Jamás subestimes el poder de un helado de chocolate.
Lo aprendí ayer.
Un helado de chocolate bien compartido es, por un
instante, detener el tiempo.
Dos niñas, sin edad, se sientan en un banquito a mirar más
allá del horizonte y saborear la amistad entre palabras y silencios.
Ha sido una larga caminata.
La que hicimos ayer por los caminos de nuestra bella
ciudad y la de nuestras vidas.
Desde las aulas de la universidad.
Exámenes, estructuras, hidráulica, mecánica de fluidos, diseño
de acueductos, ferrocarriles.
El jardín de una casa soleada de Altamira.
Después, caminos distintos, hasta que llegamos a converger
en este remanso con sabor a chocolate.
Como el río de Octavio Paz, ese que “se curva, avanza, retrocede,
da un rodeo y llega siempre”.
Así nos trajo a esta tarde de abril, con sus piedras, sus
tropiezos, sus momentos de caudal glorioso o de árido estío.
Dos niñas disfrutando de una tarde de amistad y de deleite.
Hasta el próximo heladito.
PD: No tomamos selfie jaja, pero quedan estas palabras de recuerdo. Abril 6, 2022.
Dedicado a mi amiga Mariela
Entonces "estuvo bien compartido", ese helado de chocolate.
ResponderBorrarUn abrazo.
Muy rico helado y buena amiga.
BorrarAbrazos
Hola Natalia!
ResponderBorrarUn helado, unas chuches o una cerveza, cualquier cosa compartida sabe el doble mejor.
Un abrazote
Asi es, todo sabe mejor compartido.
BorrarAbrazote!