Me atiborré de guayaba.
No como las que caían
en el patio de mi casa y se comían los pájaros.
No como las que impregnaban los rincones de la casa con el delicado y reconfortante olor del hogar.
No como las que escribió Gabo.
O las que cantó Ruben
Blades.
No las que cansaban
las manos de mi mama, de tanto dar paleta.
Esas, como las
oscuras golondrinas de Becquer, no volverán…
Las únicas guayabas
que se consiguen aquí son las latinas.
Es decir de lata...
Y que se encuentran en la tienda de las nostalgias, es decir, el mercado de comida suramericana y centroamericana.
Resulta que a mi hija le dio un
antojo, y me lo contagió.
Entonces salí “desgaritada”
a la tienda latina de Calgary y compré
todo el inventario de productos de guayaba disponible.
Mermelada. Delicada. Jalea. Conserva. Cascos.
Bocadillos de guayaba y membrillo
Bocadillos de guayaba
y arequipe.
Llegué cargada.
Mi hija calmó su
antojo con apenas un mordisquito.
Y ahí quedé yo, comiendo Delicada de Guayaba con los ojos cerrados y
a cucharada sopera.
Pura azúcar.
Pero... !cómo alimentan los
sabores perdidos!
Sabores de la casa
vieja.
Sabores de la
tierra de uno.
Sabores que murmuran historias.
Ah, y como si fuera poco el empalagamiento, para el postre, compré otra forma de ambrosía para el alma:
Dulce de higos.
Quizás la mejor, después de todo, fue la del alma.
ResponderBorrarUn abrazo.
Alimento espiritual, la guayaba!
BorrarOtro abrazo para ti Rafael, gracias por tu visita, siempre apreciada!
Que rico, Leo! Me contagié yo también con el antojo de guayaba. Me acordé de la canción América de José Luis Perales: "... me hueles a guayaba, a cordillera helada, a tierra de futuro y libertad". Un abrazote.
ResponderBorrarGracias Vero, por esa reminiscencia tan bella de esa cancion. Mata el antojo, es bueno para nuestra nacionalidad. Un abrazote!
BorrarLas añoranzas traen esas cosas, querida Natalia. Dulces recuerdos los tuyos, tan dulces que alimentan con solo leerlos.
ResponderBorrarBueno, como ves, ya estoy de regreso. Te agradezco el comentario que hiciste en mi notificación de hace dos meses, Natalia. Si has leido mi nueva entrada, entenderás el porque de esta larga ausencia.
Un abrazo
Fina
Hola Fina
ResponderBorrarQue bueno tenerte de regreso y muchas gracias por tu comentario. Me acerque brevemente a tu espacio y te escribire con la debida calma y respeto en tu blog. Por ahora te digo que siento mucho tu perdida. Se exactamente lo que se siente.
Un abrazo muy fuerte para ti desde mi corazon.
Con solo el recuerdo de la fragancia de este fruto, siento un gran placer.
ResponderBorrarEn México hay un dulce tradicional del Estado de Michoacán (donde yo nací) que lleva relleno de pulpa de guayaba, el exterior es una pasta suave de caramelo de leche, y está envuelto en forma de rollo....mmm, delicioso!
Esos creo que también los compre!!! deliciosos maravillosos. Gracias por tu lindo y aromático comentario! Un abarazote
BorrarHola Natalia
ResponderBorrarTu entrada emana nostalgia… No tengo el honor de conocer a la "señora" guayaba, por España me temo que no hay y mira que hay fruta. Pero con tu escrito me llegó el sabor de una fruta deliciosa :)
Ánimo y un abrazo ^^
Yo que estoy peleada con la nostalgia, a veces no me la puedo quitar de encima. Y es hasta rico!
BorrarLa guayaba es una fruta celestial con la que se hacen unos dulces deliciosos! Si un dia me acerco por Espana, te llevo!
Un abrazote