viernes, 22 de mayo de 2015

EL PIANO DE GRACIA


Tiene un sonido temperado, largo, pacífico y de maternal dulzura, como el océano, como la fotografía antigua que lo acompaña.

Es el piano de mi amiga Gracia.

Antes de entrar en la anécdota, me acabo de acordar de unos entrañables amigos de mis padres, a quienes por casualidad de la vida, volví a ver en una foto que alguien público en Facebook.

Una pareja muy glamorosa y simpática, Pedro Manuel y Argentina.  Ella bellísima,  con rostro inscrito dentro de los más exigentes cánones griegos, matizados por la calidez de Mar Caribe. Él, un hombre elegante, altísimo y delgado, y de paso usaba flux de rayas.  Me dio mucha nostalgia ver esa foto y otra de Don Juancho y Aida, otros maravillosos amigos de mis fallecidos padres. Mi homenaje y respeto para ellos.

El caso es que a Pedro Manuel, lo llamaban Chile, porque era largo y flaco y estaba al lado de Argentina. Siempre me pareció muy ingenioso este sobrenombre. 

Y hablando de sobrenombres, y como la mente es asociación de ideas,  me viene a la mente otro, de un amigo de mi hermano  Rafael ( Q.E.P.D) a quien llamaban “ Peón de Ajedrez”. No sé qué defecto tendría, el pobre, pero así lo llamaban porque caminaba derecho y comía de lado.

Toda esta introducción  e historias colaterales, porque hoy,  estando de paseo en bicicleta, porque así de ociosa es mi vida ahora que estoy desempleada y tenemos el lujo de la Primavera,  se me ocurrió visitar a mi amiga Gracia,

Mi amiga Gracia es chilena y en su casa hay un piano.

Mi visita iba a ser muy corta, pero cuando entré a su casa, el piano abierto, me sonrió de octava a octava.  Una sonrisa antigua y de marfil musical.

La improvisada visita transcurrió muy grata, y ya cuando me disponía a ponerme mi casco y continuar, pedí permiso para tocar el risueño piano.

Y me senté  y toqué mis valsecitos venezolanos, trastabillando aquí y allá,  pero que me sonaron con ese otro aliento de océano, pacífico, temperado, salino  y dulce a la vez.

Me  puse mi casco, me monté en  mi bicicleta y pedaleé hacia mi casa  sobre el pentagrama sinuoso del rio turquesa.

Gracias a Gracia y a su dulce piano.
 
PD: He estado perdida pero el carino es el mismo.