martes, 11 de septiembre de 2018

BOLSILLOS




Los míos están golpeados y medio vacíos, después de varias indulgencias, lo confieso.

Sin embargo, como el viento del Norte comienza a soplar por estas latitudes, y he tenido que sacar unas chaquetas mas gruesitas del closet, pues comparto esta reflexión, que me sorprendió, no solamente a mí, sino hasta a Sancho.

Hoy descubrí que, en los bolsillos habita un microcosmos oculto.

Una poética.

Como si, ese espacio de tela oculto y bien cosido tuviese plaza, mercado e iglesia.

Presencias, recuerdos.

Refugio de las manos y de su inmanencia.

En los últimos días, en chaquetas rescatadas para la estación, me he encontrado con  entradas al teatro, monedas de países remotos, un caramelo de café, el olor a tabaco, pañuelos con lágrimas viejas.

Pero hoy…

Hoy, el cielo anunciaba tormenta, pero, aun así, Sancho tiene que salir a pasear.

Es el “highlight” de su día, y del mío realmente.

Generalmente salgo con mi amiga Gracia, la única valiente que se atreve a acariciar a Sancho, que es un poco gruñón, pero esta vez Gracia no se quiso arriesgar a salir con el cielo tan encapotado como estaba.

En el apuro y, para que no nos agarrara la tormenta, agarré el primer impermeable que conseguí en el closet.

Era el de mi esposo, rojo y gigante.  (Todavía conservo algunas de sus prendas, aunque casi todas la doné)

Me quedaba enorme, su humanidad era de 1.92 metros de bondad, amor y gentilicio.

Así salimos, yo con mi impermeable que parecía más bien un vestido, y Sancho, como siempre eufórico.

En silencio, caminamos por el bosque, como solíamos hacerlo los tres.

Cuando nos sentamos en el banquito, frente al río, metí las manos en el bolsillo y la magia se hizo.

Un viejo cigarrillo y un “milkbone” (una galletita o “treat” como se llaman aquí) para Sancho.

Fue como si mi esposo me tomara de la mano por un instante.

Me estremecí de puro amor.

Le di la galletita a Sancho.

Y él sonrió.
Sancho sonriendo


Regresamos a casa con los bolsillos y los corazones llenos.

Al final no llovió.

4 comentarios:

  1. Un bonito paseo, los bolsillos tiene sorpresas, como los bolsos que cambian con la temporada, siempre he pensado que yo no lo he guardado que alguien lo pones para que lo encuentre. Un abrazo preciosa

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    1. Hola Ester, me encanta tu teoría de que alguien los deja ahí!
      Un abrazote grande!

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  2. A veces buscamos en esos "bolsillos del alma", ciertos recuerdos.
    Un abrazo.

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