martes, 5 de junio de 2018

LA CESTA




Mi amiga Maris me pidió que la acompañara a llevar la Ofrenda en la Misa, el día de su cumpleaños. Por supuesto acepté y me sentí honrada por este gesto de amistad. 

Bromeé con ella diciéndole que ojalá no me cayera un rayo en la cabeza.

Quisiera ser más fervorosa. Lo intento.

Llegado el momento, nos alinearon en el pasillo central de la iglesia, mi amiga y su hija llevaban las hostias y el vino. A mí me dieron una cesta vacía.

Como no tengo mucha experiencia en estas lides, pregunté qué tenía que hacer y me dijeron que caminara y le diera la cesta al sacerdote.

¿La cesta vacía? – pensé, un tanto desconcertada.

Y aquí comenzó mi ensoñación.

La soledad de esa liviandad de mimbre, la solemnidad de la nada. No supe cuál de las dos, la canasta o yo, se encontraba más desierta.

Resultó ser una sensación intensa, pero efímera, pues segundos antes de iniciar la procesión hacia el altar, unas damas muy risueñas, se me aproximaron, una tras otra, vaciando cestas repletas con la limosna recogida en la iglesia. 

Mi canasta casi se rebasó.

Y así, lo que era una cesta vacía se convirtió en un recipiente pesado y lleno de la generosidad de las personas que asisten a la iglesia. Confieso que yo contribuí con nada porque nunca cargo efectivo. 

Quizás los cínicos piensen que la caridad es algo que hace la gente para sentirse mejor consigo mismos, pero no comparto esa idea. Yo creo en la generosidad y las buenas intenciones de las personas.

Entregué la canasta, casi rebosada, al sacerdote. Y de alguna manera, mi corazón también se desbordó de regocijo. 

No sólo por acompañar a una amiga en esta entrega de la Ofrenda Eucarística, sin que me fulminara un rayo,  sino porque aprendí algo muy importante.

El vacío es pesado a pesar de su liviandad, pero aunque desconcierte y duela al principio, es el  potencial recipiente de la gracia, de la generosidad, de la abundancia.

Sea una cesta, una vasija, el alma. 

El vacío es un momento de espera, una pausa, un silencio reverencial.

El que se escucha justo antes de recibir los dones del universo.

6 comentarios:

  1. Una buena reflexión, debemos ser generosos con lo que tenemos, algunos lo son de palabra y sin un gesto de amabilidad. Un abrazo

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    1. Gracias Ester, estoy muy de acuerdo con lo que dices. La bondad y la generosidad son las mas bellas virtudes.
      Un abrazo grande!

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  2. Da que pensar esa "cesta vacía"...
    Un abrazo.

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    1. Hola Rafael, me complace que te de que pensar la cesta vacía, a lo mejor te inspira uno de tus maravillosos poemas.
      Un abrazo grande!

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  3. Acertada la metáfora, y bellamente ejecutada. Cosas cómo estás, que parecen tan pequeñas, le dan al más ateo algo de fe en la vida.

    Un beso, hermosa.

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    1. AY Hola Taty, disculpa no había respondido tu comentario. Estuve fuera, ya de regreso. Gracias, bueno, son pequeñas cosas que me hacen reflexionar un poco. Un abrazo grande!!

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