martes, 27 de julio de 2021

MI NIETO DE PAPEL

 

(El Chispita de madera que se ve en la foto, lo hizo Meen)


La semana pasada me nació un nuevo nieto.


Mi hija tuvo un nuevo bebé.


Sólo que este es de papel: Las Aventuras de Chispita.


Mis escasos pero fieles lectores recordarán quizás, que el 2 de diciembre de 2015 publiqué el primer capítulo de Chispita (Chispita va de Camping), aquí, en este espacio, La Calle del Eco.


Allí informaba oficialmente que sería abuela. Mi hija estaba embarazada de su primer bebe, mi adorado nieto Tomás.


A partir de entonces, cada mes, viendo como la ilusión y la barriga de mi hija crecían en centímetros y alegría, seguí añadiendo capítulos a esta aventura.


Me maravillaba ese misterio de amor, esa chispita de luz, creciendo en su vientre.


Así, escribí sobre sus antojos (Chispita va al Mercado); de como conoció a su mejor amigo Toc Toc, un pájaro carpintero que hacía juguetes, (Chispita quiere Jugar). Este personaje de Toc Toc fue inspirado en mi amado esposo quien, al saber del embarazo, se dedicó a hacerle juguetes de madera a Tomás, hoy en día un tesoro. Escribí sobre la fiesta que hicimos cuando revelaron que sería un niño (Chispita va a Merendar); cuando decidieron cual sería su nombre (Chispita hace Diligencias); cuando escuchó las voces de sus padres (Chispita Recibe una Llamada); cuando recibe los dones de sus padres y ancestros en forma de lluvia (Chispita y la Lluvia); cuando empaca, ayudado por sus padrinos, San y Van (Santiago y Vanessa) y finalmente llega el día del nacimiento.


Tomás nació el 4 de junio de 2016. Mi último post  de Chispita fue el 9 de junio de 2016, (El Viaje Luminoso) y allí describo el remolino que sintió mi hija justo antes de que Tomás llegara a lo que llamo El Mundo Grande, el más grande que existe: los brazos de sus padres. Aquellos con la más sublime misión, amar y cuidar de una nueva vida.


En fin, una bonita historia que durmió en mi computadora por varios años, hasta que finalmente, mi hija despertó a Chispita de su larga siesta y le dio vida con sus ilustraciones.


Como vivimos en Canadá, tuve que traducir (y sintetizar) la historia del español al inglés, pero prometo que la versión en español vendrá pronto.


Bueno, para hacer el cuento corto, después de un esfuerzo épico de mi hija, otro alumbramiento milagroso, Chispita vio la luz.


Chispita, mi nieto de papel.

 

Les dejo el link, disponible en Amazon. No dejen de ver la animación, otra genialidad de mi hija.


www.chispita.ca


Gracias a todos por seguir las Aventuras de Chispita

jueves, 15 de julio de 2021

CATALEJO DE BAMBÚ

 

Canto a la Vida - Roberto Duró 

 

Así se llamaba la columna que él escribía en un reconocido periódico de Venezuela, hace muchos años.  Roberto Duró, tío político, brillante,  talentoso y maravilloso ser humano.


Hoy viene al caso porque, de pronto, su estela, su presencia, su recuerdo, me dejó el alma vibrando, con su Canto a la Vida.


Explico.


Cuando mi hijo Santiago se mudó a Canadá hace ya más de diez años, se trajo consigo su maleta de nostalgias. Así la llamo.


El tablero de ajedrez con que jugaba con su abuelo, mi papa; un teléfono antiguo que estaba en lo que llamábamos “El Rancho”, en la casa donde crecí y también mis hijos; su colección de piedras, que inició cuando tenía como cinco años.


En fin, sus tesoros. Entre ellos, enrollado cuidadosamente, un cuadro de su tío Roberto: Canto a la Vida.


Mi esposo y yo tuvimos el privilegio de ser los custodios de este cuadro que por muchos años presidio nuestro comedor, llenando de colores y abundancia nuestro hogar. Hasta ayer. Yo siempre he dicho que me parecía un Chagall.


Pero justo ayer, ahora que Santiago y su bella Alba, se mudaron a una casa donde tienen más espacio, pues el Canto a la Vida cambió de domicilio.


Ya Roberto me lo había susurrado al oído hacia algún un tiempo. El Canto a la Vida, se tiene que marchar a inspirar a ese otro hogar que comienza.


Y bueno, con algo de tristeza, el cuadro se mudó y los recuerdos se me alborotaron.


Recuerdo que cuando Roberto murió en el 2007, yo le escribí unas palabras para su funeral. No tuve el valor de leerlas, empecé y creo que el mismo Santiago las pudo terminar de leer.


Me acordé de que esas palabras las tenía guardadas en el baúl de los recuerdos y hoy las encontré.


Las transcribo, para que conozcan a esta maravillosa persona, quien en vida sufrió la pérdida de su único hijo Robertico, de veinte y tantos años y sobrellevó esa pena con coraje y dignidad. Roberto, un alma gentil.

 

En Memoria de Roberto Duró

21 de diciembre de 2007

 

Roberto


En este momento te imagino en algún rincón del Universo, junto a tu hijo, entre acordes de guitarra de tu España natal (Cataluña) y nostalgias del Ávila caraqueño. Te imagino sereno, pleno, mirando otros mundos con tu catalejo de bambú. Así se llamaba la columna que escribías en el periódico y que define con precisión tu particular manera de observar el mundo. Con agudeza e ingenio y sobre todo, con bondad. Una vez me dijiste que la mayor virtud de un hombre era esa, la bondad. Yo creo que, en este largo viaje de tu vida, acompañado siempre por tu bella esposa Mimí, ejerciste la bondad en su forma más pura. En tu amor por las artes, por la naturaleza, por los niños, por la tierra, por todo lo que es auténtico. Tu generosidad dio sus frutos. Te recordaré siempre como un hombre de espíritu exquisito, de deliciosas conversaciones, de bromas y chistes, de risa alegre y explosiva. Te recordaré siempre en las naranjas de tu huerto, en tus cuadros, en la finura de tu humor inteligente. Para quienes tuvimos el honor de conocerte, quedará tu memoria como la personificación del talento y la nobleza. Ya llegaste a tu puerto, el viaje terminó, también la larga espera del encuentro. Ahora siéntate a pintar esos otros paisajes y a observarnos desde allá, con tu catalejo de bambú.

Te extrañaremos.


Leonor Henriquez de Fontijn

Caracas, 21 de diciembre de 2007