viernes, 23 de diciembre de 2022

MI TARJETA DE NAVIDAD

 


Acuarela Azzi Tehrani, mi profesora

 

Ya casi nadie escribe, ni manda por correo tarjetas de Navidad.


Es un raro placer abrir el correo y encontrarse con correspondencia que no sea publicidad, o cartas de quienes más nos quieren y escriben con frecuencia: los bancos, tarjetas de crédito y otras cuentas por pagar.


Como estoy en clases de pintura, me propuse este año, hacer yo misma mis tarjetas de Navidad, para enviárselas a todos quienes me han regalado este año, momentos de alegría y felicidad.


Tomé mis pinceles, mis acuarelas y me senté en un rincón de mi hogar a buscar inspiración.


Mojé el papel, tal y como me explicó mi profesora, y con tonos índigo y cobalto, sugerí una noche estrellada. Esperé que secara y con el verde tracé un gran pino con sus ramas rebosantes de nieve. A su lado, con trazos delicados, pinté una casita de madera con humo saliendo de su chimenea y, en color ocre, un par de venaditos, corriendo a su alrededor.


Con pincel muy fino, incluí algunos detalles que se asomaban por la ventana de la casita. Los más importantes, un fuego encendido, una flor de Pascua y un Niño Jesús. Allí, en esa casita también estoy yo, junto a una butaca vacía, pero llena de gloriosa presencia.


Di por terminada mi estampa navideña, pero antes de cerrarla y echarla al buzón de mis pensamientos, escribí de mi puño y letra, una sola palabra que espero llegue por el correo del viento a todos quienes me han acompañado en este año.


¡Gracias!

 

¡Feliz Navidad a quienes han tenido la gentileza de leerme, a mis familiares y amigos, y a todas las personas de buena voluntad!

viernes, 16 de diciembre de 2022

ARCO Y FLECHA

  


Me he pasado gran parte de la vida practicando y perfeccionando el arte de la arquería.


Es una actividad que requiere, concentración, paciencia y precisión.


Son muchos elementos a tener en cuenta: la flexibilidad del arco, la tensión de la cuerda, el posicionamiento de la mano.


Hay que tener visión, serenidad, arte, para que la flecha vuele alto y llegue a su dorado destino.


La arquería, aparte de técnica, también requiere de mucha intuición.


¿Cómo adiestrar ese ojo dominante? el que guía la ejecución, para que confíe y se deja llevar por esa entrega sin límites que culmina en buen resguardo.


El arquero divisa claramente su objetivo y posiciona cuerpo, mente y corazón para después, en el momento justo, cargar la flecha.


 En ese instante, que puede parecer eterno, el arquero inclina el arco hacia el suelo, como haciendo una reverencia, un acto de humildad, y engancha la flecha en la cuerda, con delicadeza y determinación.


Es el momento en el cual la flecha conoce de su energía, su potencia.


El arquero abre y levanta el arco. Es el momento.


Entonces, ya con la flecha enganchada en los dedos, encuentra el ángulo preciso.


El momento de la verdad.


El arquero relaja los dedos de la mano y decide soltar la flecha.


Y suelta….


Y toda esta historia viene a propósito de que en estas navidades, la mitad de mi corazón esta en Tanzania (mi hijo recién casado y su esposa en su luna de miel) y mi hija y familia, en Venezuela (visita familiar y aquietando nostalgias)


A los que me preguntan si voy a sentirme sola, les digo con sinceridad y sin falsas euforias, que no.


Aunque mi gran amor voló a otros dominios, siempre digo que una mujer enamorada nunca esta sola, porque el amor es como lo “bailao”, como se dice en mi tierra, nadie puede quitárselo a uno.


Aunque los voy a extrañar demasiado, creo que nosotras las madres nos alimentamos de la felicidad de los hijos, de sus logros, de sus satisfacciones, de sus descubrimientos, de que vayan, vean, exploren.


Vivan…de que sean la flecha.


Nosotras, las madres, el arco, como dijo el poeta.


Sobre los hijos….


Tú eres el arco del cual tus hijos,

como flechas vivas,

son lanzados.

