Mi hermano
Rafael (QEPD) me enseñó a jugar ajedrez cuando yo tenía apenas unos seis años.
Nunca se me olvidará que para darme un ejemplo de cómo se movían los peones, me
dijo que tenía un amigo que apodaban “peón de ajedrez” porque caminaba derecho,
pero comía de lado.
En fin, tenía
toda una vida sin jugar, pero alguien cercano me pidió que, si podía enseñarle,
y así lo hice.
Le expliqué lo
básico, a colocar las piezas en el tablero y los movimientos de cada una. Le enfaticé
que el juego consiste en lograr que el Rey del oponente no tenga escapatoria
posible.
Hace poco, esta
persona me dijo que ya estaba listo para una partida.
Nos sentamos
frente a frente. Él eligió las blancas y claro, yo así de confiada, no tuve problema
en que saliera primero.
Comenzó la
batalla.
Yo en mi afán de educarlo, comencé a ofrecerle
mis comentarios.
- A ver, acuérdate
que, en cada movimiento del oponente, tienes que evaluar a qué piezas te está
amenazando y cuál es la intención.
Él escuchaba con atención sin decir palabra.
- Tienes que abrirle
espacio al alfil. No es conveniente que saques a la Reina prematuramente.
De vez en cuando escuchaba un débil: Umjaa…
- Si sabes que
vas a tener que retroceder, es preferible que no gastes un turno en eso.
- Umjaa…
- A las Torres
tienes que tratar de dejarle espacio para que puedan apoyarse entre sí, porque así
es que son poderosas.
Yo me asombraba de la capacidad de atención de mi
oponente.
Entonces de repente, en medio de mi “perorata” escuché:
- Jaque Mate,
Nana.
- ¿Cómo? - dije
yo.
Efectivamente, mi Rey no tenía escapatoria.
Mi nieto Tomás de siete años, soltó una carcajada y me
dijo:
- Nana, tienes
que hablar menos y prestar más atención.
La mejor lección de ajedrez y de vida que he recibido jamás.
Hola Natalia.
ResponderBorrarLos alumnos suelen acaban ganando a los maestros. Que majo tu nieto.
Un abrazo grande.
Gracias Roland Jorge! S
BorrarAsi es, el alumno superando a la maestra, que es mas bien malaza jajajaja
Un abrazote!