lunes, 25 de diciembre de 2023

BAILANDO

 

Bailando…

 


Por esta época, tiende uno a pensar: un año más ¿que nos traerá el próximo?


Enfrascada en mis planes para las próximas semanas, cenas, fiestas, viajes, sonó el timbre de la casa. Debe ser transmisión de pensamiento, cada vez que me siento a planificar cualquier cosa, recibo su visita.


Se presenta en mi puerta, con sombrero e impecable traje oscuro, chaleco y corbata gris; como diría mi padre, “la extraña elegancia…”


Sin cruzar palabras, pues lo conozco muy bien, lo invito a pasar.


Él se sienta junto a mí, frente a la computadora y observa, mientras termino de cuadrar mis actividades de fin y comienzo de próximo año.


Mi invitado es muy discreto, por más que uno quiera preguntarle cosas, el guarda silencio. A veces se le escapa una breve risa, casi sarcástica.


En la mitad de mis planes, mi computadora se congeló. Creo que la tarde, las horas, también se guindaron.


No sé de dónde, surgieron las notas de un tango muy conocido para mí, de esos que mi papá me enseñó, “barrio plateado por la luna….”


En ese momento mi distinguido visitante me invitó a bailar.

Yo me entregué al baile con los ojos cerrados.


Qué delicia dejarse llevar por brazos resueltos, los del “futuro”, que por cierto es el nombre de mi amable visitante.


Qué paz da rendirse ante él, en vez de encadenarlo con tanta planificación.


Mi computadora comenzó a dar señales de vida y en ese momento mi compañero de baile, mi incierto pero maravilloso futuro, salió por la puerta ofreciéndome una sonrisa y un gesto cortés tocando la copa de su sombrero.


Tomé su visita de hoy como un buen augurio.


Apagué la computadora.


Decidí no hacer más planes y darle pista a la magia, esa que, si uno se empeña en amarrar, se cancela.


Con mi música imaginaria, allí quedé yo, sola, contenta, bailando…

 

viernes, 8 de diciembre de 2023

ALEGRE DESPERTAR

 


La verdad me sentí rara al verme con mi nuevo atuendo deportivo y zapatos de correr, a las seis de la mañana, trotando por el parque.

Será que uno escucha tanto sobre la disciplina, los hábitos, el “fitness”, la nutrición y todos esos conceptos que en general ignoro olímpicamente, que finalmente convencieron a mi, muy reacio, subconsciente.


Hace poco, alguien me dijo que, a cierta edad, uno comienza a perder masa muscular y lo único efectivo para evitar esa pérdida es levantar pesas.


Eufórica, después de trotar, me paré en el gimnasio y me puse a hacer, si, increíble: pesas. El espejo me devolvía una imagen muy alentadora, fuerte y disciplinada, otra yo.


Regresé a casa como a las ocho de la mañana hambrienta así que, siguiendo todos esos consejos dietéticos que uno recibe a menudo en redes, me preparé eso que llaman un “desayuno sano”.


Ante mí, la imagen de una panqueca verde, de espinaca, por supuesto sin harina de verdad, ni huevos, rodeada por esa cosa que llaman tofu y rociada con una lluvia de semillas de origen desconocido, pero muy sanas, eso sí. Todo eso acompañado con un jugo de limón y té verde.


Mi rostro era pura satisfacción.


Justo en el momento en que iba a hincarle el diente a la super nutritiva panqueca, sonó el despertador.


Desperté sudando frio.


No había zapatos de trotar, ni pesas, ni panqueca verde con tofu por ninguna parte.


¡Que alivio! Todo había sido un sueño, más bien una pesadilla.


Me levanté con un apetito voraz.


Procedí a prepararme una arepa con mantequillita y dos huevos fritos con jamón. Todo eso acompañado con un café bien cargado, cremoso y dulcito junto a un pedazo de ponqué.


Esto sí que se llama un alegre despertar.

martes, 14 de noviembre de 2023

TRASPLANTE

 




 

Me puse los guantes y preparé mi quirófano particular.

Iba a realizar mi primer trasplante.

Trasplantar significa trasladar un “órgano”, desde el lugar donde está arraigado y asentarlo en otro sitio más sano, con más probabilidades de crecer y vivir.

