martes, 14 de enero de 2025

RESOLUCIONES

 


Entre mis resoluciones para el 2025, resaltan dos: leer más y beber menos.

La segunda es casi imposible, pues por más que me diga que solo voy a tomarme mi vinito social o celebratorio, al final encuentro un motivo para celebrar cada día.

Sobre mi primera resolución, ya tomé acción.

Cuando me vine a vivir a Canadá en el 2006, me traje toda mi biblioteca. Entre mis libros viejos, la colección de Clásicos de la Literatura Universal, que publicaba semanalmente el diario El Nacional (contraportada escrita por Salvador Garmendia), la cual fui coleccionando con devoción en mi juventud.

En orden aleatorio, me propuse leerlos de nuevo, algunos creo que será la primera vez, o más bien nunca, como verán a continuación.

El primero que cayó en suerte fue Hamlet de William Shakespeare y creo empecé con buen pie, porque logré terminarlo, con ciertas risas, ante la traducción al español como cuando alguien dice: ¡Ay, pobre espectro!

El segundo fue El Decamerón, de Boccaccio. Leí la introducción y un par de las diez “novelas” (así las llama el autor), contadas en 10 días (por eso lo de Deca-merón, algo aprendí) en tiempos de la peste negra en Florencia. Sin embargo, me impactó la descripción de una anciana maltrecha que tenía “ojos invictos”.

El siguiente fue “El Túnel” de Ernesto Sábato y este sí que lo recordaba y pude releerlo. Me quedó una frase de Juan Pablo Castel, el protagonista, cuando menciona “la soledad olímpica.”

Seguí con otro trabuco de 600 páginas, “La Divina Comedia” de Dante Alighieri, y no llegué ni cerca del Purgatorio.

Finalmente, mi resolución naufragó en el Mar Egeo con La Odisea.

Seguiré intentando acercarme a los clásicos. Mientras tanto, para acompañar mi fracaso, me serví una copa de vino.

Entonces decidí añadir una tercera resolución a mi lista:

A pesar de esas “soledades olímpicas”, a veces no negociables, intentaré que no solo mi mirada, sino también mi sonrisa se mantenga en el 2025 y siempre: invicta.

¡Feliz Año Nuevo!

1 comentario:

  1. Pues a leer sin dudar y a soñar con lo bonito que escapa de esas páginas.
    Un abrazo.

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