Cuando yo era pequeña, mi
hermano Oswaldo estudiaba medicina y un día trajo a la casa un esqueleto humano
al cual bautizaron Julia.
Julia vivía en lo que
llamábamos “el cuarto de arriba”. Yo me asomaba con cautela y curiosidad pues me
daba miedo. No podía imaginar a mis, quizás cinco años, que así éramos por
dentro.
Un día, el perro de la
casa descubrió a Julia y se dio un banquete. Hasta ahí llegó nuestra amiga, triste
final. QEPD.
Y este súbito interés por
el tema óseo viene al caso porque hoy, por razones crujientes, descubrí que el
cuerpo humano tiene doscientos seis huesos. Yo sabía de la existencia de algunos,
fémur, húmero, tibia, peroné, cúbito y radio, ¿pero, tantos? Solamente en un
pie hay veintiséis huesos y en una mano veintisiete alegres huesecillos.
Yo utilizo como el diez
por ciento de mi sistema óseo, pero de vez en cuando me gusta mover el esqueleto,
sobre todo cuando escucho mi música favorita, como esa de, “No hay que llorar,
pues la vida es un carnaval y las penas se van bailando…” O aquella de, “Oye,
abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida…”
Pura poesía a ritmo
tropical.
Pero hoy, además de
cuantitativa, contando huesos, amanecí como Julia después de que se la devoró
el perro: triturada.
Creo que la clase de yoga
fue un éxito. ¡Volveré!
¡Namaste!
PD: Para terminar con algo de humor, me acordé de aquel
chiste del señor que va a consulta y le dice al médico, mientras señalaba las
partes de su cuerpo.
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Si me toco aquí, me duele; si me toco aquí, me duele; si
me toco aquí, me duele…
-
Usted lo que tiene es el dedo fracturado.
Hola Natalia.
ResponderBorrarMe hiciste sonreír. A mi me pasa algo parecido cuando inicio mis rutas después de un periodo de pausa. Me duelen sitios que no sabía que existían jajajaja
Un abrazote!!
Jajaja eso es priceless, hacerte sonreir digo. Tu debes estar superfit, yo no jajaja
BorrarOtro abrazote!