O el arte de
remendar algo roto con hilos de oro y que el resultado sea aún más bello que el
recipiente o la pieza original.
Es una técnica ancestral
japonesa, es también una buena metáfora para las almas rotas. Todo un descubrimiento que conseguí en un libro inspirador que
compré en mi viaje a Los Ángeles.
Después de aprender
esta nueva palabra, me pregunto, ¿será que un alma rota en un millón de pedazos
puede remendarse con hilos de oro y convertirse en un recipiente más bello que el original?
Habría que
empezar a recoger los pedazos uno por uno, y buscar el oro.
Lo intentaré, sólo
me faltan varios miles de pedazos que recoger, el oro líquido entra por mi ventana, cada mañana,
en cada amanecer.
El sol, ¡bendito tesoro...!
ResponderBorrarUn abrazo.
Oro liquido, fuente de vida!
BorrarAbrazos Rafael!