jueves, 27 de junio de 2013

HISTORIA DE UN MOSQUITO


Nos invadieron los dinosaurios voladores.

Quiero decir los mosquitos.

Canadá es un país de sentido comunitario. No hay héroes. El héroe es el colectivo, la sociedad.

Esto le concede a este país un valor de humildad muy importante,  diferente al del país vecino (y lo digo con todo el respete que me merecen los Estados Unidos de América).

De no ser por esta conciencia social, Canadá no hubiera sobrevivido a las inclemencias del frio y de los elementos. Hubiera desaparecido.
Así lo han demostrado en estos días de devastadoras inundaciones en el sur de Alberta (dejo el link al que quiera mirarlo) http://globalnews.ca/video/661728/raw-video-downtown-calgary-flooding/, y me siento muy orgullosa de vivir en un país donde existe eso que llaman  “culture of caring”.

Siempre he dicho que Canadá y Calgary en particular, es la tierra del “small kindness”

Es una reflexión importante  que habría que desarrollar, pero como el tema que me ocupa hoy son los dino-mosquitos, debo decir que ni siquiera esta especie de insectos escapa del concepto social anterior.

Los mosquitos en Canadá trabajan solidariamente y en equipo.

Una cuadrilla levanta la sábana o la ropa, otros hacen guardia, mientras el escuadrón de extracción trabaja. Después se intercambian para que todos se alimenten.

Pero lo hacen muy silenciosamente y se toman su tiempo, porque son grandotes,lentos y pesados. Es su debilidad.

En  Venezuela los mosquitos son ágiles, incisivos, ruidosos, mortificantes. Trabajan con viveza y tenacidad. Son  difíciles de atrapar. Se burlan de los insecticidas, que marean pero no matan (así dicen de algunos, en otro sentido). Se ríen de los demás y de ellos mismos.  Debo decir que también es un valor importante. Quizás también reflejo de la sociedad en que viven.

Pero esta es una historia de la vida real (lo juro): La historia de un mosquito,

Es un poco triste, pues no tiene final feliz.

Pero la vida es así, con sus pequeños triunfos, y como dicen, no hay que tomarla muy en serio porque de cualquier manera uno no va a sobrevivir.

Esta historia la escribió Sancho, en tiempo presente, y en inglés porque él es un perrito canadiense  y la firmó con baba (daaahh)

Yo la traduje… y la ilustré (pésimamente).
Va con subtítulos en Español.
 


Psssss,psssss Sancho molestado por un mosquito (Nene, mi hija cariñosamente, trabaja en la computadora)
..
Zap...Sancho se come al mosquito. ( mueve la colita) (Nene trabaja en la computadora)
 
Mosquito dentro de la boca de Sancho se pregunta " Qué hago yo aquí?" (?)
 
Sancho bosteza. El mosquito escapa y piensa " jajaja me escape" ( Nene trabaja en la computadora)
 
CLAP!!!! ( se oye un sonido seco, como una palmada)
Nene mata al mosquito.
FIN

Odio las historias moralizantes, pero en este caso la moraleja es, como decimos en Venezuela: Si no te agarra el chingo, te agarra el sin nariz…
( verdad que Sancho es buenmozo?)
 

domingo, 23 de junio de 2013

VISITA SORPRESA


Hoy pasaron por mi casa de visita Tío Tigre y Tío Conejo, junto a sus amigos Tío Cachicamo y Tío Morrocoy.

Los recibí en la sala y les ofrecí té con galletitas.

Sancho los miraba un tanto asombrado, pero ni siquiera ladró.

Conversamos animadamente y todos nos reímos bastante, menos Tío Morrocoy  que se quedó dormido debajo de la mesa.

Tío Cachicamo no sólo se comió  todas las galletas, las suyas y las de los demás, sino que se tomó el té con taza y todo. Me dijo que era bueno para la piel.

Tío Tigre admiró mucho mis cojines de piel de cebra (sintética), pero se comportó como todo un caballero y se limitó a olisquearlos.
EL Vestido de Alicia

Entonces llegó mi hija, con su vestido azul de Alicia en el país de las maravillas y aproveché para presentarle a Tío  Conejo.

Siempre le he dicho, que de él heredó su astucia y sagacidad.

