miércoles, 25 de enero de 2023

TULIPANES

 


Pensaba que era una especie en extinción.

Me refiero a encontrar a alguien que sepa escuchar.

En tiempos de dudosos liderazgos, de egocentrismo exacerbado, de satisfacción inmediata, de ruido, ese que nos aturde y ensordece, resulta inspirador conseguir un buen oyente.

Tuve la suerte de toparme con uno.

Conversamos sobre el tiempo, compartimos pan y vino. También hablamos sobre las flores, las lágrimas y otros misterios.

Me escuchó con detenimiento. Sentí que las palabras fluían diáfanas y, para ambos, significaban lo mismo.

El tiempo, una ilusión.

El pan, tibio y recién horneado.

El vino, soleado y fresco.

Las flores, alegres.

Las lágrimas, saladas.

También compartimos silencios elocuentes, a veces no importan las palabras para entenderse.

Esta conversación me ayudó a relajarme después de un largo viaje.

Le agradecí a mi interlocutor por tan agradable charla y como creo que estoy llegando a ser gente grande, o “gent gran”, como llaman a las personas de cierta edad en Cataluña, donde estuve de visita, decidí irme a dormir.

Apagué las luces y con mucho cariño le di las “buenas noches” al ramo de tulipanes que me regaló mi hija a mi regreso.

Dicen que es sano conversar con las plantas, el problema es si te contestan.

 

2 comentarios:

  1. Jajaja, me hiciste reír con la última frase.
    Una buena conversación ha de tener silencios. Y sobre todo oídos.
    Un abrazo

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