Deja que la inclinación,

en tu mano de arquero,

Sea para su felicidad.

Khalil Gibran poeta libanés.

 

Todo un arte, eso de la arquería…

domingo, 11 de diciembre de 2022

MAÑANITA CARAQUEÑA

 


Avila de Miguel Cabre 
 

El sábado en la noche un señor poeta del tiempo vino a mi casa a decirme: Leonor, te voy a contar un cuento…


Me recordó a Rubén Darío que escribió esas mismas palabras, pero para Margarita, aquella de “Margarita, está linda la mar…”


Yo me quedé en silencio, escuchando con atención cada uno de sus versos, pronunciados con suavidad, pero con profundidad y énfasis.


Era una historia complicada que comenzaba con los griegos y los romanos, después se metían los árabes, los españoles y hasta los indios americanos.


Después de muchos siglos y vericuetos, la historia reapareció mágicamente, una mañanita caraqueña, como el vals venezolano de Evencio Castellanos, una de las pocas piezas que quedaron en mi cerebro reptil y soy capaz de tocar en el piano.


Allí, en la casa solariega, estos personajes del pasado depositaron todas sus riquezas en las manos de mis dos mamás, la de Los Teques y la de Barlovento.


De pronto, yo también estaba en la historia, sin edad, porque la escena se repetía año a año, mirándolas, escuchando cantar al canario llamado Pavarotti, envuelta en los olores de la cocina, de mis diciembres caraqueños.


El señor poeta hizo una pausa y yo terminé de comerme mi primera hallaca.


La “multisápida”, como algunos la llaman.


Y es que los sabores antiguos… ¡sí que saben contar historias!

 

“…es como un compendio ejemplar del proceso de mestizaje. En ella están: la pasa y la aceituna de romanos y griegos, la alcaparra y la almendra de los árabes, la carne del ganado de los capitanes pobladores de Castilla, el maíz y la hoja del bananero de los indios”. 

Arturo Uslar Pietri


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lunes, 5 de diciembre de 2022

EL INVIERNO


Se avecinan tiempos gélidos en mi ciudad.

En mi tierra se dice ¡Llegó Pacheco! Pero esto es otra liga.

Lo más calientico esta semana: -16°C.


Es el invierno.


El que viene a recordarme, cada año, la poesía del refugio.

El gran poeta Baudelaire lo expresa magistralmente: “El invierno evocado es un refuerzo de la felicidad de habitar.” (Dicha Invernal)


Después de más de dieciséis años viviendo en estas latitudes, he conquistado un cierto estado de clarividencia para no resistirme, ni quejarme, cuando bajan las temperaturas o arrecia la tempestad.


El frio es un contratiempo menor y, al contrario, una oportunidad magnífica de mirar hacia dentro, como dijo Carl Jung en una de mis citas favoritas: “Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia dentro, despierta.”


En el invierno me visto para la estación, suéteres, bufandas, gorros, pero a mi alrededor me adornan otras prendas.


El tejido nacarado de los atardeceres glaciales.


El manto luminoso de la nieve.


El terciopelo de las noches calladas, donde sólo a veces, se escucha el ulular de un búho.


El rojo nocturno del crepitar del fuego.


Mientras escribo, el mercurio baja a -18°C.


En mi refugio, me arropo con el calor íntimo de esa felicidad de habitar.



“Cuando el refugio es seguro, la tempestad es buena.”

Henri Bosco




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viernes, 25 de noviembre de 2022

ASUNTOS SIN IMPORTANCIA

 


Por fin, después de más de treinta años de trabajar en mi profesión, en Caracas y Canadá, me ascendieron y logré mi posición soñada la cual vino con aumento de sueldo: 

Gerente General de Asuntos sin Importancia.

Esta meta hoy lograda, me la propuse hace más de veinte años, cuando en Caracas, en la empresa de ingeniería donde trabajaba, me tocó ser responsable de la minuta de una reunión con el cliente.


La líder de disciplina, Carmen recuerdo, me enfatizó concienzudamente: anota todo, TODO, lo importante.