En mi caso, el receptor era amplio y su sustento nutritivo.

Con mucho cuidado y hablándole con dulzura, como si se tratase de una cirugía de corazón abierto, tomé su frágil verdor en mis manos y lo coloqué en el pecho de su nuevo hogar.

Una maceta llena de sol.

Regué mi plantita, me quité mis guantes de jardinería y recé para que el trasplante fuese exitoso.

Sequé el sudor de mi frente con una súbita reflexión.

Esa matita soy yo.

Y como yo, tantos quienes dejamos nuestro país, nuestro arraigo, por las razones que sean, para sembrarnos en nuevos continentes.

En mi experiencia particular, siento que me han regado y alimentado con amor y generosidad. Aquí en Canadá, se han asentado mis raíces y han crecido mis ramas.

Esos brazos espirituales que nos permiten tocar a los amigos, hermanos, familia regada por el mundo, en un abrazo verde y frondoso.

No sé nada de medicina ni de jardinería (aunque me he nutrido con los consejos de nuestra compañera Lucy Gómez) pero espero que mi matita trasplantada floree de nuevo.

 

En ese otro, mi “trasplante” de alma casi, puedo decir que, aunque mi raíz siempre estará un poco adolorida, las nuevas ramas, decididas y fuertes, esas que saludan al cielo, dan cobijo a las aves y hacen silbar al viento, me sustentan…

martes, 7 de noviembre de 2023

TRES GNOMOS

 

TRES GNOMOS



 

Son rellenitos y narizones, visten traje a rayas y gorros puntiagudos. Sus barbas son blancas y suaves.

Los bauticé Pepe, Paco y Luis. Son tres gnomos, se los tejí a mis nietos.

Aquí terminaría esta aburrida historia si no fuera por lo que pasó a continuación.

Al día siguiente de terminado mi proyecto, me pareció que los duendecillos no estaban donde los había dejado la noche anterior.

Juraría que los había dejado sobre la chimenea, y los conseguí en el dosel de la ventana.

Considerando que la pérdida de la memoria es el primero de los tres signos del envejecimiento y los otros dos se me olvidaron (chiste que nunca me olvido de repetir), pues pensé que me había equivocado.

También me pareció extraño que cuando me acerqué a verlos, me lucieron mejor terminados, sin las “perfectas imperfecciones” que caracterizan a mis manualidades. Pensé que, como siempre, me estaba subestimando y quizás estaba mejorando en el oficio.

En fin, aquel hubiese parecido un día cotidiano si no fuese porque noviembre, helado y sigiloso, se abalanzaba sobre mi alma, anunciando otro aniversario de la partida al cielo de mi gran amor.

Noviembre, el mes de mis melancolías; esas que he aprendido a honrar, pero que, como bien lo expresa el poeta Miguel Hernández, “tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler, me duele hasta el aliento.”

El caso es que, esa gélida noche, como para no retar a mi memoria, o la falta de ella, me llevé a Pepe, Paco y Luis a mi cuarto.

Amaneció noviembre.

Para mi tranquilidad, los duendecillos estaban exactamente donde los había dejado la noche anterior. Los saludé y para mi sorpresa, me respondieron en su peculiar idioma de sol, luna y estrellas.

“No estás sola. Eres visible. Eres amada”, me dijeron.

Lo más raro de esta historia, es que les creí.

Ya los gnomos tejidos llegaron a manos de sus adorables dueños, pero creo que los otros, los de verdad, se quedaron aquí, en mi casa, correteando de un puesto a otro, entregando sus cósmicos mensajes, haciendo travesuras.

EL AMANTE

 

EL AMANTE



“Un bongo remonta el Arauca

 bordeando las barrancas de la margen derecha.”

Rómulo Gallegos/Doña Bárbara (1929)

 

Es una seducción.

Una secreta invitación a retirarnos a un rincón silencioso, un sofá mullido, una poltrona, la cama.

La magia comienza con una mirada, de la cual ya es imposible despegarse. Después, palabras que conmueven, estremecen, inspiran.

Entonces, el mundo tal y como lo conocemos desaparece y sucumbimos al abismo, ese que, según Nietzsche, nos devuelve la mirada.

Espero no defraudarlos.

Estos amantes tan cautivadores a los que me refiero son los primeros párrafos de las buenas novelas.

Ante ellos me rindo.

Y les dejo, si me permiten, un breve collage de algunos de esos irresistibles autores que ustedes conocen, pero que siempre es un placer releer.

“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.”

Miguel de Cervantes/ El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605)

 

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”

Gabriel García Márquez/Cien Años de Soledad (1966)

 

“Solemne, el gordo Buck Mulligan, avanzó desde la salida de la escalera, llevando un cuenco de espuma de jabón, y encima, cruzados, un espejo y una navaja.”

James Joyce/Ulises (1922)

 

Y con este viejo “amante”, me retiro a mi sillón, frente a la chimenea, con una copa de oporto.

¡Buenas noches!

 

“Nuestra época es en esencia trágica, y precisamente por eso nos negamos a tomarla trágicamente.

…Tenemos que vivir, por muchos que sean los cielos que hayan caído sobre nosotros.”

D.H. Lawrence/El Amante de Lady Chatterley (1928)

martes, 17 de octubre de 2023

TALLER DE ORFEBRERIA

 



Todos los años por esta época, los mejores orfebres del planeta visitan nuestras praderas canadienses.

Estos artistas se instalan sin más techo que el cielo, desplegando sus obras sobre una enorme mesa de trabajo.

 Nosotros, los residentes de la provincia somos testigos, cada día, de la evolución de sus piezas.

Emplean metales nobles y sus aleaciones, oro, plata, bronce, cobre, los cuales complementan con piedras preciosas o semipreciosas.

Allí, en su extensísimo taller, podemos ver muestras de aguamarinas, cuarzos, topacios, granates, zafiros, que van integrando con maestría, en sus intrincadas creaciones.

Al visitar la feria, se perciben en la piel y en los oídos, las vibraciones e incesantes murmullos que producen sus instrumentos de trabajo.

Como hojas sacudidas por el viento, se escucha el ancestral tintineo del cincel, el ruido glacial del bruñidor de bisel, el crujir de la lija que deja sobre el suelo una alfombra luminosa.

En la parte más alejada del taller, una anciana y venerada maestra, espera con paciencia que se suelte esa suerte de polvillo de diamantes, para poder culminar su obra magna.

Al fin llegan, son las primeras nieves que se esparcen sobre las montañas.

Las “rocosas” se recortan sobre el horizonte luciendo al fin, su majestuosa diadema.

El término orfebre, aurifaber, tiene su raíz latina en auri, “oro” y faber “arquitecto”.

Orfebres, arquitectos del oro que labran nuestros otoños, según los designios de la gran maestra y madre Naturaleza.


martes, 3 de octubre de 2023

¡AH BUENO…!

 



Es una expresión que, ante una noticia no tan favorable, actúa como atenuante y transmite cierto alivio.


Lo que no sabía era que se iba a convertir en mi proyecto a futuro.


Hace poco le dije a mis hijos que, si llegaba a los ochenta años, me iba a hacer un tatuaje en el antebrazo con esas palabras: ¡Ah bueno!


Ellos se rieron claro, y me dijeron: sí mami, si quieres también te pones un “piercing” en la lengua.


El hecho es que tengo mis argumentos para este plan, a mediano plazo y también otro propósito más serio.


Quiero trabajar una cualidad que me propuse tener bien entrenada cuando llegue al octavo piso.


Se trata de la flexibilidad.


Esta palabra, al igual que esa otra tan de moda y que me cuesta pronunciar, resiliencia, me da pesadillas, pues me recuerda mis clases de Resistencia de Materiales cuando estudiaba ingeniería civil en Caracas.


Flexibilidad, en términos humanos, es la capacidad de adaptarse.


Quiero llegar a los “ochenta y dele”, flexible, no solo de cuerpo sino de espíritu, y que cuando me digan, vente, vamos, sube, baja, móntate en la moto, en el avión, en el barco, en paracaídas, donde sea. Yo diga, voy, vamos, siempre. Sin poner problemas.


Aprendí hace poco, bellamente y brindando por alguien especial, que la flexibilidad es una sencilla manera de ser más felices, nosotros, y las personas a nuestro alrededor.


En conclusión, como ven, tengo dos proyectos a mediano plazo.


Y por si todavía se preguntan ¿por qué “Ah bueno”?


