Bailando…
Por esta época,
tiende uno a pensar: un año más ¿que nos traerá el próximo?
Enfrascada en mis
planes para las próximas semanas, cenas, fiestas, viajes, sonó el timbre de la
casa. Debe ser transmisión de pensamiento, cada vez que me siento a planificar
cualquier cosa, recibo su visita.
Se presenta en
mi puerta, con sombrero e impecable traje oscuro, chaleco y corbata gris; como
diría mi padre, “la extraña elegancia…”
Sin cruzar
palabras, pues lo conozco muy bien, lo invito a pasar.
Él se sienta
junto a mí, frente a la computadora y observa, mientras termino de cuadrar mis
actividades de fin y comienzo de próximo año.
Mi invitado es
muy discreto, por más que uno quiera preguntarle cosas, el guarda silencio. A
veces se le escapa una breve risa, casi sarcástica.
En la mitad de
mis planes, mi computadora se congeló. Creo que la tarde, las horas, también se
guindaron.
No sé de dónde,
surgieron las notas de un tango muy conocido para mí, de esos que mi papá me enseñó,
“barrio plateado por la luna….”
En ese momento mi
distinguido visitante me invitó a bailar.
Yo me entregué
al baile con los ojos cerrados.
Qué delicia dejarse llevar por brazos resueltos, los del “futuro”, que por cierto es el nombre de mi amable visitante.
Qué paz da rendirse ante él, en vez de encadenarlo con tanta planificación.
Mi computadora
comenzó a dar señales de vida y en ese momento mi compañero de baile, mi
incierto pero maravilloso futuro, salió por la puerta ofreciéndome una sonrisa
y un gesto cortés tocando la copa de su sombrero.
Tomé su visita
de hoy como un buen augurio.
Apagué la
computadora.
Decidí no hacer
más planes y darle pista a la magia, esa que, si uno se empeña en amarrar, se
cancela.
Con mi música
imaginaria, allí quedé yo, sola, contenta, bailando…
¡Hola Natalia!
ResponderBorrarMe recordaste el cuento de Dickens. Lo leí de niño y me gustó mucho.
Pero si, hay que dejar margen a la improvisación.
¡Un abrazote y felices fiestas!
Tarde pero gracias apreciado amigo! ABrazotes!
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