Tomé libreta y pluma, y afiné mi atención.


El tiempo pasaba, se discutía sobre las fundaciones, las tuberías, la excavación, el volumen de concreto y la verdad, nada me parecía particularmente importante.


Entonces, como suele sucederme, sucumbí a una de mis ensoñaciones.


En ese preciso instante comenzó lo que siempre me ha cautivado mucho más que los números y los gráficos de mi trabajo: la experiencia humana.


Me fijé en los ojos tristes de la Ingeniero Robles, ¿tendrá alguna pena?, pensé; también me pareció importante el rostro cansado del Ingeniero Gil, creo que necesita vacaciones; y ¿cómo no quedar cautivada por la voz grave y seductora del director de Control de Proyectos? 


Esto último en verdad si fue bastante importante, porque, no lo sabía entonces, pero aquel señor británico tan interesante iba a ser mi futuro esposo.


Al terminar la reunión, la minuta estaba en blanco.


Si no me botaron fue porque bueno, al final mi memoria es una semi ficción, y probablemente borroneé algo en la libreta.


Creo que fue en esos tiempos cuando descubrí la importancia de las cosas “sin importancia”. Esas que hoy en día, si desaparecieran de mi vida, me dejarían sin universo.


En mis tiempos en la oficina, claro, era vital mantener mis horas facturables y productivas, de eso dependía mi cheque de quince y ultimo.


Hoy en día, desde la Gerencia General de Asuntos sin Importancia, eso no ha cambiado mucho, lo que si se alteró exponencialmente fue el concepto de productivo y facturable.


Productivas son mis horas plácidas y creativas, esas que contribuyen a la tranquilidad de mi ánimo.


Facturable es todo lo que suma a mi abundancia interior.


Como la que me dejó aquel inglés de voz grave y seductora, cómplice de todas mis ensoñaciones.

 

jueves, 17 de noviembre de 2022

LA CHUPETA

 



 

Dedicado a Aura Elena,

quien me inspiró este “momento mágico”.

 

Después de las celebraciones, todos salimos de la fiesta con un regalo de salida: una chupeta.


Así se llama en mi país, pero creo que en otras latitudes se le conoce como paleta, chupete, o chupetín.


Por definición se trata de un caramelo sólido y redondo, sostenido por un palito que sirve de mango.


Pero esta chupeta que nos dieron a todos quienes asistimos a la fiesta, es diferente, aparte de colorida, dulce y enorme, es especial.


Yo no he hecho sino disfrutar de ella desde que llegué, sola o acompañada.


Como dije al principio, esta chupeta que recibió cada invitado es muy singular, no sólo por su dulzura, sino porque tiene una característica extraordinaria.


Es infinita.


Dura para toda la vida y más.


Es un caramelo hecho de tiempo bien vivido, de amor, de amistad, de música, de abrazos, de familia, de bendiciones.


Es la chupeta de los buenos recuerdos.


Gracias a mi hijo Santiago y su esposa Alba, por tan maravilloso regalo de salida después de su boda.


Aquí sigo y seguiré por mucho rato…disfrutando de mi chupetota.

lunes, 31 de octubre de 2022

EL PONQUÉ DE LA ABUELA

 


 

El ponqué de mi mamá se saltó una generación y ahora lo hace mi hija.


Yo recuerdo someramente la receta: dos de cada cosa menos de leche que era una sola taza, dos barretas de mantequilla o margarina, dos tazas de azúcar, dos tazas de harina, polvo de hornear, no sé cuántos huevos (separadas las yemas de las claras que se baten a punto de nieve), un chorrito de vainilla, etc.


En fin, viene al caso porque, bueno después de tanto evitarlo, finalmente me agarró. El virus.


Tengo Covid.


Me lo traje de Cancún, después de unos gloriosos días en que celebramos la boda de mi hijo. Cuando agarre fuerzas escribiré al respecto.


Me he sentido bastante mal, pero debo decir que, como siempre, me conmueven y me conquistan para siempre los gestos amables de hijos, vecinos, amigos y todos los que han estado pendiente.


