Primero el
silencio.
En breve, el murmullo de una brisa llena de buenos augurios.
Restregar de
manos y brazos.
Después, el
repiqueteo de las gotas.
Chasquear de
dedos.
Una llovizna,
que en segundos se transformó en aguacero.
Palmas y más
frecuentes chasquidos.
Finalmente,
“palo de agua” con truenos y centellas.
Repique de
talones sobre la madera del auditorio.
Yo me quedé muy
quieta, dejándome mojar por esa agua dulce.
Lo llaman
percusión corporal. La tormenta perfecta.
Después, una cascada
de voces coralinas, palabras de amor.
Empapada hasta el tuétano de una extraña plenitud, cerré los ojos y me dejé arrullar por esas voces femeninas potentes y sonoras; nobles, honestas.
Como cada una de esas
mujeres del Westwinds Women’s Choir de mi ciudad de Calgary.
La pieza, “All Together we are Love”(*), de Katerina Gimón.
La directora marcó con un gesto de su mano, el sublime final.
Cesó el dulce aguacero.
Las aplaudí a
rabiar, a ellas y a todas nosotras, mujeres, madres, abuelas, hijas.
Cada una con
ese canto íntimo que albergamos muy adentro:
“Soy un
canto para todos los corazones
Y cuando nuestros espíritus se elevan
Todas juntas somos amor”.
Y a propósito de mujeres maravillosas:
¡Feliz Dia de las Madres!
PD: En Venezuela y Canada lo celebramos el segundo domingo de mayo.
14 de mayo, 2023.
Sin madres no habría humanidad. En el amplio sentido de la palabra.
ResponderBorrarAbrazote y felicidades por la parte que te toca :)
Gracias mi apreciado colega escritor Roland!
BorrarAbrazote!