Me topé con este verbo en tiempo gramatical
imperativo: ¡Conéctate!
Se trataba de un anuncio publicitario navideño
intentando venderme algo, tan importante, que ni siquiera lo recuerdo.
El comando, así tan enfático, me sonó mecánico
y hasta duro.
Lo asocié con enchufe, computadora, ondas
electromagnéticas, celular, códigos, en fin, con la tecnología que nos rodea, sin
la cual ya es casi imposible subsistir.
Pero como suele sucederme, me quedé pensando en
un significado menos autoritario.
Al final es una voz que llama a establecer vínculos
de unión.
Conectar, en su sentido más amable significa unir,
comunicar, enlazar para que “algo” pueda fluir.
Visto de esta forma, esa orden de ¡Conéctate!,
se me suavizó, pero la vez me pareció más compleja.
Por asociación de ideas, eso de las conexiones me
trajo a la mente palabras como “empatía” (capacidad para identificarse con los
sentimientos de los demás) o “compasión” (compartir el dolor ajeno, o en
criollo, meterse en los zapatos de los demás), otras maneras de fluir y crear lazos
genuinos con quienes nos rodean.
Al final si yo utilizara el imperativo del
anuncio publicitario en cuestión, sea lo que sea que quisiesen vender, le
agregaría:
“Conéctate” con un abrazo, con un gesto amable,
con una palabra de aliento.
“Conéctate” con la ternura de los niños.
“Conéctate” contigo mismo y tus sueños.
A lo mejor así me acordaría de lo que intentaban
venderme y hasta lo hubiese comprado
Para terminar y les ruego perdonen lo
repetitivo, voy a “conectarme” con la gratitud hacia mis compañeros de Atril y con
nuestros maravillosos lectores por recibirnos en sus casas cada semana.
Para finalizar, les dejo mis deseos para que recibamos
con generosidad al Espíritu de la Navidad que nos invita en estos días a “conectarnos”
con esos valores que, de tan trillados, parecieran olvidados a veces: paz, amor,
unión…
¡Conectémonos!
¡FELIZ NAVIDAD
PARA TODOS!
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