domingo, 26 de febrero de 2012

COLECCIONISTA DE MUNDOS




 …¡Ya no hay espacio para los mundos! ¿Por qué no cambiamos de lugar los mundos?  Los mundos están muy desordenados y polvorientos. Congestión de mundos...Disculpen la cacofonía, pero es que me encanta el juego de palabras.

Mi esposo es coleccionista de mundos.

Hace poco fue su cumpleaños y quise regalarle algo especial. Generalmente sus regalos son vergonzosamente mejores que los míos, él es un regalador por excelencia y siempre da mucho más de lo que uno espera. Y esto aplica no solamente a los regalos. Es la lección de generosidad que recibo de él todos los días. El año pasado, no diré cuántos, aunque ya es vox populi (tarde me enteré, que la mejor manera de conservarse joven es mentir sobre la edad), Meen me regaló el mismo número de regalos que los años  que estaba cumpliendo. Me pasé el día entero abriéndolos, calculen. Los esposos de mis amigas lo odiaron por sentar dicho precedente. ¡Fue el mejor cumpleaños de mi vida! A veces creo que este blog es un tributo al amor que nos tenemos porque no dejo de nombrarlo,  pero gracias a Dios que él no lo lee, por ser en Español,  porque me diría muy serio: Stop it!!!

Recorriendo las tiendas, la verdad no conseguía nada lo suficientemente especial. Busqué afanosamente sin éxito,  hasta que, ya cuando estaba a punto de comprarle un suéter,  me topé con el mundo perfecto.

 Un globo terráqueo sobre una base de cristal, la cual mandé a grabar con su nombre y un símbolo de infinito () y el cual, por los misterios de la ciencia infusa, da vueltas al ritmo de nuestro planeta, utilizando energía lumínica (no necesariamente solar). No voy a entrar en detalles sobre la teoría del magneto, la no fricción, Coriolis, que a él, por cierto, le produjeron enorme fascinación, pero  el hecho es que acerté, o como decimos nosotros, por fin la pegué y a Meen le encantó su nuevo mundo, que colocó sobre la chimenea, junto con el resto de las cosas que nos definen. 

El que quiera conocernos, solamente tiene que descifrar los objetos que viven sobre la chimenea. Les dejo las claves como acertijo: un Beso, Don Quijote y Sancho, la mano de Buda, un torito español, un nudo africano que enlaza todo lo anterior y ahora, un mundo en movimiento perpetuo, como el amor.

Decidí que este iba  a ser mi “momento mágico” de este fin de semana, y le dije a mi hija: ”Por favor tómale una foto a todos nuestros mundos” . Tarea titánica, porque a lo largo de los últimos 13 años, nuestros mundos, los de la colección y los que han pasado por nosotros, geográficos o no, quizás estos últimos los mas interesantes, han crecido una enormidad

Al final concluyo que, aunque este año le regalé un mundo perfecto a mi esposo, es él quien me lo regala a mi, todos los días de mi vida.

martes, 21 de febrero de 2012

PALO DE AGUA

Desde hace un par de días he notado un ruido, más bien un murmullo, de tendencia suave y calmante, dentro de mi cuerpo.  Un rumor regular, íntimo  y  monótono, audible no sólo en el oído, sino en toda mi humanidad. Como si me hubiera convertido en un sonajero, o en uno de esos bambúes llenos de semillas, que al moverlos simulan la lluvia y que llaman “Palo de Agua.”

Mi hermano, eminente  cirujano y otorrinolaringólogo, ya me hubiese mandado a hacer un examen de audición, o me hubiera dicho, como ya lo hizo una vez, que, ya a cierta edad, uno no es víctima del Alemán (Alzeimer), sino del Italiano, Franco Deterioro. La verdad, tengo unos hermanos muy chistosos.

El caso es que inclusive hoy, después de una semana de vacaciones en la hermosa Republica Dominicana, regresé a la oficina, con una muy extraña sensación de serenidad interna. En todo el día, nada logró sacarme de quicio, ni los trescientos cincuenta emails pendientes pudieron evadirme de mi gentil estado de vaivén interno.

