martes, 9 de junio de 2015

EL HILO


“Si un pájaro entra a un café donde estoy escribiendo

 – pasó una vez –

también entra en lo que estoy escribiendo”

Cesar Aira- Escrito argentino
 

Mi vida cambió de textura, gracias al apacible hábito de asomarme al balcón.

Desde esa indiscreta atalaya, la existencia cobra textura aérea.

Los pájaros, se lanzan, raudos, sobre ingrávidas autopistas.

Solo sus rastros de hilos invisibles van marcando la piel del viento.

Y yo allí, asomada, buscando tal vez un cabo suelto que me invitase a descubrir un  misterio.

Uno pequeño, uno solo: el misterio del Universo.

Entonces, sucedió que una mañana de esas sin brisa, en que pareciera que el mundo se hubiese detenido…

Una mañana  radiante de primavera, me pareció divisar, desde mi balcón, un hilo que pareciera salir del mismo cielo.

Un fenómeno óptico, pensé.

Pero con el transcurrir de las horas, allí seguía aquel hilo delgado y blanco, suspendido del infinito.

Nadie, en el agobio de sus ocupadas existencias, parecía haberse percatado de la existencia de ese hilo.

Nada dijeron en las noticias, ni en los periódicos.

Pasaron los días, volvió el viento y con él, los pájaros y sus cantos.

Y el hilo pendular seguía allí.

Entonces, tomé mi bicicleta, sorteé toda clase de telas de arañas, ramas, guijarros y me acerqué lo más que pude a aquel hilo.

Estaba un poco alto, así que, como pude, trepé un árbol y llegué hasta la rama más alta.

Estiré el brazo lo más que pude, hasta que con las puntas de mis dedos logré tocar el extremo del delicado hilo.

La rama se quejó con un crujido muy seco, y en ese instante pude tomar el hilo entre mi mano y jalarlo los más fuerte que pude.

La rama cedió y allí quedé tendida en la hierba.

Cuando volví en mí, había un pequeño cofre a mi lado.

Lo abrí.

Era lo que tanto había soñado.

El cofre contenía  la respuesta al misterio del Universo.

Un poco atontada, pero poseedora de este gran tesoro, decidí volver a mi vida a disfrutarlo al máximo.

Solo existe un lugar en el mundo donde hacer uso de tanta riqueza.

Regresé a mi balcón.

Los pájaros bordaban en el aire sus lazos invisibles.


PD: Este cuento está inspirado en la frase inicial y en un cuento de su autor llamado “El Hilo de Macuto”`, el cual me sorprendió gratamente, pues no obstante ser un escritor argentino, sucede en un lugar del litoral central venezolano que me es familiar, Macuto. También esta inspirado  en la tranquilidad de mis días que pareciera que estar cerca de terminar, pues hoy fui a una entrevista de trabajo. El ocio es muy rico, pero el trabajo dignifica. Espero lo hayan disfrutado.