Creo que fue la
actriz María Félix, que dijo que la única manera de mantenerse joven es mentir
sobre la edad.
Mi mamá decía que para lo único que uno es
joven es para morirse, porque para todo lo demás, desde los 40 uno es “viejo”.
- Se murió fulano
- ¿Y qué edad tenía?
- 80
- Ay, pero todavía
estaba muy joven.
También, ya entrada en sus ochenta, decía que ella estaba
en la edad del “Ah bueno…” y que cuando ella se muriera preguntarían:
- ¿Y qué edad tenía
Carmencita?
- 87
- Ah bueno…
Mi hermano Rafael (QEPD) decía que, si a uno a los 40 no
le duele nada, es porque uno está muerto. En ese sentido estoy muy viva.
En fin, toda está introducción es porque mañana me levantaré
como una señora de 60 años.
Sí, mañana, son
60 abriles, literalmente.
Y los cumplo
con el ánimo algo melancólico (ya son cinco cumpleaños sin mi amado, que tanto
me consentía, “spoiled me rotten”, como se dice en inglés)
Pero, en fin,
como dice Italo Calvino, “la melancolía es la tristeza que ha adquirido ligereza”,
o como dice Horacio Quiroga, “una forma piadosa de soledad”.
60 años…
Una veta de
tiempo.
Un puente que
se abre.
El canto de la
corriente.
Una llave.
Un crescendo.
Una nota
sostenida y lejana.
Y al final, agradezco
a Dios porque continúa dándole regalos a mi alma y agradezco a quienes me acompañan
en mis letras, tristes o alegres, aquí en esta Calle del Eco, mi espacio de
jugar.
Finalizo con unas “rimas y sonetos rezagados” (1962)
#Cruzyraya poesía:
“… la niñez te
va siguiendo
durante toda la
vida.
Pero ella va más
despacio
Y tú andas
siempre deprisa.
Cuando la vejez
te llega,
No es que
vuelvas a la infancia,
Es que moderas
el paso
Y al final la niñez
te alcanza.”