Hace apenas minutos, pensando en mi  “momento mágico” de esta semana, caí en cuenta que  ese rumor que se me quedó instalado  y meciéndose por dentro, es el Mar. Ese que tenia muchísimos meses sin mirar, sin sentir ni presentir, pero que mi alma caribeña extraña, y sueña, y ansía, con devoción de eterna promesa, que por fin se cumplió. 

En fin, sumida en esta especie de ingravidez de burbuja o de laberintitis, comencé a elucubrar sobre los sonidos que uno guarda por dentro a lo largo de la vida, los más triviales, los más prosaicos, los más exquisitos.

Abrir la reja oxidada de un jardín.

La puerta en la madrugada: la paz que avisa la llegada de los hijos.

Los sapitos de la noche caraqueña, el “perfecto silencio.”

El rebote de una pelota o de la infancia.

El sonido de los ayeres irrecuperables.

Me maravillo de la fineza del sentido del oído. Por algo dicen que es el ultimo que se pierde y por eso hay que hablarle a los moribundos aunque parezca que no nos escuchen. Yo creo que sí lo hacen, y con concentración azul acetileno.

Entonces, recordé una frase que leí hace muchísimos años. No me acordaba del autor, pero esta vez la “Googuelié”  y pude identificarla. Voy  a hacer esto más, dada mi condición debida al Italiano, que hace que se me olviden las fuentes. Esta frase que me tocó profundamente en aquella oportunidad le pertenece a mi muy respetada escritora chilena Isabel Allende. 

Aquí se las dejo, junto con mi  rítmica y sedante sensación de Palo de Agua. Es mi momento mágico del día. Espero los deje vibrando.

“La vida es puro ruido entre dos silencios abismales”
Isabel Allende

jueves, 9 de febrero de 2012

PINTURA BLANCA

Anoche no podía dormir e intenté poner la mente en blanco. Por más que trataba, no  lo conseguía. Ese asunto de la meditación y el yoga, no se me da muy bien.  Por mi cabeza desfilaban los números del cashflow, las curvas de progreso, la presentación, $ aquí, % allá, informes.  En resumen: la manera más absurda de perder horas de sueño. Como siempre digo, seguramente de alguna frase que leí por ahí: nadie en su lecho de muerte se arrepiente de no haber pasado más tiempo en la oficina. 

Resolví intentar una estrategia novedosa para lograr ese estado de blanquedad mental. Me imaginé que tenía una brocha con pintura blanca y cada vez que aparecían las descaradas cifras e histogramas desfilando por mi cabeza, las iba cubriendo con pintura blanca.  Veía el reloj, las 2:00 AM. 3:00 AM, 3:30 AM y yo exhausta,  con la brocha de pintura en la  mano, sin que mis impertinentes pensamientos se sintieran intimidados en lo más mínimo. Los irrecuperables minutos se ahogaban en la distancia. Alguien dijo, no hay lugar más lejano que un minuto atrás, y yo alli, viendo el tiempo alejarse a cuenta gotas.

Así que cambié de táctica y para poner mi mente en blanco decidí pensar en cosas blancas. Como si estuviera ensartando un collar de todas las cosas blancas que se me fueran  ocurriendo. Y así empecé:

Nieve, nube, espuma del mar,  azúcar, sal, arroz, harina, huevo, leche, crema, queso crema, queso de telita, guayanés, palmita, palmizulia, nata, arepa, guanábana por dentro, rábano por dentro, un papel, lienzo, perla, colmillo de elefante, el blanco del ojo, raya blanca de una cebra, luna, el alma de un niño, una mentirita, la mente de un yogui, las siete estrellas de mi bandera, el perro Nevado de Bolívar y su caballo, las patitas de Sancho, la manchita en la frente de Sancho, una sonrisa, la  honestidad, un vestido de novia, las magnolias, nardos, azucenas, rosas blancas, azahares, osos polares, pétalos de una Margarita, fantasmas, sabanas de hotel, toallas de hotel, caracoles, blanco titanio de  mi caja de pinturas, alas de ángel, rayas peatonales, estrella fugaz, paloma…

Al fin, cuando tenía un collar como de tres vueltas de cosas blancas, creo que me dormí. Pero sólo brevemente, porque entonces ocurrió lo más curioso,  comencé a soñar que había pintado al mundo entero de blanco. Como si mi mente, con una brocha gigante hubiese cubierto todo: gente,  ciudades, carros, océanos, las aceras, hasta los pensamientos. 


