lunes, 24 de marzo de 2025

LA ARDILLA

 



La ardillita estaba entretenida abriendo una nuez, sin importarle más nada a su alrededor.

Son pequeñitas, pero increíblemente ágiles y yo diría inteligentes.

En estos tiempos en los cuales, a veces uno no puede evadir lo que sucede en nuestro mundo al revés, pues ahí me quedé, terapéuticamente, mirando a la ardilla por un buen rato.

Volví a casa dispuesta a trabajar en un poema infantil, una asignación para una revista inglesa llamada “Caterpillar”; pero claro antes de comenzar, no pude evitar revisar las noticias del mundo.

Salí espantada, como siempre.

Necesitaba “limpiar el paladar” antes de volver a mi tarea poética, así que no sé si por destino o azar, o el internet que a veces lee nuestros más profundos pensamientos, me topé con un poema de Ralph Waldo Emerson llamado “La Montaña y la Ardilla”.

No fue casualidad que acababa de extasiarme mirando a una ardillita devorando una nuez. Lo que sucedió a continuación resultó escalofriante.

El poema comienza con una discusión entre la montaña y la ardilla.

La arrogante cumbre llamó a la ardilla “Pequeña mojigata” (Little prig, en inglés)

Y por ahí se fueron.

La ardillita le contestó: “Sin duda eres enorme…y creo que no es una vergüenza ocupar mi lugar, aunque no sea tan grande como tú …”

Como comprenderán, este hallazgo fue mucho más que una contemporánea coincidencia.

Ralph Waldo Emerson (1803-1882), poeta norteamericano, nunca imaginó la vigencia de su poema en estos días.

Me asomé a la ventana para ver si por ahí estaba la ardillita y darle las gracias por su tremendo coraje e inspiración.

Claro, ya no estaba.

El poema, creo que más bien una visionaria fábula, termina con estas sabias palabras de la ardilla:

 

“Los talentos difieren;

todo está bien y sabiamente planteado.

Si no puedo llevar bosques a mis espaldas,

tampoco tú sabes cascar una nuez.”

 

Ahora sí estoy lista para sentarme a escribir mi poema infantil, quizás incluya a una ardillita corriendo por ahí.

1 comentario:

  1. Hola Natalia
    Me recordaste a la fábula que escribí de niño. Las ardillas siempre me parecieron simpáticas.
    Un abrazo.

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