miércoles, 8 de mayo de 2013

COMOLOPONGAN


Su recuerdo galopó en los pastizales del tiempo y se presentó anoche, en mi memoria, en todo el esplendor de su fealdad.

No pude sino sonreír.

“Comolopongan” era un caballo que vivía en la finca de mi hermano Rafael ( Q.E.P.D) en San Joaquín, Edo, Carabobo Venezuela.

Era lo que llamamos nosotros, un penco.

Un caballito criollo, de medio pelo,  color indefinido, cuerpo ancho,  patas cortas y cabeza grande; en una palabra, contrahecho. Se asemejaba más a un burro que a un caballo.

Mi hermano era muy bueno con los nombres y sobrenombres. Siempre recuerdo que tenía un amigo a quien llamaba “ Peondeajedrez”, porque era bajo, calvito, caminaba derechito hacia delante y comía de lado (quien sabe qué defecto tendría)

Pues a este caballito  lo bautizó “Comolopongan”, sencillamente porque era feo “como lo pongan”, de frente, de lado, por delante, por detrás.

Y la verdad tenía razón.

Pero también “Comolopongan” tenía fama de manso y bonachón. Un caballito dócil y simpático.
Sucedió una mañana, allá en San Joaquín,  en que varios amigos fuimos a montar caballo a la finca, antes de ir a la corrida de toros de Valencia (cuando todavía no eran consideradas una barbarie)

Me ensillaron a “Comolopongan”  bajo declaración jurada que era mansito  y tonto, pues el deporte ecuestre no es lo mío.

A mi amiga Aura, le ensillaron otro caballo.
Sucedió que no mas meter el pie en el estribo, “Comolopongan” echó a correr, y atrás se unió el caballo de Aura.

Los dos caballos desbocados,  y nosotros recibiendo ramazos, corrieron hasta que se acabó el horizonte.

Justo allí, donde se termina el mundo, así nos parecio,  había un hueco y una cerca.

“Comolopongan” saltó sobre el hoyo y la cerca, como si  fuera un pura sangre árabe compitiendo en las olimpiadas. Lo recuerdo en cámara lenta. Aquel caballo contrahecho convertido en Pegaso.

El caballo de Aura frenó en seco y ella fue la que salió volando por los aires

Afortunadamente no le pasó nada, pero siempre me ha dicho que le quedó una vieja dolencia de esa caída.

Mi hermano siempre decía que “Comolopongan” todavía se debe estar riendo  de esta experiencia.

No sé a cuento de qué, llegó “Comolopongan” galopando como el viento, a mi mente anoche justo antes de dormir.

 A veces creo que la vida es pura añoranza.

10 comentarios:

  1. La vida son recuerdos antiguos que nos ayudan a seguir adelante, y tu historia nos ha tenido un rato entretenidas y visualizando un horizonte. Saltos y brincos, mejor un abrazo

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  2. Después de un paseo como el que nos has brindado, seguro que podemos exclamar que la vida es una pura añoranza.
    Un abrazo y feliz tarde Natalia.

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  3. Gracias por compartir tus annoranzas. Menos mal que Comolopongan salto y no saliste por los aires como tu amiga. Y otra vez me hiciste reir, gracias!

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    1. Gracias mc, que bueno que te saque unas risas, eso es lo máximo! Un abrazote

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  4. SI VAS A MI BLOG TE DARÁS CUENTA QUE ES PURA AÑORANZA, A MUCHOS NO LES GUSTA PERO BUENO... ES LO QUE SALE. ME GUSTA RECORDAR COMO A TI SEGURAMENTE AL DEJARNOS TAN BELLO TEXTO.
    UN BESITO

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    1. Querida Lujan si a mi también me pasa, es lo que sale y a mi me encanta lo que tu escribes y como lo escribes, y como lo ilustras.
      Entiendo que la anécdota personal es lo mas aburrido que existe, que mi prosa es imperfecta pues no da tiempo de pulir mucho, justamente por lo impulsiva, pero para mi, lo que escribo en este espacio mágico al menos tiene mi verdad, es lo que intento.
      Besos

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  5. Hola ¿Se puede? jeje

    Bonito recuerdo y curioso caballo, seguro que era feliz a su manera, a mi entender al menos lo fué en aquel momento que saltó la cerca.

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    1. Hola Roland, gracias por tu visita, siempre bienvenido, y creo que Comolopongan quedo muy satisfecho de su hazaña.
      Cordiales saludos

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