“Eres más viva que Tío Conejo”, le repito a mi hija, cuando se las ingenia siempre, (repito, siempre), para salirse con la suya, no importa cuán complicada la situación.

Pude notar que ambos se hicieron un guiño de complicidad y picardía, cuando el Tío le extendió caballerosamente su pata y le sonrió con sus enormes dientes de conejo.

 En fin, fue una tarde muy divertida.

Me despedí de todos los Tíos con un abrazo lleno de candidez, un abrazo muy tierno que pareció durar varias décadas.

Cuando se fueron, mi casa quedó impregnada con un olor a tinta fresca, como el olor que se siente al pasar las hojas de un libro.

Mi hija se cambió de vestido y de tiempo. Sancho olfateaba los cojines.

Yo recogí los platos, las tazas y las migas de galletas, de infancia, de cuento...
 
Los cuentos de Tío Tigre y Tío Conejo (Rafael Rivero Oramas/ Antonio Arraiz) , forman parte de la memoria colectiva de los venezolanos, de mi generación o más viejos. Mi hija no los conoce, pero siempre le digo que es más viva que Tío Conejo, porque siempre se sale con la suya. Yo leía estos cuentos de chiquita en tiempos anti-diluvianos en la revista Tricolor que venía en el periódico del domingo. Hoy me visitaron.
(Por cierto, el cachicamo es el armadillo)
 

 
 

 

sábado, 15 de junio de 2013

LA NACENCIA

“Bruñó los recios nubarrones pardos”

Hoy en la tarde miré el cielo de Calgary y recordé el primer verso de este poema de Luis Chamizo, poeta extremeño, que mi papa siempre me recitaba.

Unas nubes negras y pesadas cubrían el horizonte, igual que las que  estas últimas semanas me han acompañado, precipitando sobre mí una serie de eventos desafortunados  como choque, dolores varios, estrés laboral y pellizco (de ese tema hablaré cuando se me quite la furia).

Decidí entonces que era hora de sacar el “Blessing Box”.

No  es brujería, es una tradición de los aborígenes canadienses o “First Nations”. Creo que lo he mencionado en otras ocasiones.

Es un ritual para recuperar la armonía, bendecir la casa, honrar a los ancestros y revitalizar el aura.

No voy a entrar en detalles (si quisieran investigar busquen “aboriginal  smudging”)

Hecho el sortilegio, después del aperitivo y el almuerzo, me di una siesta en la hamaca, hasta que me despertaron los truenos.

Tormenta.

Pero ni a mi esposo británico, que no teme a la lluvia, ni a mí nos importó. Le pusimos al mal tiempo un impermeable y nos fuimos al parque a sacar a Sancho.

De pronto, se despejaron los nubarrones recios.

Vimos arcoíris, familia de patitos, ciervos, búhos, faltaron las ninfas y los elfos.

Todo muy metafórico y bello. Espero escampe así en mi vida.

Pensé que el “Blessing kit” había sido todo un éxito.

Pero lo que quería, durante todo el paseo, era llegar a la casa a releer  “La Nacencia”.
 
Así lo hice.

Lloré de emoción recordando a mi padre, en los recios nubarrones y en los ojos del mochuelo (búho).
 
Las ausencias no son insalvables si uno encuentra un medio.


Feliz Día del Padre.
(en las Américas se celebra el tercer domingo de junio)

 
POEMA "LA NACENCIA" de LUIS CHAMIZO ( recitado por Ildenfonso Sanfélix)


 

domingo, 9 de junio de 2013

PARA PEPE


Soy pésima para escribir tarjetas de felicitación, o mensajes de cumpleaños.

Se me tranca el serrucho, como decimos nosotros, y rayo en extremos terribles, del  genérico al cursi; del “pásala rico” a “..que las abejas te den su miel” (tomo frases de canciones).

He hecho propósito de enmienda y ahora siempre intento poner un toque  personal en mis felicitaciones. Al fin y al cabo un cumpleaños no es poca cosa, es un recordatorio de que estamos vivos.

Así, mientras practico el sublime arte de desear cumpleaños feliz,  voy a tomar  las palabras que le escribió mi hijo Santiago a su abuelo cuando cumplió 80 años, para recordarlo hoy, 10 de junio de 2013, cuando cumpliría 95 años.

