Va a
hacer frio, tempestad, tormenta, ceremonia, celebración y amor esta semana.
Para
todo ello debo vestir apropiadamente.
Es la semana de la moda.
Vestir
para el frio es bastante fácil, suéteres, bufandas y gorros. Muchas capas de
todo eso.
Para
lo demás necesito un guardarropa más audaz.
Decidí
vestir mi semana de esta manera:
El
lunes de tempestad necesita una capa de serenidad de amplia caída. Serenidad
aterciopelada, serenidad expectante, serenidad convincente, color cobalto. Serenidad
solemne.
(El lunes me toca librar una pequeña batalla
en la oficina)
El
martes, martes de tormenta y relámpago, de transformación, de aplausos, de éxitos,
de cosas buenas. Así lo espero.
Para
ello, un impermeable color trueno con voz incorporada.
( dicen que el martes a mediodía es el
momento más estresante de la semana, impermeable con eso)
El miércoles
comienza de traje gris, matemático y severo. Aburridísimo.
Pero
el miércoles, a horas de mediodía, el día
se vuelve esbelto y se mete en una ajustadísima
línea que tiende asintóticamente hacia la felicidad.
Ya
es mitad de semana, momento de liberarse
de trapos y de preocupaciones.
El jueves
se viste de ceremonia. Rojo es el color. Rojo escarlata, rojo nocturno, rojo de
compromiso, de pasión, de fuego, rojo del
Norte glorioso que nos recibe.
(El
jueves es nuestra ceremonia de juramentación como ciudadanos canadienses)
Canadiense
nacida en Caracas, a mucha honra.
Y el
viernes se viste de tiempo y amor.
El
traje del tiempo esta hecho de brumas, para no caer en la tentación de
medirlo, y el amor se viste con la tela más
ligera y diáfana que existe, la de la piel.
(El viernes es el cumpleaños de mi
esposo y día de los enamorados)
Lo
celebraremos en grande, una gran fiesta
para dos que se quieren y solo necesitan arroparse en el calor de la
maravillosidad de su propia compañía.
Y asi
termina mi semana de la moda.
Los dejo con la temperatura en el momento en que escribo estas lineas:
Los dejo con la temperatura en el momento en que escribo estas lineas: