“Si un pájaro entra a un café donde estoy escribiendo
– pasó una vez –
también entra en lo que estoy escribiendo”
Cesar Aira- Escrito argentino
Mi vida cambió de textura,
gracias al apacible hábito de asomarme al balcón.
Desde esa indiscreta atalaya,
la existencia cobra textura aérea.
Los pájaros, se
lanzan, raudos, sobre ingrávidas autopistas.
Solo sus rastros de
hilos invisibles van marcando la piel del viento.
Y yo allí, asomada,
buscando tal vez un cabo suelto que me invitase a descubrir un misterio.
Uno pequeño, uno
solo: el misterio del Universo.
Entonces, sucedió que
una mañana de esas sin brisa, en que pareciera que el mundo se hubiese detenido…
Una mañana radiante de primavera, me pareció divisar, desde
mi balcón, un hilo que pareciera salir del mismo cielo.
Un fenómeno óptico, pensé.
Pero con el
transcurrir de las horas, allí seguía aquel hilo delgado y blanco, suspendido
del infinito.
Nadie, en el agobio
de sus ocupadas existencias, parecía haberse percatado de la existencia de ese
hilo.
Nada dijeron en las
noticias, ni en los periódicos.
Pasaron los días, volvió
el viento y con él, los pájaros y sus cantos.
Y el hilo pendular seguía
allí.
Entonces, tomé mi
bicicleta, sorteé toda clase de telas de arañas, ramas, guijarros y me acerqué
lo más que pude a aquel hilo.
Estaba un poco alto, así
que, como pude, trepé un árbol y llegué hasta la rama más alta.
Estiré el brazo lo más
que pude, hasta que con las puntas de mis dedos logré tocar el extremo del delicado
hilo.
La rama se quejó con
un crujido muy seco, y en ese instante pude tomar el hilo entre mi mano y
jalarlo los más fuerte que pude.
La rama cedió y allí quedé
tendida en la hierba.
Cuando volví en mí, había
un pequeño cofre a mi lado.
Lo abrí.
Era lo que tanto había
soñado.
El cofre contenía la respuesta al misterio del Universo.
Un poco atontada,
pero poseedora de este gran tesoro, decidí volver a mi vida a disfrutarlo al máximo.
Solo existe un lugar
en el mundo donde hacer uso de tanta riqueza.
Regresé a mi balcón.
Los pájaros bordaban en
el aire sus lazos invisibles.
PD:
Este cuento está inspirado en la frase inicial y en un cuento de su autor
llamado “El Hilo de Macuto”`, el cual me sorprendió gratamente, pues no
obstante ser un escritor argentino, sucede en un lugar del litoral central venezolano
que me es familiar, Macuto. También esta inspirado en la tranquilidad de mis días que pareciera
que estar cerca de terminar, pues hoy fui a una entrevista de trabajo. El ocio
es muy rico, pero el trabajo dignifica. Espero lo hayan disfrutado.