martes, 30 de mayo de 2017

DANA LA LLAMA


Dana La Llama despertó de su sueño de grafito.

Dejó de ser apenas un esbozo en la madera, olvidado en el taller del Señor de los Juguetes. El mismo que tuvo que irse a hacer un largo viaje sin retorno.

Unas manos amables la ayudaron a nacer, y desde hace algún tiempo vive dulcemente, allí, sobre la chimenea, al lado del oso y el jaguar, el tiempo detenido, el Beso y San Miguel Arcángel.

Es un lugar interesante.

Pero hoy, ¡oh sorpresa!, al levantarme, Dana la Llama me esperaba en la cocina, tomándose un café.

Era tan blanca como la nieve luminosa.

Su cuello erguido, sus patas cortas, las orejitas inquietas.

Sus ojos dos lagos de aguas calmadas y cristalinas.

-       Vamos -  se nos hace tarde - me dijo. 
-      ¿Tarde para qué? - contesté yo, como si aquello de encontrarse con una llama en la cocina, y conversar con ella fuese algo perfectamente normal.

-       Vamos a hacer un viaje – me dijo, su voz era suave y dulce. Era una llama muy coqueta y femenina - y tenemos que partir.

-       ¿Y adonde? – pregunté yo más curiosa aún.

-      No hagas preguntas – solo tienes que seguirme.

Yo me quedé mirando sus grandes y lánguidos ojos y me pareció ver mil estrellas y galaxias dentro de ellos.

Había un lugar muy bello allí, en sus ojos. 

Un paraje muy verde, soleado y lleno de jardines. 

Una especie de isla o  planeta que parecía una esmeralda.

-       Ves -  dijo Dana la Llama -  es allí donde vamos.
-      ¿Y qué lugar es ese?  - pregunté.
-       Ya lo entenderás – dijo, mientras me acurrucaba en su piel, tan suavecita como las alas de un ángel.

Me dejé llevar de la mano, más bien la pata, de Dana La Llama.

Creo que será mi guía en mis noches y días oscuros.

Esta historia continuará….

PD: El Señor de los juguetes y su fiel ayudante Toc Toc, a quien ustedes conocen, dejó un proyecto inconcluso en su taller. Yo le había pedido, rogado, insistido mil veces, más bien, que le hiciera una Llama a Chispita, (ahora Tommy). Otro animalito más, de los muchos que dejó, un toque suramericano, para su bosque encantado.
Siempre se lo recordaba.  - ¿Y la Llama?.  Y él nunca me dijo nada. Era una sorpresa. Nunca supe que la había comenzado, hasta que la descubrimos un día por casualidad, en su taller, después de su partida. 
Allí estaba el esbozo a lápiz en la madera, sobre la sierra, listo para ser cortado. No le dio tiempo…
Su sobrino Dan, hábil carpintero, la terminó, la corto, la lijó. Yo la iba a bautizar Dan, en su honor, pero muy pronto me di cuenta, que era una llama "mujer", un reflejo de mi propia feminidad;  sus ojos, un espejo de los míos, creo, así que la bautice Dana: Dana La Llama.
Dana La Llama va a ser mi guía en este arduo camino. El viaje del alma, a través de la noche oscura, esquivando la marea negra, como a veces llamo a la tristeza que a veces me empapa y otras veces me ahoga.  A través de la soledad, del vacío de la ausencia. Dana La Llama me va ayudar a escalar montañas, sortear ríos, saltar galaxias, hasta esa isla o planeta verde que vi en sus ojos, aun no lo sé.
Al final ese lugar creo que se llama esperanza, esa que espero un día recuperar.
Alla voy, de la mano de Dana La Llama, mi amiga.

Es mi nueva aventura.
Gracias al amor de mi vida!

jueves, 18 de mayo de 2017

21 GRAMOS





Sabe a azúcar, cardamom y pistacho.

Tiene textura de nube.

Es deleznable al tacto.

Inasible.

Deja migas por todas partes, hasta en la punta de la nariz.

Produce adicción.

Endulza sin empalagar.

Compleja, pero de una sencillez iluminadora.

Elocuente.

En mi mundo desangelado.

En la oficina gris, llena de gente que no habla mi idioma.

(y no me refiero al lenguaje que uno habla, sino el lenguaje en que uno se comunica)

En mis días desabridos, como el agua mineral.

Inodoros, incoloros e insípidos.

Esta rara sustancia despertó mi ánimo y mis sentidos.

Moléculas etéreas.

Diáfanas.

Con textura de finos hilos, pacientemente enhebrados.

Leí la etiqueta.

Cada porción pesa 21 gramos.

El peso exacto que pierde una persona al morir.

El peso del alma.

Seguí leyendo.

110 calorías por porción.

El alma tiene 110 calorías.

Demasiado tarde.

Cuando  me enteré, ya me había comido la caja entera.


PD: Si el alma tiene sabor: este es, y se consigue en el “Superstore” en la sección de comida foránea, de la India específicamente. Se llama Soan Papdi y me alegró el día en la oficina. Un sabor muy especial, si no es alma, es cielo. Gracias a mi amigo A. (él es de la India, pero habla mi idioma) que me la dio a probar. Y a menos este post no estuvo tan depresivo.  Primer verdadero "magic moment" real , esas tonterías que solía escribir, en meses. 
Les dejo el link sobre el peso del alma, interesante... Como diría Meen: Very Interesting..but stupid...(quoting an English Comedy)

lunes, 8 de mayo de 2017

SUPERLATIVOS


De golpe y sopetón, en mi vida se acabaron los (as) ísimos (as)”.
Desaparecieron los superlativos.
Con solamente tres excepciones:
La “ísima” tristeza de su ausencia.
La “érrima” nobleza de mis soles, hijos, quise decir.
La “isísima”  ternura de mi nieto.
En fin.
Confieso que abusé de los superlativos.
La grandilocuencia del mundo es contagiosa.
Confieso, que presumí de mi gran amor, de manera exultante.
Y lo sigo haciendo.
Es lo único que me queda.
Yo y mi historia de amor.
Pero el duelo es sobrio.
La serenidad es sobria.
La soledad es sobria.
No hay espectacularidad en mi nueva vida.
Mi nueva vida es sobria.
Pensaba que insípida.
Pero la sobriedad no es insípida.
Quiero pensar al menos que…
La sobriedad tiene un sabor delicado.
Un aroma suave.
La levedad de una pluma.
La elegancia del cisne.
La justa medida.
La dimensión exacta.
El refugio perfecto.
Adiós a los superlativos.


PD: Disculpen mis escasos pero amables y queridos lectores, esta, mi nueva voz, un poco depresiva. Es que a veces duele hasta respirar.