En el jardín de
la casa de mi infancia, en Caracas, había una mata de mango donde turpiales y
loros venían a deleitarse con sus frutos maduros.
También, en las
tardes soleadas, como a las cinco de la tarde, “la hora de las guacamayas”, así
la llamaba yo, volaban majestuosamente estas aves multicolores para posarse en
las copas de nuestras palmeras tropicales o Chaguaramos.
Estas imágenes
vienen a mi mente mientras contemplo una nevada monumental desde mi ventana y
el termómetro marca -19 grados centígrados.
Son momentos en que me pregunto ¿Qué hago yo aquí?
Y entonces,
parafraseando a otro grande de mi tierra, Simón Diaz, recuerdo aquello de “Cuando
el amor llega así de esta manera, uno no se da ni cuenta…”
Y es así, amo a
mi país adoptivo Canadá.
Sencillamente,
me enamoré. Sin darme cuenta.
De su
naturaleza, de su gente solidaria y amable, de sus estaciones; un lugar donde
el trabajo duro se ve recompensado.
Y cuando me mencionan
la enciclopedia de mis nostalgias: el Ávila, la cocada, la playa, los aguacates
gigantes, Sabas Nieves, cachapas, arepas, cachitos, pues, sí, lo recuerdo con
la “pena de verse ausente” que es el significado de la palabra nostalgia (nostos = regreso / algos = dolor); pero al mismo
tiempo agradezco ese otro amor grande que me rodea, un país bello que nos ha
acogido con generosidad y que me sorprende con sus pequeños milagros, cada día.
Leí hace poco,
que si uno no se enamora del lugar donde uno vive, uno nunca será feliz. Una
gran verdad.
Y bueno, mientras
tenia estas reflexiones, me asomé a la ventana y me encontré, no un loro o una
guacamaya.
Mi iconografía cambió radicalmente.
Allí, entre las
nieves de mi jardín, un visitante de lujo: un faisán.
Con su cola
larga y elegante, su cuello verde, sus colores de gloria.
Y una vez más
me maravillé y agradecí.
Como dijo un
escritor, si cuando escribes pasa un ave, esa ave ya es parte de tu historia.
Así el faisán,
ya es parte de mi vida, de mi historia, de mi nueva mitología canadiense.
Allí quedaron las
finas huellas del faisán; un rastro efímero mas indeleble, en mi jardín, y en
mi alma…
Tienes un alma muy sensible y se nota en tus letras... Es algo hermoso, no lo pierdas nunca.
ResponderBorrarUn abrazo y Felices Fiestas.
Mil gracias Rafael. Gracias por acompañar mis lineas, siempre.
BorrarMuchas felicidades en estas Navidades!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarHe llorado sonriendo mientras te leía.. resonando contigo en ese amor por el país que nos acoge, abrazando la nostalgia que va, viene y también me muestra lo que siempre está
ResponderBorrarLeerte es sonreír
Hermoso y más..!
Leerte es sonreír... Creo que de las cosas mas lindas que me han dicho sobre mis escritos. Lo guardo en mi corazón.
BorrarGracias, gracia, gracias MAG
Abrazos grandes