sábado, 29 de diciembre de 2018

LA CAMPANADA




Mi papá siempre me decía por estas épocas:

“¿Sabes quién esta muy grave?”

Y yo siempre caía:

“¿Quién, quién…?”

“El año…” y se reía.

Y ciertamente, le queda poco.

Hoy boté cosas viejas, para darle espacio a lo nuevo, y claro, inevitablemente, inmersa en esta tarea, me puse a pensar en mi año, el que pasó.

Lo que hice, lo que dejé de hacer.

Lo que sentí, lo que dejé de sentir.

También pienso en la terrorífica e inminente campanada de las 12.

Dice el dicho “Más sola que la campanada de las 1.”

Para mí, después de mi pérdida, el momento más solitario, el más callado, el más insoportable, es el segundo que sucede a la campanada de las 12.

Es el instante donde se agiganta el abrazo perdido.

Es un segundo de total desolación.

Se queda uno, como dicen en mi tierra “como pajarito en rama”, suspendido en un compás de espera breve, pero infinito.

Ya después se compone y estallan los abrazos de mis seres queridos que no me faltan (a Dios gracias) las burbujas, las uvas, las lágrimas y la alegría.

En fin, sin drama, me pregunto ¿Qué hice este año?

La verdad nada y como diría mi amigo Winnie Pooh:

 “Lo peor de hacer nada es que uno no sabe cuándo termina.”

Esa deliciosa naditud, me permitió ejercer el cargo que tanto añoraba y que nunca me llegó mientras trabajaba en el “Oil and Gas”:

“Gerente General de Asuntos sin Importancia.”

Ese fue el título que ejercí este 2018.

Ese “ocio cultivado” como diría Oscar Wilde, me permitió escribir un libro, mi “Grief Memoir”, sin título por ahora,  está en reposo actualmente, a ver si algún día despierta y ve la luz, o no…; pude visitar lugares nuevos, regalos para mi alma; me hizo disfrutar de largas y entrañables conversaciones con mi suegra de 92 años, en Inglaterra; disfruté de los triunfos de mis hijos; me bautizaron “Nana”; y el mejor regalo, recibimos con alegría una nueva vida, otra “Chispita”, Natalia.

En fin, no puedo sino sentirme profundamente agradecida.

Hoy, en mi ritual de salir de lo viejo para que entre lo nuevo, encontré una tarjeta de mi esposo, que en aquel momento estaba de trabajo en Mozambique, que decía: 

“Wherever I am, you will always have my love.”

¡Gracias! ¡Telegrama recibido!

Por supuesto, la guardé, como muchas otras tarjetas, cartas, rebosantes de palabras de amor, “sencillas y tiernas”, como dice la canción.

Al final mi tarea de “botar” no fue tan eficiente.

En fin, este fin de Año, cuando el reloj marque las doce y un segundo, abrazaré invisiblemente a todos quienes han sufrido alguna pérdida.

Será un abrazo multitudinario.

Desde un lugar donde no existen ni campanadas, ni tiempo, nos aman.

No estamos solos.

Desde la Calle del Eco, Feliz Año Nuevo, gracias por estar ahí! ( por cierto el titulo del próximo post que tengo en la cabeza: "Estar")



4 comentarios:

  1. Bonito repaso a unas fechas que terminan su ciclo.
    Un abrazo y Feliz año 2019 para ti y tus seres queridos.

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    1. Gracias Rafael y Feliz Año Nuevo para ti y los tuyos. Que venga muy inspirado!
      Un abrazo grande

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  2. Últimamente leo todo lo que escribes, tus palabras son inspiradas e inspiradoras. Que tengas un bello fin de año junto a los que te aman, estén o no físicamente presentes.

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    1. Gracias Maria Luisa, es muy especial para mi que me leas y me ofrezcas tu comentario. A pesar de la distancia, de las vueltas de la vida, el carino, las memorias de infancia y juventud, siempre intactas. Ah, y te ves muy bien de abuela!!
      Un abrazo grande y de nuevo gracias!

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