viernes, 29 de octubre de 2021

PEQUEÑOS CONTRATIEMPOS

 


Si algo he aprendido a estas alturas de la vida, es intentar no deprimirme por pequeños contratiempos, inconvenientes menores.

Como he repetido hasta la saciedad en este espacio, leído en alguna parte, “los obstáculos en la vida, son la vida.”


Sin embargo, cuando se suceden varios de estos tropiezos casuales (en mi caso uno literal, pues me fracturé el dedo chiquito del pié, un verdadero traspié) pues el “optimismo con experiencia” que practico (término acuñado por mi muy querido hermano Oswaldo) pues como que se me va un poco a pique.


Y sí, confieso que he pasado unos días un poco “down”, como dicen.


Pero otra vez, sin embargo…


El universo conspira, frase del baúl de mi adolescencia, creo que de Paolo Coello.


Y no sólo que, en medio de mis solitarios días de esta pasada semana, recuperándome de una fuerte gripe (no Covid a Dios gracias) los gestos y palabras amables han germinado en mi alma como pequeñas flores.


Flores que reconfortan, como una deliciosa sopa de pollo dejada en el portal de mi casa.


O como un poema que sabe a lasaña y biscotti.


Florecitas silvestres, en forma de llamada o mensaje. ¿Cómo estas? ¿Cómo te sientes? ¿Cómo amaneciste? 


Gracias. De corazón.


Así no hay manera de deprimirse, por más que las circunstancias insistan.


Y por si fuera poco, también en mi casa ocurrió un milagro.


Este se lo debo a mi querido amigo Carlos de Montreal.


Les cuento brevemente y pongo el testimonio fotográfico.


En enero de este año, es decir, hace diez meses, mi amigo Carlos me dijo que le cortara todas las hojas  a una espectacular mata de Amarilis que acompañó mi pasada Navidad. 


Unas flores rojas que parecían las trompetas de las Walkirias de Wagner, por su intensidad, colorido y tamaño.

Así estaba la Navidad del pasado año


Me dijo también que las bajara al sótano a hibernar. Y así lo hice.


Demás esta decir que me olvidé de la Walkiria, y por meses no le dio ni un rayo de sol, ni tampoco recibió una gota de agua.


Esta semana me acordé de ella y bajé al sótano.


El resto es un milagro.


La matica sobrevivió.


Mi amigo Carlos dice que florecerá, igual que mi alma,  para esta Navidad.


Y así, durante esta semana  que he pasado enferma, todo me ha hablado de reverdecer, de renacer, de la importancia del gesto amable, esos que llegan lejos y se convierten en espiral amorosa, como esa infinita que me brindó mi amado esposo en vida.


En fin, mi Amarilis, otra sobreviviente, me recuerda que la vida insiste, se abre paso, ante la oscuridad, ante la adversidad, ante los pequeños tropiezos.


Y por esos pequeños gestos salvadores de ustedes.


Otra vez, gracias…

Así estaba al día siguiente que la saque del sótano, hace tres días.

Así esta hoy.

PD: Y por si fuera poco, acaba de pasar por mi ventana, el pájaro azul... 






miércoles, 13 de octubre de 2021

KINTSUYI

 

O el arte de remendar algo roto con hilos de oro y que el resultado sea aún más bello que el recipiente o la pieza original.


Es una técnica ancestral japonesa, es también una buena metáfora para las almas rotas. Todo un descubrimiento que  conseguí en un libro inspirador que compré en mi viaje a Los Ángeles.


Después de aprender esta nueva palabra, me pregunto, ¿será que un alma rota en un millón de pedazos puede remendarse con hilos de oro y convertirse en un recipiente más bello que el  original?


Habría que empezar a recoger los pedazos uno por uno, y buscar el oro.


Lo intentaré, sólo me faltan varios miles de pedazos que recoger, el oro líquido entra por mi ventana, cada mañana, en cada amanecer.