Cerré los ojos
y dejé que los recuerdos acudieran a la punta de mis dedos.
Por primera vez
en muchos años, me di permiso para abrir una compuerta que había estado firmemente
cerrada.
La de la música.
No sé de donde
surgió esa inspiración, quizás del viento, del río, del cielo.
Fue como si un
torrente de agua se soltara, súbitamente, sobre un cauce silencioso, árido y
desierto.
Mis manos
comenzaron a moverse, recordando caricias, recorriendo caminos de marfil y
ébano, bailando al ritmo de mi propia magia.
Los años más
felices de mi vida regresaron en maravillosas danzas y contradanzas, valses,
dulzuras, seis por ochos.
Dicen que la
alegría recordada, no alegra. A veces
todo lo contrario y lo certifico realmente, pero esta vez me sentí autorizada
para llenarme de nuevo con la alegría de mi música.
Podría decirse
que fue un instante de éxtasis, hasta que ese insecto que se llama conciencia, en
forma de distracción, me trajo a la realidad.
Trastabillé.
Mis manos se
quedaron congeladas en un fa sostenido y un mi bemol.
Aquel chorro
melódico que brotaba al son de un “Cierto Curita” (*), proveniente de mi
memoria reptil, cesó.
Si mi amigo
Francisco hubiese estado aquí, hubiese citado a nuestro gran Aquiles Nazoa
diciendo con sorna: “Niñita tocando piano, o quien fuera sordo.”
Pero lo
importante es mi nueva intención. Este renovado entusiasmo que siento de
recuperar mi piano. La música venezolana que mi bella profesora Marilú, me enseñó
durante años, aquellas Mañanitas Caraqueñas, en mi casa frente al Ávila.
Ella logró lo
imposible; que mi esposo, mi muy flemático caballero británico, todo un Englishman,
disfrutara de un cigarrillo tarareando un joropo, el “Jarro Mocho”, para ser
precisa.
Mi memoria en
general es pésima, pero mi memoria táctil está intacta.
Sus manos. La
música venezolana. Mi piano.
Melodías que,
como aves del tiempo, regresan, esta vez para alegrar.
“Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos...”
Te Quiero, Mario Benedetti
(*) Valse
Aragüeno de finales del siglo XIX
De verdad que son recuerdos inolvidables.
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias Rafael, intentando recuperar mi piano que estuvo cerrado por mucho tiempo.
BorrarAbrazote!
La música llena el alma. La música nos hace humanos.
ResponderBorrar(Y amansa la fieras) jajajaja
Abrazote amiga!!
Gracias Roland, necesito que me amansen jajaja
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