Estoy mejorando, pero claro, perdí el gusto y todo me sabe gloriosamente a nada.


Excepto una sola cosa.


El ponqué de la abuela, que me dejó mi hija en la puerta de mi casa. ¡Gracias! La mejor medicina.


No se cómo funcionan las papilas gustativas, el pan me sabe a papel y el café a agua tibia, sin embargo, cuando pruebo un bocado del “ponqué de mi mamá que ahora hace mi hija” se produce la fiesta del paladar.


Cierro los ojos y disfruto.


Del sabor de la infancia, la mía, la de mis hijos.


De la casa solariega.


Tardes de domingo.


Cafecito de la tarde.


Si uno llegaba de un viaje, estaba ese ponqué.


Si alguien se enfermaba, estaba ese ponqué.


SI había una fiesta, un cumpleaños, estaba ese ponqué, quizá adornado con chocolate.


Cuando abro los ojos, después de haber devorado mi pedazo de ponqué acompañado de agua tibia (léase café), desayuno de “enfermo grave” como decía mi mamá, quedo reconfortada y contenta.


Es como si ella estuviera aquí para abrazarme y acompanarme en estos días de cuarentena.


¡Cómo hace falta una madre cuando uno se enferma!


Gracias a mi hija por devolverme ese abrazo perdido en la forma de ponqué.


Ya me siento mucho mejor.

domingo, 18 de septiembre de 2022

EL TRAJE


Sucedió hace unas pocas semanas.


El objeto en cuestión: un traje antiguo.


Éste, llegó a Canadá en la maleta de nostalgias de mi hijo.


Recuerdo que mi padre lo lucía y lo bailaba con su “extraña elegancia” y su “cuerpo de percha”, todas las Navidades caraqueñas.


Aquí, vivió en la oscuridad polvorienta del closet de mi hijo por muchos años, yo ni lo sospechaba.


Hasta que un día, le llegó su momento.


Eternidad, poesía y amor, se alinearon en una tarde veraniega.


Ella, la novia, “¡Radiante cual ninguna!, con su vestido blanco de querube, semejaba un destello de luna, dormido en el regazo de una nube”, como mi padre solía recitar.


Él, mi hijo, su príncipe, vistiendo el traje de su abuelo, remozado de infancias y de sueños.


Mi hijo, en su gesto de rescatar aquel traje, en una especie de pesca de arrastre universal, se trajo consigo en un instante, toda la cosmología del abuelo.


Traje de luces.


Una constelación de buenos augurios y dones, lo vistieron.


Se hizo un pequeño milagro en este gesto amoroso.


¡Milagro de presencia!


20 de marzo 2000, el ultimo brindis de un poeta.
 Foto por Meen Fontijn


miércoles, 7 de septiembre de 2022

LA LLAMA AZUL

 



Hace ya tiempo que me tocó “la llama azul y trémula: la del amor” (Octavio Paz), aunque haya querido el destino que la mitad de mi alma volara a otros dominios hace algunos años…


Esa holgura del alma, lo vuelve a uno invisible.


Pero ¿y a qué viene este tema del amor y enamorarse?, me pregunto.


Será que, después de la reciente boda de mi hijo y su bella esposa, el amor se alborota y se asoman los poemas, como las golondrinas de aquel balcón becqueriano y los versos regresan.


“Estar enamorado amigos, es encontrar el nombre justo de la vida…


Es advertir en unos ojos, una mirada verdadera que nos mira…


Es sorprender en unas manos, ese calor de la perfecta compañía…


Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra esta vencida…


Estar enamorado amigos, es adueñarse de las noches y los días…"


(extracto de Estar Enamorado de Francisco Luis Bermúdez)


Reconfortantes palabras que me acompañaron ayer y hoy dan sosiego.


Sigo aprendiendo que uno ese enamora todo el tiempo, en cada alegría, en cada ternura, en cada motivo para celebrar. 

La llama azul y trémula, esa lámpara de aceite inagotable, la del amor.



“Quédate con aquellos que te notaron

cuando eras invisible.”

Charles Bukowski