Cuando alguien
dice que un postre está muy dulce, siempre pienso para mis adentros: bueno… ¿y
eso no es el “reason why” de un postre? Y disculpen mi “Spanglish”, es el idioma
oficial en mi casa desde que mi esposo británico llegó a mi vida, hasta el sol
de hoy.
A mí me encanta
empalagarme y mientras más dulce sea un postre, o la vida, mejor. Ayer, precisamente, quedé empachada con un delicioso
saco de azúcar.
Menos mal que
ya había cumplido con mi dieta cotidiana de las ocho manzanas, les explico al
final de qué se trata.
Esta dulzura
que conocí ayer, en verdad tiene como un millón de calorías, un verdadero
manjar.
Su nombre es
Mango.
Mi mamá los
preparaba en jalea, batido, mermelada.
Este es peludo,
juguetón y tiene dienticos afilados.
Mango es un
cachorrito de ocho semanas, mi nuevo nieto de cuatro patas.
Ayer lo conocí.
Nos comimos a besos y mordisquitos. Creo que le caí bien.
¡Qué manera más
linda de endulzar la vida!
Bienvenido este
manjar de Mango.
Y como les
prometí, les dejo la dieta de las ocho manzanas: no son verdes ni rojas, hay
que correrlas…. (o caminarlas al menos)
Hola Natalia
ResponderBorrarYa vi a nieto peludo, seguro que trae mucho cariño.
Y me encantó lo de las ocho manzanas, que risa.
¡Un abrazote!
jajaja a fajarse con la dieta de las manzanas.
BorrarAbrazote!