martes, 22 de julio de 2025

EL BANCO

 


Una frase leída al vuelo y que reservo para el final, me hizo tomar conciencia de mi situación bancaria.

El tema financiero no es mi fuerte, pero esta vez se trataba de ciertas cuentas que hay que cuidar, independientemente de las de dinero, el cual admito que, aunque no conduce a la felicidad, te deja a media cuadra, o al menos eventualmente, calma los nervios.

Esta otra cuenta a la que decidí poner atención es mucho más compleja: es la de mi ánimo.

A veces se encuentra exhausta, otras veces le entran depósitos millonarios, como cuando hay algo que celebrar, un nuevo proyecto creativo, buenas noticias.

En general mi cuenta se encuentra bastante balanceada.

A diario recibo cheques en blanco de la naturaleza, de amaneceres gloriosos, de pelícanos danzando tras mi ventana; o mis nietos dejando sus huellas amorosas (llámese mi caos feliz) después de un fin de semana en mi casa.

Otros intentos de depósito rebotan.

Mi cuenta anímica rechaza cualquier miseria del alma, pero para no meterme en honduras, mencionaré solo una que jamás se convertirá en efectivo: la necedad.

Los mejores depósitos son los que generan risas, ahí los intereses suben al máximo y se multiplica exponencialmente la felicidad.

Lo repito hasta el cansancio, la distancia más corta entre dos personas no es una línea recta, es el sentido del humor.

A propósito de ello, confieso, como mencioné al principio, que la cita que me inspiró esta torpe reflexión proviene de aquel divertido e icónico personaje de Quino, Manolito, quien no se distinguía por ser muy brillante, pero que con estas sabias palabras se reivindicó conmigo.

Dijo Manolito:

“Los cheques de tus burlas no tienen fondos en la cuenta de mi ánimo.”

Se la tengo guardada a mis hijos cuando se rían de mí cuando canto y bailo la bella vida, yo sola por ahí…

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