lunes, 24 de noviembre de 2025

SEMILLAS,

 


Si alguien me viera moviendo el potecito de un lado a otro de mi casa, buscando un rayito de luz, pensarían quizás que estoy chiflada.

Así estuve por varias semanas.

Se trataba de unas semillitas de flores que me dieron como regalo de salida en la fiesta de bienvenida de un bebé o Baby Shower. El tema de la celebración era Bebe Floreciendo o Baby in Bloom, una bella manera de simbolizar el gozo del florecer de una nueva vida.

Pido disculpas si me he vuelto reiterativa con el tema infantil en estos días (hija en la dulce espera y nuera recién dada a luz), pero cuando estoy cerca de una mujer embarazada, no puedo evitar recordar aquel poema, Maternidad, del poeta argentino José Pedroni que comienza diciendo:

 

Mujer, en un silencio que me sabrá a ternura,

durante nueve meses crecerá tu cintura…

 

Volviendo a mi matica, las instrucciones en la bolsa de las semillas decían que solo había que ponerlas en tierra, sol y mantenerlas húmedas. Lo de “sol” puede resultar peliagudo en esta época del año en estas latitudes y por eso me la pasé moviendo a la matica de un rincón a otro de mi casa buscando un rayito de sol que le diera directamente.

Pasaban las semanas y nada.

Hasta que el siete de noviembre, el tan esperado bebé nació.

Un día luminoso.

El mismo en que, finalmente, brotaron dos hojitas verdes en mi matero.

Frágiles, pero tenaces, como cada nueva vida que se asoma en este planeta.

Yo seguiré cuidando con devoción a mi matica, dándole todo el calor posible, igual que a esas otras flores, léase nietos, que brotan en la que yo pensaba, equivocadamente, era tierra arrasada.

Y les dejo el final del poema de Pedroni que mi padre recitaba con los ojos cerrados, enfatizando cada sílaba con sus manos bondadosas.

 

Un día, un dulce día, con manso sufrimiento,

te romperás cargada como una rama al viento,

y será el regocijo

de besarte las manos, y de hallar en el hijo

tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,

y un poco de mis ojos, un poco, casi nada...

domingo, 9 de noviembre de 2025

Triángulo


 

Matemáticamente es un polígono de tres lados y tres ángulos que suman 180 grados.

El que despertó mi curiosidad esta semana es mucho más interesante.

Explico.

Provengo de una familia musical. En mi casa aquí en Calgary, tengo nuestro tradicional cuatro, guitarra, piano, ukelele, marimba, bongó, maracas, palitos y…. antes de que pierda el aliento: triángulo.

Es un instrumento de percusión metálica que consiste en una varilla de acero de forma triangular con una apertura, que se golpea con una baqueta para producir una nota intensa y característica.

Y este sería el final del tema, si no fuese porque, justamente por esa simplicidad (tanto en diseño y sonido), y yo diría hasta en su humildad musical, me hizo indagar más allá.

Se dice que su origen es turco y fue utilizado por Beethoven, Mozart y Haydn entre otros, para invocar sonidos exóticos en ciertas composiciones.

Otra curiosidad es que es un instrumento “idiófono” que significa que produce sonidos por la vibración de su propio cuerpo, sin usar cuerdas, ni membranas, ni columnas de aire.

Pero lo más impresionante de este sencillo y a la vez complejo instrumento es que posee una gran proyección, lo que permite que sea oído por encima de la orquesta.

Comprenderán ahora que, tras mi investigación, la mesa estaba servida para degustar de una esclarecedora epifanía.

No se impone el que habla más alto, ni el director de la gran orquesta global, el solista o los protagonistas de cualquier cosa, que abundan y se envician pronto con eso que llaman el latiguillo del aplauso.

A veces una nota escondida y precisa, una voz humilde tras bastidores, en el momento adecuado, puede proyectarse por encima del gran ruido existencial y dejarnos con el cuerpo y el alma vibrando.

Creo que muchos, incluyéndome, podríamos beneficiarnos de unas clases del modesto triángulo. Voy a practicar a diario, a ver si aprendo algo.

-        Dimmmmm…

Bien dijo James Barrie, autor de Peter Pan que “la vida es una larga lección de humildad”.

lunes, 3 de noviembre de 2025

PACTOS




Son un compromiso solemne de lado y lado.


Ejemplos hay muchos en la literatura universal.


Fausto (Goethe) que vende su alma a Mefistófeles a cambio de conocimiento y placer.


El Retrato de Dorian Gray (Oscar Wilde) quien pacta con el diablo para que su retrato envejezca en su lugar.


El Lazarillo de Tormes (autor anónimo) una obra española donde el lazarillo hace un pacto con un arcipreste (presbítero) y este a su vez con el diablo.


Hasta Ulises en la Odisea (Homero) pactó para evadir la muerte durante su viaje.


Yo negocio con mis nietos, pacto de abuela, cuando les digo que si se portan bien y se comen toda su comida los premiaré con un postre, (igual se los doy).

Esta semana me tropecé con una cita muy interesante, que dejo para el final, que me invitó a reflexionar sobre mis propios pactos, como algunos que a continuación enumero.

  • ·       Con el silencio, para que me arrulle dulcemente sin aturdir.
  • ·       Con las estrellas, para que siempre me alumbren las presencias que allí habitan.
  • ·       Con el sueño, para que me lleve en sus alas cada noche y me devuelva en paz cada mañana.
  • ·       Con el paso del tiempo, para que dibuje en mi rostro el mapa de una feliz travesía, sin necesidad de bótox.
  • ·       Con la soledad, esa que enseña muchas cosas, o todo, y con quien ya he formalizado ese “pacto honrado” como dice la cita que inspiró esta reflexión.

Y lo dejo hasta ahí para no ponerme cursi, pero ustedes se preguntarán ¿Qué ofrezco yo a cambio de mis propuestas?

Bueno, yo prometo, como mis dulces nietos, portarme bien y comerme toda mi comida.

Espero el Universo sea igualmente generoso y me recompense con mi “postre” sin preguntar mucho.


“El secreto de una buena vejez

es un pacto honrado con la soledad.”

Gabriel García Márquez