domingo, 13 de agosto de 2023

MEMORIA TÁCTIL

 


 

Cerré los ojos y dejé que los recuerdos acudieran a la punta de mis dedos.


Por primera vez en muchos años, me di permiso para abrir una compuerta que había estado firmemente cerrada.


La de la música.


No sé de donde surgió esa inspiración, quizás del viento, del río, del cielo.


Fue como si un torrente de agua se soltara, súbitamente, sobre un cauce silencioso, árido y desierto.


Mis manos comenzaron a moverse, recordando caricias, recorriendo caminos de marfil y ébano, bailando al ritmo de mi propia magia.


Los años más felices de mi vida regresaron en maravillosas danzas y contradanzas, valses, dulzuras, seis por ochos.

Dicen que la alegría recordada, no alegra.  A veces todo lo contrario y lo certifico realmente, pero esta vez me sentí autorizada para llenarme de nuevo con la alegría de mi música.


Podría decirse que fue un instante de éxtasis, hasta que ese insecto que se llama conciencia, en forma de distracción, me trajo a la realidad.


Trastabillé.


Mis manos se quedaron congeladas en un fa sostenido y un mi bemol.


Aquel chorro melódico que brotaba al son de un “Cierto Curita” (*), proveniente de mi memoria reptil, cesó.


Si mi amigo Francisco hubiese estado aquí, hubiese citado a nuestro gran Aquiles Nazoa diciendo con sorna: “Niñita tocando piano, o quien fuera sordo.”


Pero lo importante es mi nueva intención. Este renovado entusiasmo que siento de recuperar mi piano. La música venezolana que mi bella profesora Marilú, me enseñó durante años, aquellas Mañanitas Caraqueñas, en mi casa frente al Ávila.


Ella logró lo imposible; que mi esposo, mi muy flemático caballero británico, todo un Englishman, disfrutara de un cigarrillo tarareando un joropo, el “Jarro Mocho”, para ser precisa.


Mi memoria en general es pésima, pero mi memoria táctil está intacta.


Sus manos. La música venezolana. Mi piano.


Melodías que, como aves del tiempo, regresan, esta vez para alegrar.

 

“Tus manos son mi caricia,

mis acordes cotidianos...”

Te Quiero, Mario Benedetti

 

(*) Valse Aragüeno de finales del siglo XIX

 

4 comentarios:

  1. De verdad que son recuerdos inolvidables.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Rafael, intentando recuperar mi piano que estuvo cerrado por mucho tiempo.
      Abrazote!

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  2. La música llena el alma. La música nos hace humanos.
    (Y amansa la fieras) jajajaja
    Abrazote amiga!!

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