Hoy me propuse practicar ese don infantil, de conferir condición sagrada a lo ordinario.
Ayer aprendí que el Estanque (1) es un diamante. (fascinante
historia, La Leyenda de la Peregrina, Carmen Posadas)
Esta analogía de transparencias
me animó a revisar mi joyero.
Cuando empecé a reconocer mis
prendas una por una y ponerles nombre, desenterré un gran tesoro, naufragio
pirata quizás.
Mañanas incandescentes que se
forjan a fuego, y poco a poco, fraguan un brazalete de oro puro que rodea al
horizonte. A esta pulsera de luz la llamaré simplemente así, Horizonte.
Otros días comienzan con un
espejo celeste de brillos aceitosos. Amanecer de nácar. Madreperla.
La tarde, corona con que termina el día, lleva a veces incrustaciones de coral y topacios místicos.
Otras son simplemente una cortina de Azabache.
El río, ese hilo infinito que
nunca se detiene, un collar sinuoso, que se viste de esplendores, dependiendo
de la estación.
Ahora, en el invierno, ónix.
En la primavera, zafiros.
En el verano, turquesas y aguamarinas.
En el otoño, jade y ámbar.
Joyas que transitan mansamente, suspendidas
por delgadísimos e intrincados hilos de cobre, plata y oro. Luz.
El río. Torrente Amable.
Así también defino mi
abundancia.
Y en fin, volviendo a ese don de conferir condición sagrada a lo ordinario, en la cual, para un niño un palo
es una espada flamígera; una piedra, un talismán mágico; una moneda, un tesoro
pirata, pues hoy, después de escuchar la fascinante historia de la Perla
Peregrina y el Estanque, quise compartir estas otras joyas que me rodean.
Al final, esa niña interior me
persigue y siempre me alcanza.
Con razón dicen que, como leí hace
poco:
“La vejez es una máscara. Si te
la quitas, descubres el rostro infantil del alma.”
Jose Bergamin.
(1) El Estanque. Se trataba de un diamante de
absoluta transparencia y contaba con un peso de 100 quilates.Fue el rey Felipe II de España quién
adquirió el diamante en bruto en Amberes, y pagó por él 80.000 escudos. En España lo
hizo tallar, no se tiene certeza si en Madrid o en Sevilla. El resultado fue
una piedra preciosa en forma de cuadrado o tabla, maravillosamente trabajada, y
a causa de su transparencia absoluta, su tono azul acerado y su forma se le
denominó “El Estanque”.
Es curioso, ya que acabo de leer la novela de Carmen Posada.
ResponderBorrarUn abrazo.
Me muero por leerlo. YO vi una entrevista que le hicieron a Carmen Posadas en el Museo del Prado y me pareció fascinante la historia.
ResponderBorrarUn abrazo!
*Carmen Posada
Borrar¡Hola Natalia!
ResponderBorrarYo empecé a ponerles nombre a mis prendas de vestir jajaja
Me gusta eso de lo infantil de nuestra alma, no la perdamos.
Abrazote!!
Gracias y abrazos mi apreciado Roland!
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