Es una de mis palabras
favoritas, igual que “diáfano” y “almendra”.
Una epifanía es
una revelación.
Por ello, como todos
saben, el 6 de Enero, que apenas pasó, es la festividad cristiana que celebra
la revelación de que Dios encarnó en Jesús, y nos regocijamos con la visita de
los Tres Reyes Magos.
De las palabras
más bellas de la Biblia “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…”
Bueno, pero el
punto es que después de la euforia de las fiestas, esas donde las nostalgias se
agitan y las ausencias se agigantan, si le sumamos a eso las temperaturas árticas
que hemos tenido en Calgary durante las últimas semanas, pues la verdad se
siente muy fuerte eso que llaman “Winter blues”, una especie de depresión post
parto.
Y ahora es que
viene al caso mi muy particular “Epifanía”.
Cuando se
pierde un gran amor, los recuerdos alegres no alegran. Como dicen, la felicidad
recordada no da felicidad. Más bien se siente un gran dolor, físico y tangible,
en el pecho, en la garganta, como una espada incandescente.
Mi dolor no ha
mermado, mas se ha transformado.
Es mi epifanía.
Por primera vez
en los últimos cinco años, cuando siempre los eneros se me presentaban como un
vasto desierto de ausencias frente a mí, hoy por primera vez siento…algo
diferente.
Una especie de
alquimia, donde al final conseguí convertir la nada, en “algo”.
Dice un poeta
que “En un alma llena cabe todo y en un alma vacía no cabe nada.” (Antonio Porchia)
¿En qué momento
pasé de la ausencia infausta, a la presencia áurea?
Pues no lo sé,
pero de pronto…
Pienso, transpiro, hablo, escribo en ésta, mi nueva identidad secreta donde el amor se manifiesta, hasta cuando blasfemo si me doy un golpe en el dedito del pie.
Es él,
en mi dolor, en mi piel.
En mi aliento.
Mi esposo y yo
siempre citábamos a Aristóteles y su definición del amor, y nos identificábamos
con aquello de que éramos un “alma en dos cuerpos”.
Mi epifanía en
estos gélidos días de principio de año, consiste finalmente en comprender que los
amores no son sólo recuerdos, son presencia, luminosa y activa.
“Presencia encarnada.”
Mi epifanía.
Diáfana.
Como una
almendra.
Convertir el dolor como dices es algo digno de aplauso y de alegría.
ResponderBorrarMe alegro infinito de lo que cuentas.
Un abrazo y Feliz Año.
Gracias Rafael.
BorrarMe costo mucho tiempo procesar esta reflexion. Gracias por estar ahi. (va sin acentos)
Un abrazote
Hola, Natalia. Jo tengo el convencimiento de que todos tenemos la capacidad, a veces oculta, de educar a nuestra mente para que nos dirija por el camino más correcto, por ese donde la luz nos permite ver con claridad.
ResponderBorrarUn abrazo
Fina
Gracias Fina, muy de acuerdo con tus palabras.
BorrarUn abrazo grande!
Hola Natalia. Perdona mi larga ausencia, aunque he de decir... que nunca me fui del todo.
ResponderBorrarEn cuanto a tu relato, a veces son complicadas las Navidades. Pero hay que intentar "domesticarlas" jajaja
Un abrazote grande!!
Hola Roland! Que bueno tenerte de regreso!!!
BorrarUn abrazote gigante!