Una vez leí que donde hay dolor es lugar
sagrado.
Todos los jueves de 5 a 7 de la noche visito
ese lugar.
No es una iglesia, ni un cementerio.
Queda en un tercer piso.
Es un salón, con sillas, mesas, café y
refrigerios.
A veces la tristeza sabe a tarta de limón.
Allí nos sentamos en silencio.
Hasta que un valiente lo rompe.
Somos las Almas Frágiles.
Trituradas por el dolor.
Tragadas por el vacío.
De cada día.
Es un lugar donde, en vez de personas,
hay vidrios rotos.
Ilusiones hechas añicos.
Pero, paradójicamente, este lugar es un Oasis.
En el ruido prefabricado del mundo.
Un lugar de gran belleza, donde el amor y la bondad
perduran.
La estancia más auténtica de este
planeta.
Allí voy con entusiasmo cada semana.
Es una experiencia humana y profunda.
Un espacio raro, donde la vida se expande.
Un lugar de ternura.
Y de delicadeza.
Un grupo de perfectos extraños hermanados por la pérdida.
Somos las Almas Frágiles.
PD: Bueno ya saben a
dónde voy los jueves de 5 a 7pm, es mi Grief Support Group. Somos el club al que nadie quiere pertenecer, el club de los
que perdimos un amor. Realmente, una intensa, pero bella experiencia.