Mi hijo tenía doce años cuando le dedicó este poema a su abuelo, a quien él llamaba Pepe.  Son “palabras de amor, sencillas y tiernas…” (como dice otra canción)
Se las dejo de su puño y letra.

PARA PEPE

Hoy 80 años se han cumplido.
80 años de trabajo duro y una

Bella ternura que está en ti
Ser un hombre soñador como lo eres tú;
 
Te ha hecho gran persona.

Ser un hombre romántico y generoso como tú
Te ha brindado amistades y amor.

Yo Santiago, te deseo un feliz
día con toda tu familia

 
Con muchísimo cariño,

Santiago Pérez
10 de Junio de 1998




sábado, 8 de junio de 2013

LA MUJER INVENTADA


Antes, cuando me miraba al espejo, el del baño, o el del alma, siempre encontraba a Aldonza Lorenzo

Sin embargo, con el tiempo, he aprendido a  mirar  a Dulcinea.

La mujer inventada.

Será  porque tengo mi Sancho perruno  y mi Quijote británico en casa.

Los amo a los dos.

Creo que me metí en un problema con esta  reflexión sobre la mujer inventada, pues mis pensamientos mágicos no pretenden ser  muy profundos y elaborados sino más bien impulsivos y  ligeros, aunque sí quisiera que tuvieran algo de brillo; es la  manera como intento vivir, con sencillez  y cierto esplendor, cuando puedo.

Me quedé pensando todo el día, tratando de escribir un ensayo sobre  la mujer inventada y la autoestima, y me perdí en entelequias.

Entonces sólo pude concluir una vez más que Cervantes es un genio.

Toda mujer debe ser Dulcinea.

La mujer inventada es la verdadera.

La princesa y gran dama de los pensamientos de quien la ama.

La que  surge de la mirada del artista, sea hijo, hermano, esposo, padre, amigo.

Dulcinea es el espejo del amor.

«Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla 'Dulcinea del Toboso' porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, músico, peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.»
Miguel de Cervantes
 

martes, 4 de junio de 2013

KAIROS


A las doce de la noche del domingo, crujen las cerraduras y caen los barrotes. 

Es Cronos, el implacable.

El lunes en la mañana  el despertador trompeta se regocija en  su grito destemplado.

Los minutos comienzan su  marcha  monótona y sostenida, como cationes marcando un tiempo químico hecho de Arsenio y Plomo.

Se instala la ansiedad en este cuerpo cobarde que sólo quiere dormir.

Llego a la oficina gris, con mis pensamientos grises  de lunes en la mañana,

Me acorralan los calendarios,  las  páginas de la agenda me demandan, so pena de estrangulamiento; las reuniones surgen como un campo minado frente a mi semana. Las líneas muertas, eso que llaman “deadlines” parecen zombis que me amenazan, me  asustan, me aterrorizan con ese miedo venenoso y ácido que quiere corroer mis días.

Y así, los minutos, tan cronológicos ellos,  perversos, van derramándose, uno tras otros, de lunes a viernes laboral, formando un pozo  de tiempo profundo e inasible.  

El tiempo que se fue.

No hay distancia más larga que hace un minuto atrás…dicen.

Los miércoles a mediodía, mitad de semana, cuando la pendiente cambia en una inflexión dichosa donde la felicidad tiende a infinito (mi esposo lo llama “chuf factor”) Cronos comienza a debilitarse.

El viernes en la tarde, Cronos se desploma como una masa inerte, un reloj flácido, como los de Dalí.

Se quiebran los barrotes,  y saltan los candados.

Surge Kairos,  amable y generoso. Los minutos se dispersan en un caos incontenible y feliz.  Los relojes  no marcan las horas, sino un largo y plácido etcétera.

Comienza el fin de semana.

Kairos tiene textura de miel, olor a madrugada, sabor a mañana infinita, y claridad de mediodía.

Cuando opero en Kairos, no hay tarde, ni temprano,  ni agenda, ni calendario, ni líneas muertas, ni pozo de pasado inasible, ni marcha de cationes, ni de soldados.

Kairos es el tiempo de estar vivo: el único.