sábado, 16 de marzo de 2019

LUGARES DELGADOS





En Gaélico “caol ait”. En Inglés “thin places”.

En Español “lugares delgados”.

Según la cultura Celta, son espacios donde la barrera de nuestro mundo y los dominios del espíritu, son translúcidos.

Otra vez, conceptos fascinantes que aprendo en mi infinito curiosear por los libros de la biblioteca donde trabajo.

Son lugares donde “el mundo visible y el invisible, están en su más cercana proximidad”.

Lugares donde lo temporal y lo eterno, se tocan, se dan la mano, en la más clara comunicación posible.

Para algunos, un territorio donde se experimenta la presencia de Dios más directamente.

Lugares delgados.

Una ventana, un vistazo, un espacio de tiempo donde se disuelven todos los misterios.

Y esto me pareció, sencillamente fascinante.

Me puse a pensar, y claro, el hombre se ha esforzado mucho en crear obras monumentales para exaltar el espíritu y acortar la distancia entre la tierra y el cielo.

Desde los círculos celtas, pasando por las pirámides, catedrales, templos, hoy en día, rascacielos. Intentos desesperados y fallidos en muchos casos, para traspasar el velo que nos separa de otros dominios.

Pero claro, los “lugares delgados” deben estar definitivamente en ubicaciones menos obvias.

Después de aprender este concepto, los busco en todas partes.

A veces los encuentro en sueños, como hace poco en que soñé con mi esposo y le susurré al oído, “I miss you” y él me miró.

O el otro día, en que me presentaron a una persona mayor y sentí la cercanía en su sonrisa. Esa rara química que a veces se da con desconocidos a quienes reconocemos.

El patio de mi infancia. Mi casa llena de amaneceres.

Pero claro, en mi presente cotidiano, mi “lugar delgado” por excelencia es el río. Donde paseo con Sancho, cada tarde.

Allí llevo ofrendas de amor (excepto cuando hace -20 grados), piedritas, flores, ramas, hojas de laurel o de palma. Un chorrito de Gin Tonic, una oración silenciosa.

Mi torrente de abundancia, el que “avanza, retrocede, da un rodeo y llega siempre”.  (Por alguna razón he tenido muy presente La Piedra del Sol de Octavio Paz últimamente)

En fin, he aquí un reto, o “challenge” como se dice aquí: comparte conmigo tu “lugar delgado”. 

No necesariamente es un lugar físico, claro. Es quizás un parpadear, un resplandor, un pasaje, un portal cósmico.

Están por ahí, lugares tenues, donde el cielo y la tierra se abrazan sin distancia ni tiempo.

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