domingo, 22 de mayo de 2022

ILUSIONES

 


Una ilusión consiste en tener esperanza de que suceda algo que uno anhela intensamente.


Y la palabra anhelo, una de mis favoritas, como almendra, consiste en poseer un deseo vehemente.


Esta reflexión viene al caso porque, de esas frases que cazo al viento con mi red de atrapar mariposas (James Barrie), escuché de un sacerdote, que aparte de los miedos y problemas, uno debe poner también las ilusiones en manos de Dios.


Me quedé pensando.


Problemas y miedos todos tenemos, pero…


¿Cuáles son mis ilusiones?


Las tengo de dos tipos, concluí.


Las de esta vida y las de la próxima.


Una muy particular ahora, es la boda de mi hijo, el próximo mes de octubre.


Mi ilusión es que sean unos días gloriosos, de encuentro familiar y de amigos, cerca del mar.


¡Que el amor envuelva a esos novios, en sus alas doradas, por siempre!


Pongo esa ilusión en manos de Dios.


Una ilusión más amplia para mí, es el deseo de encontrar siempre fuentes de inspiración, es mi energía.


En los niños, mis chiquitos; en los ancianos, mis fuentes de sabiduría; en la naturaleza, la música, las letras.


Pongo eso también en manos de Dios.


Pero mi ilusión más intensa va más allá de esta vida.


Es el encuentro con el amor.


La gente se pregunta cómo es el cielo.


Yo lo tengo muy claro.


Encuentro cósmico, choque de estrellas, música de pasodoble y de Led Zeppelin, aurora boreal.


Pongo eso también en manos de Dios, en su momento…


Al final, creo que Dios estará aliviado de recibir en sus manos ramilletes de ilusiones, en lugar de tantas tribulaciones.


Creo que descubrí otra manera de rezar.


Amen…

martes, 17 de mayo de 2022

CUATRO MINUTOS

 



 

Mis cuatro minutos explotaron.


En lágrimas.


Y eso que me había preparado.


Mis escasos pero fieles lectores saben de mi pérdida, ya más de cinco años, y es que ese viejo proverbio de “el tiempo todo lo cura” es parte de esa larga lista de lo que llama el Dr. Alan Wolfelt: “not helpful”


La pena se atenúa, pero se carga ahí siempre, como una piedrita en el bolsillo.


El caso es que soy voluntaria en un grupo de apoyo a personas en duelo (del cual fui participante hace varios años) y mi trabajo es observar e intervenir en ciertos segmentos, para compartir mi experiencia.


Hoy me dieron cuatro minutos, en una sesión llamada “honrando a los que se fueron.”


Cuatro minutos para compartir a mi amado.


A los dos minutos y medio más o menos, colapsé.


En mi breve y acuosa intervención dije que la palabra que definía a mi esposo era “Generoso”.


Ahí comenzó mi naufragio.


Terminé mi exposición con un poema.


La poesía siempre viene al rescate.


Reflexionando sobre mi rol en este grupo de apoyo, ser observadora, ser presencia, acompañar, escuchar, prestar atención, estar serena, pues pensé: hoy me botan.


Mis cuatro minutos quedaron desparramados ahí, en la pantalla del zoom.


Las lágrimas, como los bostezos, son contagiosas. No quedó ojo seco.


Y sin embargo al final de la sesión, oh sorpresa, me felicitaron.


Me sentí reconfortada, aliviada y agradecida.


Este grupo de apoyo, aparte de enseñarme a observar y no hablar tanto, me enseña en cada sesión, otro concepto de generosidad.


El que resume Simone Weil magistralmente en una de sus reflexiones:


“Prestar atención es la más rara y pura forma de generosidad”.


Al final no me botaron y creo que el mensaje de, no importa llorar, quedó bastante claro.

lunes, 9 de mayo de 2022

SOPA DE LETRAS

 



Hice un suculento consomé con: pollo, un ajoporro cortado en trozos, seis ajos machacados, una cebolla cortada en dos, sal y pimienta blanca.


Lo dejé hervir un buen rato y aparte puse papitas y zanahoria a ablandar.


Desmenucé el pollo, mezclé todo y le agregué los ingredientes secretos.


Fideos de letras y una pizca de fantasía.


Una vez lista mi sopa de letras, se la llevé a mis nietos Tomas y Natalia que estaban con el virus (ya bien) con un mensaje.


Si se comían la sopa, muchas historias se iban a formar en sus barrigas.


Tomás, a sus casi seis años es bilingüe y está a aprendiendo a leer, así que eso de escribir historias en su barriga creo que le pareció muy interesante y se comió la sopa con especial deleite.


Natalia a sus tres años, se devoró la sopa sin mayores cuestionamientos literarios.


Toda esta experiencia literario-gastronómica, me inspiró un cuentico, lo comparto.



TOMMY Y LA SOPA DE LETRAS

 

-      AAAchis…. AAAA AH chis…

Tommy amaneció estornudando, así que ese día no fue al colegio.

Su mamá le dijo que aprovechara e hiciera la tarea que le dejó la Srta. Rosa.

Tommy estaba aprendiendo las letras, así que se puso a hacer su tarea con entusiasmo.

Mientras tanto, su mamá quiso consentirlo preparándole una rica sopa de letricas.

Cuando se la fue a servir le dijo:

-      Mira Tommy, es una sopa de letras, como las que estás aprendiendo. Ahora podrás escribir muchas historias en tu barriga.

-      ¿En mi barriga? – dijo Tommy asombrado.

-      Bueno, en tu cabeza también, jaja..

Tommy se devoró la sopa con deleite y se fue a dormir con su corazón contento y su barriguita llena de letras.

Al levantarse, Tommy ya no estaba estornudando, y se asomó a la ventana. Cuando vio que era un lindo día, se contentó, pero algo raro le pasó.

Muchas letras salían de sus oídos.

Cuando saludó a su perrito Duende, otra vez, letras felices salían a chorros de sus oídos.

-      Es la sopa de letras - pensó - ¿Pero ahora qué puedo hacer con ellas?

-      Buenos días Tommy – le dijo su mamá y lo abrazó con mucha alegría, pues ya no estaba enfermito.

Y entonces le brotó otro chorro de letras por los oídos.

Lo curioso es que nadie las veía sino él.

-      ¿Qué podré hacer con todas estas letras? – volvió a preguntarse Tommy.

Y decidió guardarlas en una caja del tesoro, ahí arriba en su cabeza.

-      Quizá algún día, pueda escribir historias, como mi abuelita Nana – pensó.

Tommy se fue a su colegio. La Srta Rosa estaba muy contenta con sus progresos con las letras. Ya Tommy sabia leer y escribir algunas palabras.

Y así pasaron los días y Tommy seguía atesorando lindos pensamientos en forma de letras en la caja del tesoro de su cabeza.

Un día, supo que era el día de las Madres. Al principio no sabía qué podía regalarle a su mamá que era tan buena y que preparaba esa rica sopa de letricas.

Y por fin Tommy supo que hacer con las letras.

Agarró una hoja, y se puso a hacer una tarjeta.

Pintó a su mamá, con su pelo largo y muchos corazones, buscó en su caja del tesoro, donde guardaba todos sus lindos pensamientos en forma de letras y dentro de la tarjeta formó una sola palabra.

GRACIAS

No hubo mamá más feliz en ese día.



LHL Mayo 9, 2022