¿Y quién
será ese personaje que conversaba con Fortuna?
Llevo
varios días pensando en él.
Anoche,
antes de caer en la oscuridad del sueño, me habló.
Se dirigió
a mí desde un rincón iluminado del Café Fortuna, mientras tras él, la diosa-dueña,
Fortuna, preparaba el local para la noche, esa que lo transfigura todo.
Hay
movimiento tras bastidores, llegan los músicos, Fortuna se engalana. Alexandra,
la joven ayudante, decora las mesas con flores de colores alegres y velas. Pero
todo transcurre mudamente, como en una burbuja.
Entonces
Don Félix, rompió el silencio.
Esto
fue lo que me dijo:
Hola Natalia. ( ¿Y cómo sabe mi nombre,
me pregunto?)
No te asombres, mujer. Te conozco desde
antes de que nacieras. (¿y cómo?, me sigo preguntando)
En
verdad conozco a todo el mundo, los de acá y los de allá, y no porque sea yo
muy sociable. (Me asusté, será que este Don Félix es un muerto)
No te asustes, me dijo, como leyendo el
pensamiento. No soy ningún espíritu, ni una aparición. Soy sólo un viejo.
Vengo aquí todos los días, y desde tiempos inmemoriales, por eso los
conozco a todos. Ellos, sin saberlo,
tambien vienen buscándome, aunque a veces me ignoren.
Sé de las angustias de Amable, que sólo
busca ganarse la vida honestamente; de
la soledad de Carmen, que sonríe de día y de noche llora; sé de las ilusiones de
esa jovencita Alexandra, buscando un futuro que su propio país no pudo
ofrecerle; y allí esta Camilo Pascual,
con veinte años fuera de su país, próspero, enamorado, pero quien después
de tantos años, no se siente ni de aquí, ni de allá.
Y Fortuna, mi querida Fortuna, la frente
alta y el corazón roto. Ella sí es capaz de hablarme de frente. Yo le traigo noticias de Tito, su hijo querido a quien dejó en el caserío.
Fortuna trabaja para poder traerlo un día.
Tito tiene nueve años y está enfermo.
Y ahora…. la carta. Las malas noticias son como un golpe de
navaja. El Café Fortuna será demolido finalmente. El hombre del abrigo negro
vino a traer el último llamado. Fortuna, ha ignorado las notificaciones
anteriores, ahora, tiene que salir de aquí mañana.
Esta noche creo que será una noche
inolvidable en el Café Fortuna.
Don Félix,
terminó de hablar. Se apagaron las luces.
Yo quedé
en mi cama con los ojos muy abiertos. No
quería cerrarlos, pues pensé que Don Félix se esfumaría en las fronteras
infinitas de la noche.
Antes
de que el sueño me venciera, lo reconocí.
Entendí
por qué me conoce, por qué nos conoce a
todos. No es muerto ni aparición. Lo reconocí en sus manos curtidas de
trabajo y sol; en su voz serena que alivia el calor, como una brisa fresca bajo la sombra del
mango; en sus ojos mojados de lloviznas de páramo y aguaceros tropicales, en sus ojeras
grises de bosque nublado andino, en el abrazo materno, paterno, en los adioses.
Don Félix
es nuestra tierra, nuestro pasado, el que dejamos atrás, el que nos acoge aun
en la distancia; al que no se renuncia nunca, al que a veces tememos hablar, porque
nos estremece de nostalgia, dolor por lo perdido. Por eso el café Fortuna nos llama, nos invita, nuestra raíz, nuestra historia toma café también ahí.
Bueno….esto
ha sido otro brochazo grueso de Don Félix
y su monologo del inmigrante, dirigido a la audiencia, en este experimento
teatral que escribo en los momentos menos pensados. (quienes
quieran ver post anteriores, ver Fortuna y Café Fortuna ( continuación))
Será
una noche intensa en el Café Fortuna.
Me dormí
agotada.
Tu te dormiste agotada y yo me desayuno entusiasmada, una preciosa historia, muy triste, pero preciosa.
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias Ester, por tener la paciencia de leerme, a veces que quedan un poco largos los post. Me encanta ese desfase de horas, unos duermen mientras otros despiertan. Me gusta mucho haber contribuido a tu despertar.
BorrarUn abrazo
my goodness! Leo, eso de que me encuentre con mi pasado así con todo y cuestiones,jaja, no estaría mal: podría preguntarle bien el nombre de aquel niño que no recuerdo en el hospital, así podría agradecer su gentileza de prestarme las revistas que le dejaban, a él lo visitaban más seguido sus familiares.
ResponderBorrary mi tierra querida que no deja de hablarme.
Un abrazo, mujer.
Gracias por visitarme Beatriz. Este es mi personaje mistico, pero al final la crisis se resolverá gratamente. Ojala te traiga el nombre de aquel niño.
BorrarBesote
Me está gustando mucho y que haya una metáfora que rodea al café fortuna aún más. Creo que es una historia con muchas posibilidades ¿No te animas a seguirla? ^^
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