como me han enseñado que haga cuando estoy a punto de perder los estribos, y así, en una inhalación, encontré la magia.

Una  bocanada intensa y húmeda de olor a grama fresca se me metió en los pulmones y me pintó de verde por dentro.  Sentí que se coloreaba de verde hasta la última célula de mi cuerpo.

A partir de ese momento, di varias vueltas en círculo con la cortadora, inhalando hondo muy hondo  y respirando aire verde.  Mi esposo intentaba todavía dirigirme desde la terraza,  que si falta aquí o allá, que si los bordes, que lo estas haciendo mal.

Pero yo me hacia la sorda, ya había terminado, pues ya había encontrado mi momento mágico.  

Quedaron unos parches y  bordes irregulares, pero que más da. Al final, esto de la grama conlleva un absurdo radical, uno la corta, para que crezca y después volver a cortarla.

Con este verde resplandor,  feliz, subí a la terraza para unirme al sundowner  de mi esposo. Amigos como siempre, me sirvió mi vinito.
 - Salud!

¿Qué no haría yo por él?

domingo, 3 de junio de 2012

SE VENDE ESTAÑO

Tres grafittis me han impactado en la vida: el primero es uno que decía, “Si Cristo viene que traiga un pote de leche”, el segundo es un chiste de mi hermano Rafael, que en paz descanse, que dejo para el final y el tercero, uno que vi en una casita humilde de un pueblo del estado Carabobo, en  Venezuela, que decía:

 “Hay gente muy pobre que sólo tiene dinero”.
Directo a la mandíbula.
No sé porque viene esto a colación pues  mi momento mágico de este fin de semana fue ver como mi esposo se recupera exitosamente de una operación, pero creo que fue porque, con los nervios, no tenía como pagar el estacionamiento de la clínica ( larga y aburrida historia)
Y es que hay dos constantes en mi vida: nunca cargo dinero en efectivo y nunca tengo a mano el celular.  Mi esposo dice que soy como la Reina de Inglaterra, por lo de no cargar dinero encima y por tener dos cumpleaños, igual que yo (otra larga y aburrida historia)  
Creo que nunca tengo efectivo porque cuando le pido a mi esposo 20, me da 100, cuando le pido 100 me da un puño de billetes  y así sucesivamente. Es la lección de generosidad que aún estoy aprendiendo con él, siempre dar más de  lo que el otro espera.
 En Venezuela, por el idioma, yo me ocupaba de todas las diligencias bancarias, pagos, transacciones, pero aquí en Canadá, mi esposo se encarga de todo.  Así que mi relación con el dinero, hoy en día, se limita a saber que está allí y que puedo hacer mercado e ir a Winners cuando me provoque.  Debo aclarar que esta actitud no es porque me sobre  ni mucho menos, y lo que ahora disfrutamos ha sido a base de trabajo y más trabajo, porque  ni mi esposo ni yo somos negociantes, los divorcios salen caros  y las inversiones no se nos dan mucho. Como siempre digo, que si invertimos en cementerios, la gente se deja de morir.
Mi filosofía del dinero ha ido evolucionando. Cuando me casé la primera vez pensaba como la propia cuaima (serpiente doméstica),  “lo mio es mio y lo tuyo es de los dos”, craso error en una pareja.  Después intenté  “lo mio es mio y lo tuyo es tuyo”, también, completamente errada, pues el matrimonio es, como lo que leí hace poco no se donde, el momento en que dos personas deciden ser una sola. O como decía Aristóteles, un alma en dos cuerpos.  
Hoy en día, a nosotros nos va muy bien con  “ lo nuestro es de los dos”. También, en las buenas y en las malas adoptamos el “we don’t care”, porque, como dice él,  nadie se arrepiente de una extravagancia y las nuestras han sido inolvidables.
Una vez leí en un artículo de periódico que uno nunca esta satisfecho con lo que tiene. En una encuesta, le preguntaban a la gente que, cuanto dinero necesitarían para sentirse tranquilos y la conclusión fue que, el que tenía 100 mil, necesitaba 500 mil para estar tranquilo, el que tenía quinientos mil, necesitaba 3 millones, el que tenía 3 millones necesitaba 10 millones y así, exponencialmente y  ad infinitun. Razón tenía un humilde tío, muy sabio que decía, que “más rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita”.
En fin, este momento mágico no es tan mágico,  es una pequeña divagación motivada por no tener como pagar el estacionamiento de la clínica el viernes y sobre el dinero, confieso que nunca lo cargo encima pero me encantaría ganarme la lotería (si tan solo comprara el ticket)  
Y como prometí el chiste de mi hermano sobre un graffiti, aquí va.
 Un industrial americano millonario iba viajando por el interior de Venezuela y en una casita muy pobre que se estaba casi cayendo, vio escrito ``Se vende estaño``, Y el hombre se bajó a hablar con el dueño de la deteriorada y humilde casita.
-Yo estar interesado en estaño.
-Cómo que estaño?, le respondió el dueño.
- Bueno, ahí decir "Se vende estaño", dijo el americano,
- Ah, no, yo quería poner "Se vende esta ñoña", pero se me acabó la pintura.

(Los chistes de mi hermano son otra forma de magia)