lunes, 28 de febrero de 2022

FESTINA LENTE



 
Festina Lente, icono creado en el Renacimiento por Aldus Manutius

Por razones que la razón desconoce, como las del corazón, parafraseando a Pascal, vuelve al paisaje de mi vida este adagio clásico, Festina Lente, que se traduce como: Apresúrate Lentamente.

Desde que mi amiga Aura volvió a mencionarlo en una de nuestras deliciosas conversas de los sábados, me volqué a buscar en mis cajas polvorientas, cofres, baúles viejos, el colgante que compré con ella en México hace 23 años.

Y lo encontré.

El ancla y el delfín, mi Festina Lente, volvió a mi cuello.

Pareciera un absurdo radical, de esos que llaman oxímoron, apresúrate lentamente, pero es en verdad ese fino balance entre la urgencia y la diligencia.

En Venezuela se traduciría como “sin prisa, pero sin pausa”.

El emperador romano, Augusto, lo utilizaba como la divisa de su ejército (en aquel tiempo lo representaban con una mariposa y un cangrejo), y se convirtió en un lema muy popular en el renacimiento.

La Fontaine lo inmortalizó en su fábula de la liebre y la tortuga.

En fin, los curiosos pueden consultarle a Mr. Google, pero para efectos de estas breves líneas, es solamente un recordatorio de que, como dice otro adagio popular: de la prisa sólo queda el cansancio.

Por ahora, acaricio mi dije de plata, mi ancla y mi delfín.

Me pregunto qué mensaje me trae en esta otra etapa de mi vida, en estos tiempos de incertidumbre y temor.

Por ahora sólo le pido que me conceda esa prudente sabiduría, para pensar, para pulir y pulirme, para esperar, para fluir sin tiempo, y como lo interpretó el poeta francés Nicolas Boileau, “Hâtez-vous lentement, et sans perdre courage” es decir, “apresúrate muy despacio, y sin perder coraje.”

Festina Lente.

PD: Gracias a mi querida amiga Aura Elena por regalarme, como ella dice, esta magia pura y dura, jaja…

 


domingo, 6 de febrero de 2022

EL MAPA

 


 

Probablemente los mapas pertenezcan a esa larga lista de objetos obsoletos, que la tecnología (y el GPS) se ha encargado de eliminar.


Sin embargo, hace poco, me topé, casi por casualidad, con una cartografía muy particular.


Un pergamino con lugares que me eran muy familiares, pero que tenía tiempo sin recorrer.


En silencio solemne, me quedé mirando este arqueológico hallazgo con detenimiento y asombro.


Arterias principales se hacen paso con diáfana seguridad, señalando al mismo tiempo destino y recuerdos.


Caminos secundarios, tortuosos, desafiando obstáculos, bordeando precipicios, asomándose a acantilados, sonriendo tal vez.


Al Norte, vías llenas de asombro, o fruición, improvisado pentagrama donde notas muy musicales encontrarían su lugar.


También recorrí con la punta de mis dedos, depresiones geográficas, lagos oscuros, cavados por aguas subterraneas de color violeta.


Pero aún quedan en ese plano, praderas suaves, inexploradas, donde quizás el tiempo cave sus profundos surcos, algún día.


Con cierta satisfacción le sonreí al espejo.


Miré mi rostro sorprendido.


Mi código de barra, paréntesis y otros signos de puntuación que acentúan mis facciones y mi vida; líneas de expresión o en cristiano, sencillamente, mis arrugas.


Mi mapa espiritual.

 

PD: Ayer conversando con mi querida amiga Aura, me dijo que su abuela solía decir que había que mirarse en el espejo con frecuencia porque si no, uno un día se sorprende, o más bien se asusta jaja. También su abuela le decía: Como te ves, me veía; como me ves, te verás.

Pura sabiduría…

Lo del código de barras me lo dijo una amiga española a manera de chiste refiriéndose a sus arruguillas sobre el labio superior jaja y mi papa decía a veces que ya tenía la boca dentro de paréntesis.

En fin, el tiempo, el implacable, como dice la canción…