Entonces comencé a angustiarme. Como si hubiera borrado el mundo  Me asusté, quería escapar de ese sueño, pero estaba nadando en un blanco espeso, una especie de nada viscosa.  Un mundo blanco donde no pasaba nada.  Un mundo aterrador.

Entonces me desperté sudando frío.

4:00AM y en el punto de partida. Ya demasiado cansada para intentar dormir, aunque suene paradójico, decidí  esperar pacientemente por un nuevo amanecer.

Si eso es tener la mente en blanco, creo que prefiero el insomnio. Aunque en verdad, no hay nada que temer,  creo que jamás podré lograr la blanqueza mental.

De toda esta inquietante experiencia nocturna al menos me quedó un interesante collar de cosas blancas...  

...yogurt, un tigre albino, la arena de Morrocoy, tiza, el vino, la conciencia de un santo, la mirada de quien te ama…

martes, 7 de febrero de 2012

TERAPIA DE CAMPANAS


No hay verso ni guitarra que me alegre hoy…

“Sentida Canción”. Creo que he escuchado este poema musical de Henry Martínez, unas infinitas veces,  en la prístina voz de Cecilia Todd.

Es una gran canción, una historia enigmática, cuyos versos entran en resonancia con algún sentimiento escondido mío…Serena te cantaré mis verdades... como si descubriera algunas mías.

En estos días, en mis  reflexiones  en el carro, atrapé al vuelo precisamente esa frase musical…No hay verso ni guitarra que me alegre hoy...  Y no es que me sienta así, porque hay que estar perdido en una gran tristeza para no conmoverse con un acorde de guitarra o con una invitación a “soñar caminos”, como dice el verso de Machado.

Pero si he de admitir que han sido algunos días raros, con algunas nubecitas aquí y allá, pasajeras, sí, pero días desinflados, contrarios a esa otra canción de …hoy todo me parece más bonito, hoy canta más alegre el ruiseñor…

Y sin embargo se mueve... Eppur si muove. La magia, digo.

Con la excusa de que  había que estar en paz, pues visitaríamos a nuestro  futuro cachorrito de apenas tres semanas  de nacido, y la criadora nos advirtió insistentemente que son aún muy delicados, y  en vista de estos días tensos,  pues decidí limpiarme el aura, a mí y a todos en la casa. A veces uso incienso, otras invento alguna pócima, esta vez decidí hacerlo con una terapia de campanas. No se si eso existe como tal, pero en Asia y en algunos pueblos de Latinoamérica, esto es común. De hecho esta campana la compré en México.

Los agarré a todos, les dije que extendieran los brazos y los cubrí con unas campanadas de hierro pesado,  sonoras y contundentes, de esas que se sienten hasta en las muelas y sacan las penas.

El novio de mi hija, me miró sorprendido, pero aceptó de buen agrado sus campanazos. Así, limpios, nos fuimos a conocer al futuro Sancho, bautizado así en honor al fiel compañero de aquel hombre de “lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”.

No voy a entrar en detalles sobre la insospechada maravilla de tener un cachorrito entre las manos,  de sentir algo tan vivo y tan frágil,  porque no quiero aburrir. Fue muy lindo, si. Mi esposo, en verdad no necesitaba campanadas, el tiene alma de cachorro, y el futuro Sancho se acostumbró a sus manos en segundos, igual que yo.

No se si fue el contacto con los perritos, los campanazos, o simplemente casualidad, pero  camino al supermercado, volvió a sonar por enésima vez la  Sentida Canción, y esta vez, pues me expandió el alma la frase …Ay...mi grande amor… soñábamos un sueño y se soñó…

Aquí estoy, con mi “grande amor”, haciendo planes de Sancho y soñando caminos… juntos…

 Hoy todo me parece más bonito… otra vez…