Luciré esa expresión en mi antebrazo para celebrar esa edad de oro, de alivio, de puro goce, de misión cumplida.


Mi mamá decía que después de los ochenta, uno ya está en la edad del ¡Ah bueno! 


Y ¿por qué?, le preguntaban con curiosidad.


Porque cuando yo me muera, y pregunten ¿qué edad tenía?, 87…


- ¡Ah bueno!

lunes, 25 de septiembre de 2023

LECCIÓN DE AJEDREZ



 

Mi hermano Rafael (QEPD) me enseñó a jugar ajedrez cuando yo tenía apenas unos seis años. Nunca se me olvidará que para darme un ejemplo de cómo se movían los peones, me dijo que tenía un amigo que apodaban “peón de ajedrez” porque caminaba derecho, pero comía de lado.


En fin, tenía toda una vida sin jugar, pero alguien cercano me pidió que, si podía enseñarle, y así lo hice.


Le expliqué lo básico, a colocar las piezas en el tablero y los movimientos de cada una. Le enfaticé que el juego consiste en lograr que el Rey del oponente no tenga escapatoria posible.


Hace poco, esta persona me dijo que ya estaba listo para una partida.


Nos sentamos frente a frente. Él eligió las blancas y claro, yo así de confiada, no tuve problema en que saliera primero.


Comenzó la batalla.

Yo en mi afán de educarlo, comencé a ofrecerle mis comentarios.

-   A ver, acuérdate que, en cada movimiento del oponente, tienes que evaluar a qué piezas te está amenazando y cuál es la intención.

Él escuchaba con atención sin decir palabra.

-    Tienes que abrirle espacio al alfil. No es conveniente que saques a la Reina prematuramente.

De vez en cuando escuchaba un débil: Umjaa…

-      Si sabes que vas a tener que retroceder, es preferible que no gastes un turno en eso.

-      Umjaa…

-      A las Torres tienes que tratar de dejarle espacio para que puedan apoyarse entre sí, porque así es que son poderosas.

Yo me asombraba de la capacidad de atención de mi oponente.

Entonces de repente, en medio de mi “perorata” escuché:

-      Jaque Mate, Nana.

-      ¿Cómo? - dije yo.

Efectivamente, mi Rey no tenía escapatoria.

Mi nieto Tomás de siete años, soltó una carcajada y me dijo:

-      Nana, tienes que hablar menos y prestar más atención.

La mejor lección de ajedrez y de vida que he recibido jamás.

lunes, 4 de septiembre de 2023

JULIA

 


 

Cuando yo era pequeña, mi hermano Oswaldo estudiaba medicina y un día trajo a la casa un esqueleto humano al cual bautizaron Julia.


Julia vivía en lo que llamábamos “el cuarto de arriba”. Yo me asomaba con cautela y curiosidad pues me daba miedo. No podía imaginar a mis, quizás cinco años, que así éramos por dentro.


Un día, el perro de la casa descubrió a Julia y se dio un banquete. Hasta ahí llegó nuestra amiga, triste final. QEPD.


Y este súbito interés por el tema óseo viene al caso porque hoy, por razones crujientes, descubrí que el cuerpo humano tiene doscientos seis huesos. Yo sabía de la existencia de algunos, fémur, húmero, tibia, peroné, cúbito y radio, ¿pero, tantos? Solamente en un pie hay veintiséis huesos y en una mano veintisiete alegres huesecillos.


Yo utilizo como el diez por ciento de mi sistema óseo, pero de vez en cuando me gusta mover el esqueleto, sobre todo cuando escucho mi música favorita, como esa de, “No hay que llorar, pues la vida es un carnaval y las penas se van bailando…” O aquella de, “Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida…”


Pura poesía a ritmo tropical.


Pero hoy, además de cuantitativa, contando huesos, amanecí como Julia después de que se la devoró el perro: triturada.


Creo que la clase de yoga fue un éxito. ¡Volveré!


¡Namaste!

 

PD: Para terminar con algo de humor, me acordé de aquel chiste del señor que va a consulta y le dice al médico, mientras señalaba las partes de su cuerpo.

-       Si me toco aquí, me duele; si me toco aquí, me duele; si me toco aquí, me duele…

-       Usted lo que tiene es el dedo fracturado.